La ruta de “We shall not be moved” (“No nos moverán”), la canción que en Chile se hizo popular en los setenta con versiones de Tiemponuevo y Joan Baez y que desde entonces se interpreta en manifestaciones políticas, es tan larga como épica.
Su origen se sitúa a principios del siglo XIX, donde nació como un canto “spiritual” de los esclavos africanos del sur de Estados Unidos; un grito de liberación que traspasó décadas para, incluso, erigirse como una de las primeras letras reaccionarias al Golpe de Estado de 1973.
En el mismo trance el tema se transformó en himno de las iglesias protestantes, y ya en el siglo XX fue adaptada como un canto de lucha en los incipientes movimientos sindicales del país anglosajón. En los 60, “We shall not be moved” cruzó el océano Atlántico para convertirse en emblema de las protesta contra el régimen de Francisco Franco en España, lugar donde adoptó su nuevo nombre: “No nos moverán“.
Así, y tras no poca sangre derramada, la canción se vuelve cotidiana entre una comunidad de españoles republicanos radicados en Valparaíso, Chile, donde el grupo Tiemponuevo (agrupación insigne de la Nueva Canción Chilena) la adapta a la realidad local y la incorpora a su repertorio. Su letra (que en una de sus estrofas dice “Ni con un golpe de Estado ¡no nos moverán!”) se escuchó en Radio Magallanes el 11 de septiembre de 1973, antes de ser allanada por los militares y justo después del último discurso de Salvador Allende.
Parte de esa historia y sus recovecos fueron investigados por David Spener, director del Departamento de Sociología y Antropología en la Trinity University en San Antonio, Texas, quien acaba de publicar “‘No nos moverán’: Biografía de una canción de lucha” (Lom Ediciones, 2017).
De paso por Santiago, BioBioChile conversó con el autor del libro, el mismo detrás de “Canto de las estrellas: un homenaje a Víctor Jara”, donde compartió autoría con Moisés Chaparro y José Seves, la voz principal de Inti Illimani Histórico.
Canción sencilla
(Pregunta): ¿Qué fue lo primero que sentiste cuando escuchaste por primera vez “We shall not be moved”? ¿Cuándo supiste que estabas frente a una canción especial?
(Respuesta): No recuerdo el momento preciso que escuché “We shall not be moved” en EE.UU por primera vez. Es una canción muy difundida en el mundo de la música folk de protesta, y se canta en muchas manifestaciones y eventos musicales solidarios. La primera vez que la escuché en su versión en español que en un disco en vinilo de temas de la Nueva Canción Chilena, que fue publicado en EE.UU. después del golpe de estado para concientizar al pueblo americano acerca de la tragedia que había pasado en Chile.
Me empezó a interesar más la canción cuando supe, durante la visita a Valparaíso en 2011, que “No nos moverán” había sido la ultima canción transmitida por Radio Magallanes el día del golpe de estado en 1973, cuando el presidente Allende dio su discurso de despedida a la nación en esa emisora. Me pareció muy metafórico que la canción, que se originó en EE.UU. se haya vuelto la canción de resistencia al golpe de estado que fue apoyado/incitado por el mismo gobierno de EE.UU. fue en este momento que tomé la decisión de investigar cómo la canción había llegado a Chile a jugar el papel que jugó aquí.
(P): ¿Cómo describirías esta composición?
(R): Es una canción muy sencilla, muy rítmica y que tiene una estructura de llamada y respuesta que heredó de la música tradicional del oeste de África. O sea, la canción se presta para situaciones de canto colectivo en variadas situaciones.
(P): ¿Qué sorpresas te llevaste haciendo esta investigación?
(R): Yo había pensado, como muchos, que la canción habría llegado a España durante la guerra civil de los años treinta del siglo pasado, llevada por los voluntarios sindicalistas y/o comunistas de la brigada Abraham Lincoln, pues para entonces la canción fue bien conocida en Estados Unidos en el movimiento sindical. No encontré ningunas evidencias que fuera así. Si llegó a España en los años treinta, no sobrevivió la represión franquista después de la guerra.
(P): ¿Cómo se instala en España?
