David Fritz disfrutaba el 13 de noviembre en París de un concierto en la sala Bataclan cuando fue tomado como rehén. Tres meses después decidió viajar a su Chile natal en busca de respuestas para cicatrizar la herida.

“La primera decisión que tomé fue irme a Chile. Necesitaba acercarme a mi raíz”, cuenta a la AFP David, un fotógrafo de 24 años que busca superar el trauma de haber estado retenido por yihadistas durante un ataque en el que murieron 90 personas.

David, un moreno de pelo largo, vestido de negro y con un estilo “rockero”, repasa en un café los últimos cuatro meses de su vida.

“Fui a la Patagonia a superar mi trauma”, dice David, quien nació en Pucón, pero lleva más de 20 años viviendo en París.

“Era una sensación de estar muy lejos. El sufrimiento fue terrible. Pero yo necesitaba sufrir tanto para sentir las cosas”, recordó David. Todavía conserva el ritmo melodioso del acento del sur de Chile, pero su dicción delata que el francés se ha convertido en su lengua cotidiana.

David pensó que, como fotógrafo, las imágenes de su recorrido podrían formar parte de su terapia. “Tenía que ir a las Torres del Paine. Pero cuando me encontré solo, no me sentí bien“, contó.

En su viaje, David llegó a un lugar situado a más de 3.000 kilómetros al sur de la capital chilena. “Me acuerdo de una carretera que se llama la Vía del Fin del Mundo, eso es terrible, es muy violento”, dijo.

En un momento, mientras intentaba caminar y el viento lo botaba, recordó su vida en París.

“No sé por qué pensé en comerme un ‘croissant’. La vida a veces son cosas muy simples“, afirmó. En ese momento decidió terminar la travesía y viajar a Pucón, ya que su terapia pasaba más por estar con su familia.

“Mi psicóloga me ha dicho que yo necesitaba sufrir tanto para entender. Cuando estoy acá en París, estoy ocupado, veo gente, hago cosas, eso duerme el dolor. Y estar ahí solo sin hablar con nadie hizo resurgir cosas en mí y la tristeza que surgió fue el trauma que tengo”, contó.

“Me siento más en paz”

David esperó al concierto que el grupo Eagles of Death Metal ofreció en París el 17 de febrero para viajar.

“Ese concierto me ayudó mucho. Percibí un cambio, la gente no estaba muriendo a mi alrededor, todos estaban muy alegres. Eso me ayudó a seguir adelante. Se mezclaban otras víctimas con gente normal y eso provocó un equilibrio. Recibí la energía”, señaló David.

No sólo le ayudó el concierto, sino también el viaje. “Siento que el viaje curó un poco el dolor. Me siento diferente, me siento más en paz, más centrado en lo que siento yo. Un poco más paciente“, señaló.

David no comprende qué les pudo pasar por la mente a los autores del atentado.

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“El terrorista me dijo: ‘todo esto lo estamos haciendo por Dios’”, recordó David, que no es creyente. “Es una pregunta que me hago siempre (…) por qué la gente hace cosas tan malas pensando en Dios”.

Esperanza

Con los autores del ataque habló poco, pero uno de ellos sí le preguntó de qué origen era.

“El terrorista me preguntó de qué origen era. Para mí que los terroristas querían matar a gente francesa, Francia, la libertad, ser libre y creer lo que uno quiera”, recordó.

“Quizás vieron mi cara y algo les pasó”, apunta como hipótesis, que no le convence del todo, porque al fin y al cabo le amenazaron y uno se hizo estallar no muy lejos de él.

Cada día intenta seguir adelante, pero su vida cambió. “No puedo quedar fijado en ese momento. Toda mi vida está movida por eso, toda mi vida esta filtrada por eso, es muy difícil estar en una sala de concierto, estar aquí en un café. Siempre estoy pensando que algo puede suceder”, contó.

Los recientes atentados de Bruselas reabrieron la herida. “Los atentados de Bruselas no me han ayudado; yo sé que hay muchos peligros porque hay gente que quiere destruir todo lo que somos, la libertad de ser, de creer, ellos tienen una envidia”, planteó.

Sin embargo, David es optimista. “Estoy entre enojado y esperanzado por el futuro y por la gente que está sufriendo, porque lo que yo sufrí una noche hay gente que lo vive todos los días en otros países”.