El líder de la oposición en Venezuela, Henrique Capriles y el presidente del Parlamento -de mayoría opositora-, Henry Ramos Allup, se reunían a puerta cerrada con el expresidente del gobierno español José Luis Rodríguez Zapatero y el exmandatario panameño Martín Torrijos.
Maduro sostuvo la noche del miércoles un encuentro con ambos expresidentes, quienes llegaron en medio del recrudecimiento de la crisis política en Venezuela, donde rige un estado de excepción declarado por el mandatario el pasado viernes.
Los exgobernantes acompañan una “comisión de la verdad” creada por Maduro a instancias de la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur), en contrapartida de una amnistía exigida por la oposición.
Tras una jornada de protestas el miércoles, Maduro advirtió que tiene “listo” un decreto de “conmoción interior” si se desatan hechos “golpistas violentos”, lo cual implicaría restricciones a las libertades civiles: “No lo dudaré para decretarlo si fuera necesario para combatir por la paz y la seguridad de este país”, aseguró.
Los opositores exigieron el revocatorio el miércoles en protestas en 23 ciudades convocadas por la coalición Mesa de la Unidad Democrática (MUD), que dejaron una treintena de detenidos, según la oposición y ONG de derechos humanos, y siete policías heridos.
Por la noche se escucharon cacerolazos de protesta en varios sectores de Caracas. “Y retumban las cacerolas, no vengas después con el llanto que te quieren derrocar Nicolás Maduro, el pueblo te quiere revocar”, dijo Capriles.
Aunque las protestas no fueron multitudinarias, en la calle aumenta el malestar ante la dramática escasez de comida y medicinas, y el costo de la vida, pues Venezuela tiene la inflación más alta del mundo (180,9% en 2015 y proyectada por el FMI en 700% para 2016).
“Esta situación la veo muy crítica, pareciera que no tiene arreglo, esto se demora para acomodarse. Yo firmé (para activar el revocatorio), pero no fui a la protesta, mejor me quedo resguardada”, afirmó una empleada doméstica de 55 años, quien pidió el anonimato.
Aún está fresco el recuerdo de las manifestaciones de 2014 -cuando murieron 43 personas- convocadas por el líder opositor radical, Leopoldo López, condenado a 14 años de prisión.
En el marco del estado de excepción, rechazado el martes por el Parlamento de mayoría opositora, 519.000 militares y milicianos harán ejercicios de defensa el viernes y sábado.
“Quieren hacer grandes despliegues militares para que la gente sienta temor (…) Hacerlo con la excusa de las amenazas externas es una buena manera de demostrar que se tiene el músculo armado”, dijo a la AFP Benigno Alarcón, director de estudios políticos de la Universidad Católica Andrés Bello.
En el foco internacional
Los opositores reclaman al Consejo Nacional Electoral (CNE), al que acusan de aliado del gobierno, acelerar la revisión de un mínimo de 200.000 firmas -exigidas por ley- de las 1,8 millones que entregaron el 2 de mayo como requisito para activar el referendo revocatorio.
La oposición quiere el revocatorio este año, pues si se hace después del 10 de enero próximo -cuando se cumplen cuatro años del actual mandato- y Maduro pierde, los dos años restantes los completaría el vicepresidente, designado por el mandatario. Si se realiza antes, se debe convocar a elecciones.
Según la encuestadora Datanálisis, 70% de los venezolanos apoya un cambio de gobierno. Para revocar a Maduro, la oposición necesita una votación de más de 7,5 millones de sufragios, cifra con la que fue elegido el gobernante en los comicios de abril de 2013.
Maduro sostiene que la oposición busca justificar una intervención de Estados Unidos, para lo cual pretende generar violencia, propagar la idea de que en Venezuela hay una “crisis humanitaria” y hace lobby en el exterior.
Una comisión de diputados está en Washington para entregarle al secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA), Luis Almagro, un informe sobre la situación de Venezuela y pedir la activación de la Carta Democrática.
En un fuerte cruce de declaraciones, Almagro aseguró el miércoles que Maduro se convertirá en un “dictadorzuelo más” si bloquea el referendo, tras lo que Maduro lo llamó “traidor” y “basura”.
Al reaccionar a esa polémica, el expresidente de Uruguay, José Mujica, quien fue muy cercano al chavismo, aseguró que Maduro está “loco como una cabra”.
El canciller de Uruguay, Rodolfo Nin Novoa, sostuvo que la crisis venezolana es fruto de un modelo de “control férreo de la economía” por parte del Estado y la “única manera” de superarla es un revocatorio.
Una pequeña luz se veía en el horizonte con la visita para fines de mayo del canciller del Vaticano, Paul Richard Gallagher, para mediar en la crisis, pero la visita fue cancelada, según informó la Diócesis de la ciudad de San Cristóbal.