¿Qué te parecería meterte en la piel de un conejo que lucha contra los extraterrestres o en la mente de un androide? La realidad virtual, que permite al espectador ser a la vez actor, es la nueva estrella de Cannes.
“Parece magia”, explica a la AFP el cineasta americano Eric Darnell, director de Madagascar, quien vino a presentar su cortometraje animado de seis minutos en realidad virtual Invasión! en el Mercado del Cine de Cannes.
El actor estadounidense Ethan Hawke (Gattaca, Good Kill) presta su voz para esta película que ofrece una visión de 360 grados y se inspira en La guerra de los Mundos, la novela de ciencia ficción de H.G. Wells.
Para verlo el espectador tiene que ponerse un casco de realidad virtual que le adentra en el universo de un conejo que combate a dos extraterrestres disfrazados de champiñones azules.
“Es un poco como en los principios del cine, excepto que en materia de realidad virtual todo va mucho más rápido”, explica Vincent Leclercq, del Centro Nacional del Cine (CNC) francés.
Estrella de esta edición del Mercado del Cine, el más importante del mundo, la realidad virtual (VR, por sus siglas en inglés) ya ha penetrado en muchos campos como los videojuegos, la medicina, el automóvil e incluso el porno.
La industria cinematográfica parece muy interesada en esta nueva tecnología y sus perspectivas de desarrollo.
El potencial de ingresos de la realidad virtual está estimado en alrededor de 20.000 millones de dólares de aquí a 2020, según los expertos del sector.
En el mercado de Cannes se han podido ver unas 35 películas de todo el mundo que ofrecen una visión de 360 grados.
Entre ellos también I Philip (Yo, Philip), un cortometraje de 14 minutos realizado por Pierre Zandrowicz que sitúa al espectador dentro de la cabeza de un androide al que le han implantado la memoria del célebre escritor de ciencia ficción Philip K. Dick y los recuerdos de su último amor.
“Uno de los principales problemas que plantea la realidad virtual reside en la escritura de los guiones”, explica a la AFP su productor, Antoine Cayrol.
“En un universo en 360°, el desafío consiste en que el espectador-actor mire allá donde queremos que mire”. Para lograrlo, uno de los trucos consiste en dar un portazo (en la película), lo que le obliga a girarse, precisó.
El material, que aún no está totalmente a punto, también es un obstáculo. “Trabajamos todavía de manera artesanal, hacemos bricolaje y pegamos dos cámaras entre ellas, por ejemplo. Durante el rodaje de ‘I Philip’, pusimos una bolsa de hielo encima de la cámara para evitar el sobrecalentamiento”, confesó.
Otro escollo, el acceso todavía limitado de estos filmes al gran público. “Sin duda el desafío más grande”, prosiguió Cayrol.
Hay que desembolsar varios centenares de euros para adquirir los primeros cascos de realidad virtual (como el Oculus Rift de Facebook, el HTC Vive o el Samsung VR) comercializados desde hace algunos meses.
En cuanto a los modelos más asequibles, como el Samsung Gear que Antoine Cayrol utilizó para exhibir su película en Cannes, “no tienen una calidad de imagen óptima”, reconoció.
Para los adeptos de la realidad virtual en grupo, una sala de cine exclusivamente dedicada a esta tecnología, la primera en Europa, abrió sus puertas en marzo en Ámsterdam. Sus asientos pivotan 360 grados (lo que permite tener un acceso a la totalidad de la imagen) y también están equipados con auriculares.
“Estamos en una fase de aprendizaje en la que la creación va más rápida que la distribución”, explica Vincent Leclercq.
“Dentro de algunos años, sonreiremos al ver los cascos tan grandes que llevábamos. Sin duda, bastará con las gafas”, concluye Eric Darnell.