Amor, discusión, reconciliación y hasta celos, son todos conceptos que conforman las relaciones de pareja, compromisos que llenan las páginas de revistas y son el ingrediente perfecto en los guiones de teleseries y de comedias románticas proyectadas en las salas de cines de todo el mundo.
Y en este universo plagado de amores y desamores, donde ellos se comprometen para formar algo serio, siempre hay uno de los dos que comete pequeños errores que ponen en riesgo lo ya creado, lo cual se traduce en mirar para el lado en el momento que estás con tu enamorada.
Seguramente en muchas ocasiones te ha pasado que estás con tu novio y pese a tu presencia él mira a otra chica cuando pasa cerca; acción que sin duda es una falta de respecto y un motivo notorio de tu enfado.
Pese a su actuar, no debes tomarlo como un engaño, ya que tal acción no quiere decir que te será infiel con todas las mujeres que ve en la calle o en su trabajo. Es más, Louann Brizendine, autora del libro “El cerebro masculino“, explica que desde la historia de las cavernas, en la naturaleza de los hombres está la búsqueda de varias parejas para reproducirse. Hoy, a miles de años de aquella época, el cerebro de un hombre sigue programado para acercarse a una mujer fértil.
Asimismo, la especialista afirma en su ejemplar que ellos miran a otras mujeres por estas tres sencillas razones:
1- La culpa es del cerebro
La experta sostiene en su escritos que una de las diferencias más evidentes entre el cerebro masculino y femenino es que ellos tienen un área de búsqueda sexual que es 2,5 veces mayor a la que se encuentra en el cerebro de una mujer.
Ello no quiere decir que los galanes miren con intenciones seductoras a cualquier mujer que se le cruce frente a sus ojos, pero si lo hacen con quienes ellos sienten una simple atracción física.
2- La importancia que juega la testosterona
Ello quedó demostrado en un estudio realizado por la Universidad de Columbia, el cual arrojó que los hombres tienen seis veces más de esta hormona corriendo por las venas que la presente en el cuerpo de una fémina. Del mismo modo, expertos de dicha institución encontraron que la testosterona afecta la región que controla los impulsos del cerebro; es decir, en su mayoría los hombres miran a una mujer antes de pensar en las consecuencias que le puede traer esto.
3- El ser humano es una criatura visual
Mientras ellas tienden a sentirse atraídas por rostros conocidos, a ellos les causa mayor interés la cara de alguien que nunca han visto antes. Motivo por el que los hombres al ver caminar a una mujer atractiva no dudan en voltear la mirada hacia ella, y no con el afán de seducirla, sino que solo mirarla por un par de segundos.
Y en este contexto de miradas y conflictos, hay que indicar que la relación de exclusividad es una característica propia de los compromisos establecidos por el ser humano. Si bien hay discusiones en torno a si la monogamia es propia de los seres humanos, lo real es que concebimos un noviazgo como un espacio de fidelidad.
Por ende, si un hombre mira a otra mujer es muchas veces por un tema de atracción, el cual puede darse porque dicha fémina se acerca a los prototipos que admiramos (físicos, culturales, intelectuales, emocionales, etc.) y eso nos genera un estimulo. Lo importante es cómo se maneja dicha situación y cómo la resolvemos rápidamente.
“En algunos casos puede ser algo momentáneo y sin mayor importancia, es decir, sólo está la atracción pero como el amor que sentimos por nuestra pareja es superior, este mirar no genera una conducta de infidelidad. En otros casos, poner nuestros ojos en otra chica por un par de segundos puede movilizar una conducta que nos lleve a desear una relación diferente a la que ya tenemos, y en ese escenario estamos acercándonos a la infidelidad lo que puede repercutir en la estabilidad del compromiso actual”, indicó Andrés Córdova, psicólogo experto en terapia de parejas y docente de Universidad San Sebastián
Asimismo, el experto afirmó que esta situación se puede generar en distintos escenarios y es totalmente independiente de los conflictos de pareja. Sin embargo, tal acción masculina puede ser foco de conflicto y presentarse con mucho más fuerza cuando la pareja ha dejado de ser atractiva para nosotros o en un periodo de distanciamiento o quiebre en la relación. También queda de manifiesto una vez que concluye la etapa de enamoramiento y la rutina se impone en la relación.
