“Mi Amigo Alexis”

Así es "Mi Amigo Alexis", el sorprendente y llamativo debut cinematográfico de Alexis Sánchez

28 mayo 2019 | 15:57

Este jueves debuta en las salas de cine Mi Amigo Alexis, el filme que llevó a Alexis Sańchez a la pantalla grande de la mano de la productora Fábula y del director Alejandro Fernández Almendras (Matar a un Hombre, Aquí no ha pasado nada).

Se trata de la primera apuesta masiva y a gran escala de los productores ejecutivos Juan de Dios y Pablo Larraín por capitalizar la taquilla local, en días en que uno de los cineastas chilenos más exitosos en este ítem, Nicolás López, se mantiene alejado de la industria cinematográfica.

Si bien en un principio fue presentada como una película biográfica sobre el delantero del Manchester United, el resultado final dista mucho de eso. La historia gira alrededor de Tito (Luciano González), un niño con aptitudes futbolísticas que se enfrenta a la disyuntiva de iniciar o no una carrera profesional en el balompié. En ese contexto, y por casualidad, conoce a Alexis, quien lo orientará a él y a su familia en dicho objetivo.

"Mi amigo Alexis"

Lo anterior se intercala con recuerdos de infancia del deportista protagonizados en escena por Marco Baeza, un carismático niño que recrea sus inicios en Tocopilla con un evidente parecido físico. Los viajes al pasado, sin embargo, no definen el rumbo de la historia, que se centra en los conflictos de Tito con su obtuso padre, Héctor (Daniel Muñoz), un exfutbolista que busca zafar de la frustración a través de su hijo.

El tono de la película queda manifiesto al inicio, en su primera escena, con un plano general que muestra las “pichangas” polvorientas de Sánchez al ritmo festivo y nortino de la Banda Conmoción, donde la miseria del paisaje contraste con un pequeño (en la distancia) camión minero.

La música chilena, para efectos de la “picardía” del fútbol de barrio, es fundamental. Con canciones de Los Jaivas, Gepe, Camila Moreno, Benjamín Walker y hasta Ceaese con Drefquila, la música cruza la festividad completa del filme, siempre en un tono familiar y carente de escenas románticas y amorosas.

Mi amigo Alexis


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¿Cómo actúa Alexis Sánchez? Con mucho esfuerzo, sin duda, pero aprobando en la mayoría de sus escenas, que en rigor tampoco son tantas. Su secuencia más larga y sin cortes ocurre al principio, cuando debe dar explicaciones a Héctor sobre su condición de millonario en un parlamento largo y demasiado estudiado para asimilarlo como una respuesta genuina.

Daniel Muñoz, en ese contexto de niños y una mega estrella deportiva, asume el peso interpretativo de la historia, que también acude a recursos visuales de los smartphones (pantallas verticales, mensajes, lenguaje de WhatsApp) en un guiño evidente al público infanto-juvenil. La actriz Manuela Oyarzún, quien interpreta a la madre de Tito, también ayuda en esa tarea, sobretodo en el nudo dramático principal: la decisión de ser o no un futbolista.

Párrafo aparte merece la actuación de Ignacia Uribe (Pacto de Sangre), hermana mayor de Tito, cuyo sueño es convertirse en arquera profesional. El conflicto (ad hok en el marco del inicio del Mundial de Fútbol Femenino), lamentablemente, está apenas tratado en la cinta, cuyo desenlace dista mucho de la propuesta inicial.

Si bien hasta dos tercios del metraje Mi Amigo Alexis se presenta como una historia ágil y entretenida, risueña y chilena, en el último tramo se nota la mano de Vibra, la otra corproductora del filme y empresa de marketing de Fernando Felicevich, representante de Sánchez.

La moralejas y mensajes de Alexis, además de un forzado, breve e inexplicable encuentro con el vecindario de Tito (donde destaca la reaparición de Aldo Parodi, clásico del cine chileno), terminan distorsionando el mensaje general, cuya idea fuerza podría resumirse en la alegría y libertad de los niños.

A pesar de esto, Mi Amigo Alexis supera en todos los aspectos el debut cinematográfico de Iván Zamorano con Azul y Blanco, por ejemplo, y se distancia de buena parte de las películas temáticas del cine chileno (Los 33, otro ejemplo) que suelen dejar de lado su principal objetivo: contar una buena historia.