Fue co-creador de los tres grandes equipos de Marvel: los Vengadores, los X-Men y los Cuatro Fantásticos, y del personaje más popular de dicha editorial, conocido como Spider-Man o “El hombre araña” en el mundo hispanoparlante.
Sin embargo, su figura más allá de los cameos en películas y series, siempre tuvo una mancha originada por su conflictiva relación con sus equipos creativos, en particular tras su icónica colaboración con otra gran leyenda del cómic: Jack Kirby, co-creador del Capitán América en 1941 (dos años después de que Stan Lee se integrara en la editorial -que entonces se llamaba Timely Comics- como asistente).
Con Kirby, cultivaron una relación que bien podría compararse con la de John Lennon y Paul McCartney o la de Steve Jobs con Steve Wozniak.
Ambos se embarcaron a principios de los años 60 -en medio de la “edad de plata” de los cómics- en la creación de varios de los personajes que aún persisten hasta hoy: la alineación original de los Vengadores (el Hombre Hormiga, la Avispa, Thor, Iron Man y Hulk), además de la Pantera Negra, Daredevil, los Cuatro Fantásticos y los primeros X-Men. Todo esto, ante la necesidad de competir contra la Liga de la Justicia de su competencia directa.
La “combinación dorada” de Marvel se basó en problemas reales del mundo para crear a sus personajes, a la vez que presentaba sus grandes debilidades en la forma de defectos perfectamente humanos (a diferencia de, por ejemplo, la kriptonita de Superman o el fuego del Detective Marciano). Buena parte del mérito por estas creaciones recae en el muchas veces olvidado artista.
De esta forma llegó Iron Man, un fabricante de armas norteamericano alcohólico que -en medio de la Guerra Fría- debió encarar el daño y las muertes que sus inventos causaban en el mundo. En el mismo contexto, y ante los temores por la amenaza nuclear, llegó Hulk con su trastorno de personalidad disosiativo.
A este último concepto, ligado con la creciente discusión en torno a los avances de la ciencia y la radioactividad, se sumaron (el eternamente pobre y desdichado) Spider-Man y Daredevil -quien fue a su vez una apuesta por parte de Marvel al intentar presentar un superhéroe ciego-.
Estas son algunas de las tantas premisas en que incursionó la pareja Lee-Kirby, así como otras postergadas en años anteriores como la comunidad negra. Fueron ellos quienes introdujeron al primer superhéroe de raza negra en una de las principales editoriales del rubro: la Pantera Negra.
Sin ir más lejos, el líder de los X-Men, Charles Xavier, y su principal rival, Magneto, vieron basadas sus filosofías en cuanto a la lucha por las minorías en las figuras de Martin Luther King Jr. y Malcom X, respectivamente.
El choque de reyes
El gran conflicto llega al sopesar el respectivo aporte de ambas figuras. Para los devotos de Jack Kirby, quien falleció en 1994, Stan Lee se “robó” buena parte del crédito y relegó a su colega (entre otros colaboradores) al olvido.
Jack Kirby como Stan Lee se atribuyeron, tanto de forma explícita como por omisión, haber encabezado el proceso creativo que dio origen a los personajes que actualmente conocemos.
“Como que todos hablan mucho de Stan Lee pero pocos han leído realmente lo que el sujeto hizo”, reflexiona el autor de cómics y artista visual Fabrizzio Spada. “La gente asume cosas sobre su trabajo sin haberlo visto realmente”, plantea.
Por ejemplo, “tipos como Jack Kirby, que creaban mundos, que tenían un imaginario rico y era capaz de transcribirlo, necesitaban de Stan Lee para aterrizar esas ideas en una semántica de lo popular”.
En este sentido, justamente, argumenta que el gran mérito de Stan Lee fue acercar la mitología de Jack Kirby al siglo XX, “cosa que el universo DC no ha hecho. Ochenta años y Superman sigue siendo un dios entre los mortales”.
Fue este cambio que, a su juicio, “es el fundamento de la Marvel”, que en vez de seguir la lógica de su más directa competencia, DC Comics, de narrar historias sobre “dioses entre los mortales”, sino sobre “mortales que, incidentalmente, tuvieron que enfrentarse a ser dioses, que perfectamente puede ser una lectura de lo que es el siglo XX después de la segunda guerra mundial”.
Profundizando, Spada explica que “Superman representa el ideal de una norteamerica que mira esperanzada sin saber que se le viene encima la crisis económica, la segunda guerra mundial, entre otras. Es la visión del mesías judío, mientras que el universo Marvel llega a ser todo lo contrario, en el fondo, la muerte del sueño y una mirada más sobria sobre el porvenir de la humanidad, una humanidad que ya es conciente de su poder y alcance y que ahora se da cuenta de la responsabilidad que implica ese poder”.
El guionista de cómics, Sebastián Castro acota otro ángulo a esta visión. “Yo creo que el legado de Stan Lee es que él es el responsable de haber sacado al cómic -y al género superheróico en general-, de este nicho medio infantil donde se había colocado en un principio, y convertirlo en un producto de la cultura popular”.
“Imagina los globos gigantes que hay en los desfiles gringos, por ejemplo, los homenajes que hay a los superhéroes, e incluso las películas que ahora tenemos, son en base al trabajo publicitario de Stan Lee”, plantea.
El matrimonio quebrantado
Pese a los muchos defectos de Stan Lee, Sebastián propone que su legado está en haber dado “valor” a los superhéroes, “a un joven con una máscara, a un monstruo, a los desadaptados, representó al grupo más humilde que había de lectores, y les dio algo en que creer”.
El conflicto con Jack Kirby, plantea Castro, es “la parte oscura de Stan Lee, su afán de vender todas las cosas que hacía, se apropió de muchas cosas de esa época que no le correspondían. Nunca aceptó su status de co-creador en la época brillante, y él decía que a él se le ocurrían todas las cosas”.
“Se cegó en muchos momentos de su carrera y fue egoísta, y obras que había hecho con otros artistas como Ditko o Everett fueron conflictivas. Por mucho tiempo negó la existencia del artista, y traicionó la base de los cómics. Es tu ilustrador y tú, ese es el matrimonio”.