Los posibles restos mortales del sacerdote Camilo Torres, miembro del Ejército de Liberación Nacional(ELN) e ícono latinoamericano de la lucha guerrillera, fueron exhumados este martes en Colombia, donde fue muerto hace 50 años en manos del Ejército, informó el instituto forense adscripto a la Fiscalía.
“El Instituto de Medicina Legal y Ciencias Forenses exhumó hoy, en el Cementerio Municipal de Bucaramanga (Santander, noreste), los restos de un hombre, de quien se presume podría tratarse del sacerdote Camilo Torres Restrepo”, señaló en la entidad en un comunicado.
“Esta labor se llevó a cabo luego de analizar documentación histórica y periodística que permite inferir que posiblemente los restos corresponderían al cura“, apuntó el texto, citando a Carlos Valdés, director del instituto.
Valdés agregó que “los restos exhumados serán trasladados a Bogotá para su análisis genético con el fin de obtener los perfiles necesarios y poder determinar la identidad”.
“Se hará el cotejo con el ADN de unos familiares para conocer los resultados lo más pronto posible”, precisó.
Hace diez días, el presidente Juan Manuel Santos anunció haber ordenado la búsqueda de los restos de Torres como un “gesto” para iniciar un proceso de paz con el ELN, segunda guerrilla de Colombia y, desde enero de 2014, en conversaciones preliminares con el gobierno para instalar una mesa de negociación formal.
El sacerdote Torres perteneció al guevarista Ejército de Liberación Nacional(ELN), surgido en 1964 a inspiración de la la Teología de la Liberación y la Revolución cubana, y falleció en un enfrentamiento en el municipio de San Vicente de Chucurí, unos 40 km al suroeste de Bucaramanga.
Colombia, que busca poner fin a un conflicto armado de más de medio siglo, con participación de guerrillas, paramilitares y fuerzas militares, y por el accionar de bandas narcotraficantes, está cerca de firmar un acuerdo de paz con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), con las que negocia desde hace más de tres años en Cuba.
El conflicto interno colombiano, iniciado como una sublevación campesina, ha dejado al menos 220.000 muertos y más de seis millones de desplazados.