Empujada a comprometerse en la lucha contra los yihadistas del Estado Islámico (EI), Turquía está aprovechando la ofensiva para atacar también a los rebeldes kurdos, a riesgo de romper la frágil tregua decretada hace dos años.
La semana pasada el gobierno turco dio un giro a su política en Siria y decidió atacar por primera vez al EI, al que acusa de estar detrás del atentado que dejo 32 muertos el pasado lunes en la ciudad de Suruç.
En paralelo, las autoridades turcas han enviado sus aviones al norte de Irak para bombardear la retaguardia del Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK) tras una serie de ataques mortales contra sus fuerzas de seguridad.
Turquía combina así las dos operaciones dentro la misma “guerra contra el terrorismo”, aunque las milicias kurdas de Siria, muy cercanas al PKK, y los yihadistas luchan entre sí en el territorio sirio.
Según los observadores, la doble ofensiva tiene el objetivo de evitar que los kurdos extiendan su influencia en el norte de Siria y, al mismo tiempo, reforzar al presidente Recep Tayyip Erdogan en caso de elecciones anticipadas.
“Este gobierno equipara el PKK y al EI y, aunque las dos organizaciones son distintas, sirve para los objetivos del gobierno”, afirma Marc Pierini, de la fundación Carnegie Europe.
Según David Romano, de la universidad de Misuri (Estados Unidos), la prioridad turca es clara: primero los rebeldes kurdos y luego los yihadistas. “Ankara mata dos pájaros de un tiro”, asegura este especialista del movimiento kurdo.
Además, el hecho de permitir al ejército de Estado Unidos usar la base de Incirlik (sur) para atacar al EI en Siria e Irak es, según Romano, una estrategia del gobierno turco para que Washington se aleje de los kurdos.
Desde las derrotas yihadistas en Kobané y Tall Abyad, el Ankara está preocupada por el avance de las milicias kurdas en el norte de Siria y quiere evitar la creación en su frontera de una región autónoma kurda.
Esto explica la equivalencia que hace el gobierno turco entre yihadistas y PKK. “Aunque los movimientos actúan de manera diferente, comparten las mismas tácticas y los mismos objetivos”, aseguró el portavoz de Erdogan, Ibrahim Kalin, en el periódico Sabah.
Política interior
El atentado de Suruç y los ataques kurdos llegaron poco después de las legislativas del 7 de junio, en las que Erdogan perdió la mayoría absoluta que tenía en el parlamento desde hacía trece años.
“La comunicación sobre la ‘guerra contra el terrorismo’ se inscribe en el marco de la política interna” según Marc Pierini, que asegura que Erdogan espera que una ofensiva contra el PKK le haga ganar votos del electorado nacionalista.
“La guerra contra el terrorismo es un pretexto. El auténtico objetivo es obtener la revancha de las elecciones del 7 de junio”, explica por su parte Cengiz Candar, del periódico Radikal.
Según los analistas, la opción contraria —buscar la paz con los kurdos tras un conflicto que ha dejado 40.000 víctimas— podría convertirse en una victoria política para Erdogan, que en 2012 se arriesgó a empezar a negociar con el jefe encarcelado del PKK, Abdullah Öcalan, odiado por muchos turcos.
David Romano cree que PKK tiene ahora otras prioridades que su lucha en Turquía: “Está muy ocupado combatiendo a los yihadistas en Turquía (…) Creo que se retirarán [de Turquía] y que no retomarán seriamente la guerrilla”.