“Amor de Primavera”, programa que la Orquesta Sinfónica de Chile ofreció el reciente fin de semana en el Teatro CEAC de Plaza Italia, de nuevo bajo la excelente batutal del directo sueco Ola Rudner, significó un nuevo concierto brillante, en que además se contó con la participación del joven pianista austríaco Stefan Stroissnig. En el programa se abordaron obras de Mozart y Schumann, junto el estreno mundial de “Antítesis”, creación del flautista y compositor chileno, Christian Vásquez.
La partida la dio, “Antítesis”, obra de 10 minutos, con tintes contemporáneas en base a colores musicales repetidos, al estilo del “Bolero” de Maurice Ravel y -según el propio Vásquez, “situada en la línea de las obras impresionistas” con un buen ritmo interpretativo de la Sinfónica, a ratos con algunos guiños a la música descriptiva del italiano Otorino Respighi.
El segundo tema marcó el debut en Chile, del destacado pianista austriaco, Stefan Stroissnig, quien dió vida al conocido Concierto N° 20 en Re menor, para piano y orquesta, K.V. 466, del afamado compositor Wolfgang Amadeus Mozart. Muy conocido, con un “leif motiv” especial, tuvo en el concertista europeo, a un muy bien preparado y sobrio intérprete, muy concentrado en su despliegue instrumental y su excelente relación musical con la Sinfónica, para -junto a la correcta dirección de Rudner, obtener un esplendido resultado. Muy aplaudido por su ejecución, Stroissing accedió a ejecutar un”encore”, la composión “Canción sin palabras”, bella y romántica melodía de Félix Jacobo Mendelssohn.
El músico se mostró contento ante el desafío que significó presentarse por primera vez en el país. “Tuve una maravillosa colaboración con la Orquesta Sinfónica de Chile. Comprobé su profesionalismo y seriedad, por lo que quedé muy feliz por la reacción del público”.
Stroissnig reconoció que “Es cierto que Mozart se convirtió probablemente en el más famoso compositor clásico que haya habido nunca, y en Austria el contacto con su música es, por supuesto, aún más que en otros países. Yo diría que es también algo como una glorificación a su persona y trabajo, que no hace que sea más fácil de interpretar. Así, a pesar de todo su genio y tratamiento divino, trato de verlo desde el lado humano, con todas las emociones y los problemas, para acercarme a esta persona y su música”, señaló.En cuanto a la obra en particular, indicó que “El concierto para piano KV 466 es uno de los dos únicos conciertos en tonos menores. En este concierto él trae un lado muy oscuro, y también cambios en algunos aspectos del significado de Solo y Acompañamiento. Para mí es una obra emocionante y revolucionaria”.
El programa finalizó con la Sinfonía Nº 1 en Sib “Primavera”, Op.38, de Robert Schumann. Escrita entre enero y febrero de 1841, y estrenada por la Orquesta de la Gewandhaus en Leipzig el 31 de marzo de 1841, bajo la dirección de Félix Mendelssohn-Bartholdy, fue inspirada en un poema de Adolf Böttinger y en el buen momento que atravesaba el compositor tras su boda con su amada Clara.
En esta composición, con que se despidió el conductor Rudner, la Sinfónica relució con colores propios y sus ejecutantes tuvieron momentos muy felices, en especial en la parte final, con gran lucimiento de las maderas, principalmente los solisas Hernán Jara en flauta y Guillermo Milla, en oboe.