La aceleración de la vida actual, los avances en la tecnología y el estar constantemente conectados son factores que han contribuido a que los ritmos de sueño hayan disminuido con el paso del tiempo.
Así, casi todas las personas han sufrido de insomnio por lo menos alguna vez en sus vidas. Ante tal situación, el Dr. Enzo Rivera, neurólogo y Director del Centro de Estudios de Sueño (CES) de Clínica Ciudad del Mar, nos explica el porqué de este fenómeno, sus efectos y cómo combatirlo.
Dificultades de concentración, irritabilidad, mayor riesgo de accidentes laborales, cansancio y sueño durante el día, son algunos de los problemas que podría desencadenar la falta de descanso nocturno, pues el dormir es una función biológica básica de todos los seres vivos, necesario para evitar complicaciones en la salud.
Luego de una jornada de trabajo o estudio, las personas ansían tener un sueño reponedor. No obstante, muchas veces se tiene la mala suerte de no poder dormir y andar cansados al día siguiente. De acuerdo al médico “esto sucede porque existe un trastorno del sueño consistente en la dificultad para dormir, que se expresa en tener un sueño pobre en cuanto a la calidad de éste, ya sea al inicio, en el mantenimiento o al amanecer”, puntualiza.
En este sentido, el insomnio tiene varios factores predisponentes, que van desde inadecuados hábitos de vida hasta factores psiquiátricos. Este último es el más importante de todos, pues se puede ver cómo la falta de sueño puede ser la manifestación de trastornos de ansiedad y depresión.
Efectos de la falta de sueño
De acuerdo al profesional, existe la posibilidad de que haya efectos secundarios derivados de malos hábitos de sueño, inadecuado uso de medicamentos para dormir en quienes padecen de insomnio crónico, escasa actividad física y la auto privación de descanso nocturno con horas insuficientes de reposo.
Sin embargo, eso no es todo, ya que este trastorno puede deberse a algunas patologías del sueño, tales como el síndrome de apnea obstructiva, movimientos periódicos de los miembros durante el descanso nocturno, reflujo gastroesofágico, adicciones a drogas o alcohol, entre otros.
“Si bien hay veces en las que cuesta conciliar el sueño, sólo se puede hablar de un trastorno cuando una persona tarda más de media hora en dormirse o despierta prolongadamente a las pocas horas luego de haberlo conseguido, y le cuesta retomarlo de forma continua. También cuando la persona se despierta dos o tres horas antes de lo estipulado”, indica Rivera.
Calidad del sueño
Contar ovejas saltando sobre una barrera para poder dormir es un consejo que ha traspasado generaciones, al igual como lo es el tomar leche caliente antes de ir a la cama. Cualquiera sea la técnica que se emplea, lo importante es lograr un sueño reparador que permita enfrentar la jornada del día siguiente con la energía necesaria.
Para tener un descanso adecuado y evitar tener episodios de insomnio, es necesario tener una buena higiene del sueño, lo que significa dormir en un horario que respete el funcionamiento normal del ciclo sueño–vigilia. En este sentido, el neurólogo entrega algunos consejos para conseguirlo:
1. Tener un horario fijo para ir a la cama por la noches y también para levantarse
2. No consumir bebidas estimulantes ni hacer ejercicio antes de dormir
3. No llevar el celular ni el computador a la cama
4. No dormir siestas
5. Evitar comer demasiado en las horas previas
6. Evitar excesos de luz, ruidos (usando incluso tapones de oídos) y temperaturas extremas en la habitación
7. No consumir líquidos al menos dos horas antes del momento de ir a la cama porque una vejiga llena puede interferir con el sueño
8. Bajar la activación antes de acostarse: no beber alcohol ni café en las horas previas a dormir, evitar el tabaco, no hacer ejercicio físico, y no consumir de fármacos hipnóticos, entre otros.
Un buen dormir
Una sana disciplina a la hora de dormir, respetando las necesidades de sueño y descanso, permite un mejor rendimiento intelectual y físico. De lo contrario, se pueden generar faltas de concentración y memoria, mayor fatigabilidad física y mental, cambios de humor, menor resistencia al estrés cotidiano y mayor vulnerabilidad del sistema inmune. “Estos efectos corresponden a quienes no han dormido como corresponde, lo que demuestra la importancia de respetar es
“El reposo nocturno favorece los mecanismos de reparación, remodelación y metabolismo celular, ayudando a recuperar la energía y las funciones que se han deteriorado durante el día. En el cerebro se lleva a cabo la consolidación de la memoria y aprendizaje, y el cuerpo descansa, por lo que es vital no perjudicar este tiempo”, puntualiza Rivera.