El obsceno liderazgo de Ricardo Lagos

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Lo que hizo Lagos en La Moneda, hace unos días, fue una obscenidad. No hay otra forma de calificar su irrupción en una residencia habitada para criticar a la dueña de casa –en su usencia-, hablar de sí mismo, justificar sus jarrones rotos como éxitos, exhibirse como garante de la Patria y sublevar al personal subalterno. Fue el acto de impaciencia de un hombre en extremo mal educado.

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Lo que hizo Lagos en La Moneda, hace unos días, fue una obscenidad. No hay otra forma de calificar su irrupción en una residencia habitada para criticar a la dueña de casa –en su usencia-, hablar de sí mismo, justificar sus jarrones rotos como éxitos, exhibirse como garante de la Patria y sublevar al personal subalterno. Fue el acto de impaciencia de un hombre en extremo mal educado.

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