De seguro en más de una ocasión alguna mujer ha sentido una “corazonada” o sensación extraña de que algo no anda bien. Esto es lo que se ha llamado por construcción popular el “sexto sentido” o intuición.
Si bien hasta el momento hay varios puntos de vistas respecto a este tema, a ciencia cierta no se ha logrado determinar si efectivamente existe tal “don”. Lo que sí se tiene claro es que la mayoría de las veces se le atribuye más este tipo de “presentimiento” a las mujeres que a los hombres, producto de que el sexo femenino resultaría ser un tanto más perceptivo con las emociones.
La intuición
Según su definición, la intuición es la habilidad para conocer, comprender o percibir algo de manera clara e inmediata sin la intervención de la razón.
Desde la psicología la comprensión de este concepto presenta posturas diversas, entre ellas se destaca la del psicólogo alemán Gerd Gigerenzer quien plantea que ésta corresponde a un “elemento básico y necesario en la vida de las personas que ocurre inconscientemente derivado de habilidades evolutivas de los seres humanos a través del cual se toman decisiones y buscan soluciones rápidas a problemas complejos”.
Tomando parte de esta lógica, para la psicóloga Alejandra Jerez ello “permite evitar la saturación de nuestro cerebro por el exceso de información que hemos de manejar en la vida cotidiana. Por lo tanto la intuición emerge de la experiencia del ser humano como una forma de procesar la información”.
Palabras en las que coincide la psicóloga Consuelo Acevedo, quien sostiene que esto tiene que ver con las experiencias acumuladas y la conexión con los sentimientos, en definitiva una especie de “sexto sentido”.
Pero más allá de estas sensaciones, Antonio Damasio, neurocientífico estadounidense, postula que la razón no puede desligarse de su contexto emocional, ya que es fundamental en el momento de tomar decisiones. Por ello, a las señales intuitivas que nos guían a la hora de adoptar una determinación las llama “marcadores somáticos” o sentimientos viscerales, los cuales serían como una especie de sensor que alerta ante un potencial peligro.
Damasio apunta a que en las mujeres estos sentimientos viscerales estarían mucho más disponibles que en los hombres.
¿La mujeres son más perceptivas que los hombres?
Para Jerez no es que las féminas sean más perceptivas, sino que más bien “por factores de habilidades cerebrales y determinantes socioculturales pueden percibir de forma diferente al hombre“. Como ejemplo de ello la profesional propone que las mujeres son más capaces de capturar señales desde el medio ambiente con niveles bajos de estímulos sensoriales. “Es así como poseen mayor facilidad en identificar o percibir las señales que ofrece el lenguaje no verbal de otras personas, facilitando, por lo tanto, la resolución de problemas o tomas de decisiones desde un punto de vista más intuitivo”, sostiene.
Ante este dilema, y según lo sostenido por Acevedo, la persona mientras más esté conectada con sus emociones, más posibilidad tendrá de experimentar otras percepciones. “Es una capacidad extrasensorial”, explica.
Para esta psicóloga existen dos tipos de percepción: la racional (mente) y la emocional (cuerpo), donde incluso se pueden recordar imágenes o sonidos que permitan adelantarse a lo que va a pasar, o bien mantenerse en estado de alerta. A partir de ello es que apunta que la mujer puede lograr una conexión más fuerte con las emociones o sentimientos. “El hombre, en tanto, tiene un pensamiento mucho más reflexivo y un análisis más consciente”, indica.
¿Existen distinciones cerebrales en esta materia entre hombres y mujeres?
Según consigna la psicóloga Alicia López en el diario Clarín, Christine de Lacoste-Utamsing -bióloga de la Universidad de Columbia- en el año 1983 “demostró que los haces de fibras nerviosas del cuerpo calloso, que une a los dos hemisferios cerebrales son más voluminosos en las mujeres que en los hombres. Esto determinaría un intercambio de información más intenso entre ambos lados del cerebro y, por lo tanto, una capacidad mayor de integración a la hora de resolver los problemas que se presentan en la vida cotidiana”.
Al comparar los cerebros masculinos y femeninos, numerosos neurofisiólogos han podido ratificar la existencia de variaciones entre éstos. Mientras el hombre tiene un volumen mayor en el hemisferio izquierdo en relación al derecho, en el caso de las mujeres sería completamente al revés, lo que “podría ser la causa de que las mujeres tengamos una menor capacidad para disociar el comportamiento emocional del racional”, admite López.
