El diputado Marcelo Díaz informó a través de su cuenta twitter que el Banco del Estado dejará de apoyar en cine chileno y que citaron a altos directivos del Banco del Estado para explicar esta medida.
Esto se suma a una larga lista de puntos en contra del cine chileno (como falta de pantallas, de espacios en la televisión, de difusión, de formación de audiencias, de estrategias) que contrasta de manera chocante con la gran cantidad (y categoría) de premios que ha obtenido en los últimos años.
Por un lado el cine chileno gana premios internacionales muy valorados, por el otro los espectadores locales caen a niveles impensados y, con ello, los financiamientos se diluyen.
Este año es muy probable que el cine lleve más de treinta millones de espectadores, batiendo récords, mientras el cine chileno es posible que no llegue a los cuatrocientos mil. En otras palabras, que el cine chileno, en Chile, esté en torno al 1,3% de la taquilla.
Cine Chileno: gran marca internacional, pésima marca local
Gloria, Una mujer Fantástica, Historia de un oso, Allende mi abuelo Allende, La nana, Violeta se fue para los cielos, El club, La buena vida, La vida de los peces son sólo algunas de la larga lista de cintas chilenas que han ganado importantes premios.
Y no son pocos los festivales que han tenido ediciones con el foco en el cine chileno…
Sin embargo, a nivel local, cine chileno se asocia a películas mal hechas, lentas y centradas en la dictadura, lo que refleja una mirada muy antigua y que, quienes así opinan, no sólo no han visto cine chileno de los últimos años. Tampoco se han informado sobre él.
Este mal concepto del cine chileno está muy arraigado, al punto que los diversos premios internacionales no han logrado revertirlo. Lo anterior debiera llevar a generar una estrategia que permita apreciar al cine chileno en su justo valor.
Chile, un país que no se quiere ver
El cine puede ser sólo entretención, y eso claramente funciona a nivel de taquilla en un mundo y en un país que parece que necesita distraerse, abstraerse de la realidad y los problemas. En esto, el cine chileno no es bueno, porque rara vez logra comedias sin contenido que sean buenas, que lleven público (podemos mencionar -con pudor- algunas de Nicolás López, Boris Quercia, Kramer, Diego Rougier… y El regalo, buena comedia de Cristián Galaz y Andrea Ugalde)). Y resultan ser cintas desechables.
En la otra vereda, están las cintas premiadas (y muchas más, mediocres), que ponen temas de la historia reciente pero en su mayoría temas actuales, contingentes, que llevan al espectador a mirar el país, su realidad. O simplemente invitan a mirar con otras perspectivas (Rey de Niles Atallah, La casa lobo de Joaquín Cociña y Cristóbal León, por ejemplo).
Parece que los espejos que son el cine chileno no nos gusta. Es cierto que muchas veces no son buenos estos “espejos”. Pero pareciera que, en verdad, lo que no nos gusta es lo que vemos en esos espejos. No nos gusta vernos, no queremos aceptar lo que nos refleja, lo que nos proyecta.
Entonces es mejor ver comedias y acción que no nos interpelan. Películas coreanas, norteamericanas… de cualquier lado y tema que no nos haga “vernos”.
Pantallas y formación de audiencias
¿Cómo puede tener público el cine chileno si no tiene pantallas? O está relegado a pantallas secundarias y, si no tiene espectadores el primer fin de semana, las sacan… Qué posibilidades tiene el cine -y la cultura- cuando en general (dirigentes, líderes, etc) se habla de cualquiera cosa irrelevante menos de él.
Qué cine, para quiénes
Es evidente que el mercado chileno es pequeño. ¿Por qué así como se han creado mecanismos de colaboración para realizar cine no se crean estrategias para ampliar el mercado del cine latinoamericano a Latino América?
Por otro lado, ¿por qué no se fija una estrategia para desarrollar cine dirigido a públicos estratégicos? ¿Se puede tener un público afín al cine chileno si no se forma desde los primeros años? Entonces, ¿por qué no se han creado mecanismos para fomentar el cine chileno infantil, familiar y juvenil?
En qué se invierte
Se invierte en producción y en difusión internacional. Pero, ¿qué se hace en concreto por aumentar el púbLico local? ¿Cuál es el aporte concreto de CinemaChile en la imagen “interna”? ¿Es sustentable el cine chileno sin público en Chile?
Tal vez el mayor error en estos años es que se ha invertido para lograr mejorar mucho la calidad de las cintas y mejorar la “industria”, pero no ha habido una estrategia en el tiempo para relacionar esas películas con el público. Y no se ha preparado ese público con esas películas que no pueden competir con Hollywood.
Y el mayor pecado es la “flojera”, el espacio de “confort” al que han accedido algunos funcionarios, directores y productores, a sabiendas que, lo que vemos hoy, venía gestándose hace años.