Para detectar en qué parte del compromiso puede ocurrir tal comportamiento, es vital revisar el planteamiento del Psiquiatra y psicólogo Juan Luis Linares (2010), quien propone las siguientes etapas en la relación de pareja: Enamoramiento, Amor, Desamor y Litigio. Esta propuesta lleva implícita la idea de que los noviazgos tienen siempre la posibilidad de un término y entonces es necesario aceptar una posible pérdida.
Si bien todos concebimos la idea de querer estar con nuestro enamorado por toda la vida, el incorporar estas dos últimas etapas nos ayudan a comprender que es posible que en algún momento la relación llegue a un término, debiendo entonces reorganizar y elaborar la pérdida.
Haciendo una revisión rápida de las etapas podemos indicar que en el “Enamoramiento” existe una imagen idealizada de la pareja; la etapa de “Amor” se caracteriza por una visión real del otro; el “Desamor” esta marcado por la desilusión y el desinterés por mantener un proyecto común, acá se deja de lado el “nosotros” y cada uno tiende a despreocuparse del otro generando constantes conflictos. Por último, está la etapa de “Litigio” caracterizada por el conflicto que se presenta habitualmente tras la separación, donde se debe reorganizar la relación, particularmente cuando hay hijos, y en algunos casos la distribución de los bienes compartidos.
Entendiendo el ciclo evolutivo que se describe anteriormente, podemos entender que hay dos momentos cruciales en donde ese mirar a otra mujer podría estar cargado con una intención adicional. Una de ellas es la etapa del Amor, pues en este punto ya no hay una idealización de la pareja y se entiende que hay características que nos atraen y otras no. “Si bien en ese ciclo debemos lograr la aceptación del otro, pudiéramos empezar a observar que hay elementos que mi mujer no posee y que si resaltan en otra chica. Esto se resuelve básicamente siendo capaz de aceptar a la pareja tal cuál es”, declaró el Docente de la Universidad San Sebastián.
Otro momento en que pudiera generarse atracción hacia un tercero es claramente durante la “Etapa del Desamor “, periodo en que ya se ha perdido interés hacia el otro y los terceros comienzan a completar las carencias que ha generado la relación de pareja actual.
Asimismo, esas miradas pueden ser una técnica por parte de los hombres para aumentar su seguridad y autoestima frente a temas de ego, pues éste último se ve reforzado cuando se logra conquistar a alguien, ya que es ahí que el macho experimenta sentirse deseado, querido y acompañado.
Tal situación fortalece la auto confianza y la seguridad en ellos y resulta altamente estimulante. Sin embargo, en algunos casos el involucrarse más allá puede interferir en sentirse cargado de culpas que podrían generar fuertes conflictos internos e incluso repercutir negativamente en nuestra confianza y seguridad. El cómo se enfrenta esta situación está teñida de nuestras creencias, visiones de mundo y expectativas sobre la pareja
Por lo tanto, y para evitar poner en riesgo la relación por un simple “mirar”, hay que entender que existe una dinámica relacional que se fundamenta en nuestras creencias, definiciones personales, expectativas y nuestras historias personales que nos llevan a configurar una relación sentimental. En este sentido, quizás hay que preguntarse ¿qué aporta cada uno para sostener la relación de fidelidad basada en el cuidado y en la proyección de ésta?
Cuando se tiene eso claro, si el hombre mira a otra mujer solo deja de manifiesto que su actuar se debe a que ésta pasó frente a sus ojos pero que no lo hace con un afán de deseo; ya que el sabe lo que tiene, lo que desea y está consciente de lo que ha creado con su pareja.