Esto se traduciría en que el sexo femenino tendría mayor facilidad de adaptarse a diversas situaciones, teniendo además con ello intuición y sensibilidad.
Por su parte Jerez apunta a que existen distinciones en la organización del cerebro entre hombres y mujeres, hecho que se debería a los factores biológicos como hormonales, madurativos y genéticos, entre otros, y donde además influirían elementos socioculturales que radican en el modo de procesar la información.
Según relata esta psicóloga, existen diferencias en el hipotálamo (centro ejecutivo encargado de las funciones de homeostasis o equilibrio del organismo), marcado por una notable influencia hormonal, con andrógenos en los hombres y estrógenos en las mujeres, así como también diferencias entre la materia gris y blanca, y cuerpo calloso (zona encargada de unir ambos hemisferios cerebrales), por mencionar algunos.
Se trata de diferencias que “permiten comprender por ejemplo el que los hombres poseen una mayor capacidad visuoespacial o resolución de problemas matemáticos, favoreciendo el razonamiento concreto y concentrado, y en la mujer, por el contrario, tenga una mejor fluidez verbal, tareas motoras delicadas, localización de objetos en una serie, sensibilidad, favoreciendo una inteligencia más intuitiva y razonamiento más amplio“.
A partir de estas explicaciones podemos inferir que efectivamente existirían distinciones cerebrales entre hombres y mujeres, donde esta última estaría más conectada con las emociones y la capacidad de percepción.
El factor madurez
Si bien se habla que las mujeres durante el embarazo y posterior a éste se vuelven más intuitivas, hecho que no está totalmente confirmado, lo cierto de ello es que sí se logra generar una importante conexión con el primogénito, donde incluso muchas veces las hace sentir o percibir situaciones como por ejemplo: Cuando el bebé tiene hambre, le duele algo, se siente mal o cuando simplemente necesita de su madre.
De acuerdo a lo sostenido por un estudio dado a conocer en la revista Psychoneuroendocrinology, la intuición femenina sí se podría formar en el embarazo.
En tanto, para los profesionales del área de la psicología la intuición no tendría una edad específica o periodo determinado para manifestarse en plenitud, sino que más bien esta “forma de tomar decisiones” se deriva del hecho de “contar con las capacidades cerebrales desarrolladas por maduración asociadas con la edad adulta, la adquisición de la experiencia que otorgan los años de vida y la impronta sociocultural, instancia en la que la mujer ejerce diversos roles que le permiten ejercitar y potenciar el uso de esta forma de procesar la información que recibe del medio ambiente en el que se encuentra inmersa”, sostiene Alejandra Jerez.
En esa misma línea Consuelo Acevedo sostiene que esta especie de “poder intuitivo” no lo atribuiría a ninguna edad en específico, aunque agrega que se puede dar “cuando hay una maduración emocional, que puede ser en la adultez”.
Respecto a la capacidad de poder desarrollar una mayor conexión con las emociones durante el periodo de embarazo, la psicóloga apunta a que este hecho se asociaría “con la exposición de ciertas sustancias o elementos (hormonas) que hace que la mujer se vea inmersa en un estado de mayor sensibilidad”.
Y entonces ¿existe el sexto sentido?
De acuerdo a un estudio realizado por psicólogos de la Universidad de Melbourne en Australia, lograron constatar que la mente del ser humano es capaz de notar cambios a su alrededor, pese a que algunas veces no podía precisar en qué consisten estas transformaciones. Esto, según los profesionales, apuntaría a que no existe un sexto sentido.
“Nosotros hemos demostrado que aunque es cierto que los humanos son conscientes de la existencia de cambios que no han podido identificar visualmente, esta capacidad no se debe a una percepción extrasensorial, es decir, al llamado ‘sexto sentido‘”, explica Piers D. L. Howe, uno de los psicólogos.
Mientras que, por su parte, Alejandra Jerez recuerda que Brown (2005) en una investigación relativamente reciente señala que “al parecer nuestro cerebro, específicamente la corteza cingulada anterior, detecta señales muy sutiles del entorno a nivel inconsciente, situación que podría responder al concepto de “sexto sentido”.
Pese a que existan visiones que refutan la existencia de la intuición femenina, lo cierto es que diariamente las mujeres padecen de estas sensaciones inexplicables y que las hacen ver el mundo de una forma diferente, desde el lado de las emociones. Se trata de una visión de un mundo más amplia donde incluso muchas veces las lleva a predecir ciertos hechos o situaciones, todo ello tras una inconcebible y a la vez magnífica capacidad de percepción.