(R): En lugar de llegar con los brigadistas, la canción fue traída en los sesenta por un joven catalán que estudió un año de educación media en California, donde se volvió aficionado de la música folk y simpatizante de los movimientos por la justicia social. Pete Seeger se volvió su ídolo y volvió a España con discos del cantor estadounidense y tocando un banjo. Tradujo la versión de Seeger al catalán y la estrenó en una manifestación contra la dictadura en una de las principales avenidas de Barcelona. Cabe mencionar que este joven rebelde -se llamaba Xesco Boix– fue golpeado y arrestado en la manifestación.
(P): En el libro haces un vínculo con las canciones religiosas que han contribuido a la reivindicación de los Derechos Humanos. ¿Crees que hoy, en 2017, aquel tipo de canciones nos podrían parecer lejanas a esa idea, o incluso “serviles”?
(R): No, no lo creo, porque estas canciones tomaron una nueva vida al ser incorporadas a los movimientos sociales. Siguen siendo canciones “sagradas” pero ahora sagradas en el sentido de representar los ideales libertarios y de justicia social. Entonces no son para nada serviles al poder en estos días. De hecho, “We shall not be moved” ha sido cantada en muchas partes de EE.UU. para protestar contra los terribles sucesos en Charlottesville, Virgina, con la marcha del Ku Klux Klan y los neo nazis.
(P): ¿Crees que las canciones son agentes de cambio? ¿Estás de acuerdo con la idealización de los músicos como actores de algún tipo de cambio social?
(R) Los músicos aportan su granito de arena. Sin embargo, canciones como “No nos moverán” son más importantes como expresión de solidaridad, compromiso y desafió cuando son cantadas colectivamente en situaciones de enfrentamiento. En este sentido, son más un recurso anímico para los ya convencidos y menos una manera de convencer a los no convencidos.
(P): Tuviste la posibilidad de trabajar con José Seves, importante músico chileno. ¿Qué pudiste aprender de él y dónde sitúas su aporte a la Nueva Canción Chilena?
(R): Seves es definitivamente uno de los grandes de la Nueva Canción Chilena/latinoamericana. Siempre había admirado su labor artística y fue un enorme privilegio poder trabajar con él en el libro sobre “Canto de las estrellas”, que es un homenaje a Víctor Jara. Una de las cosas más importantes que aprendí de José fue cómo las experiencias personales de los grandes sucesos históricos en un país se pueden trasladar en obras de arte que cristalizan para los demás tales experiencias.
(P): Puede resultar curioso para algunos que un docente norteamericano se interese en aspectos desconocidos de la música chilena. ¿En qué crees que puede aportar una mirada como la tuya al estudio y apreciación de, por ejemplo, la Nueva Canción?
(R): Mi perspectiva es de un “intimo ajeno” a la sociedad y cultura chilenas. O sea, he tenido contacto con Chile y las y los chilenos por varias décadas ya, pero sigo siendo un visitante al país, pues nunca he vivido aquí por más de unos cuantos meses a la vez. Los ejemplos de personajes como Neruda, Allende, Víctor Jara y Violeta Parra siempre me han sido una inspiración, desde que supe de ellos en los años setenta. Yo creo que siendo un “outsider” que ama a Chile y muchos aspectos de su cultura, me da una perspectiva única, una perspectiva que me permite apreciar aspectos de la cultura y la historia que los mismos chilenos a veces no aprecian por estar demasiado cercanos a ella.
(P): ¿Cómo ves la relación que tenemos como país con íconos como Víctor Jara o Violeta Parra? ¿Crees que le damos la importancia que merecen?
(R): Bueno, hay que entender que la mayoría de mis amigos chilenos son músicos, artistas y activistas políticos de izquierda. En este sentido todos ellos aprecian y hasta veneran a Víctor Jara. Ahora bien, muchos de ellos también se quejan que la imagen tanto de Víctor como de Violeta haya sido “esterilizada” o “sanitizada” para que deje de amenazar al sistema político y económico de este país y de otros.
(P): ¿Cuáles son sus proyectos editoriales futuros? ¿Seguirás ligado a Chile?
(R): Estoy trabajando en un proyecto sobre cómo han homenajeado a Violeta Parra en el Cementerio General todos los 5 de febrero a partir de su muerte en 1967. Y también estoy en el proceso de adaptar algunas de las canciones de cantautores emblemáticos de EE.UU. -Woody Guthrie, Pete Seeger y Phil Ochs- para aparejarlas con canciones similares en Chile, escritas por Violeta, Víctor y Rolando Alarcón. O sea, pienso seguir llegando a Chile en la medida que pueda.