Que no te mientan; tatuarse duele. No es un dolor que nuble la mente, sino que es una molestia perfectamente abordable mientras se efectúa el procedimiento y posteriormente en la etapa de recuperación.
Para muchos, el dolor es la principal preocupación a la hora de querer plasmar una imagen en su piel, aunque desconocen que lo más delicado son los cuidados a los que debe estar sometida la persona tatuada después de los “pinchazos”.
Tanta precaución se explica fácilmente: el tatuaje es una lesión en la piel y, de no cuidarse apropiadamente, puede ser la puerta de entrada para infecciones u otros problemas cuyo tratamiento puede costar mucho más que el mismo diseño en la dermis.
Incluso, estos mismos problemas pueden alterar el tatuaje, lo que obligaría a una nueva intervención.
Una alimentación adecuada junto con evitar el tabaco y el alcohol ayudan ostensiblemente al proceso de recuperación, según estiman los tatuadores Patricio Aguayo y Gedeon Espinoza. Ambos mantienen en Concepción el Estudio Calavera, ubicado en Freire 1.233.
El lugar y los instrumentos
En primer lugar, especialistas apuntan a que la atención la debe concentrar las dependencias donde se efectúe el tatuaje y los implementos que se utilicen.
“El lugar y los instrumentos que se utilicen deben contar con resguardos de la aseptización para no contraer algún tipo de infección. Cada vez son menos los lugares poco preparados, los tatuadores se han hecho más profesionales y van utilizando material estéril para sus tatuajes”, estima Héctor Fuenzalida, dermatólogo de la Universidad de Santiago.
Lamentablemente, la legislación actual no contempla una certificación específica para los tatuadores, que acredite el cumplimiento de conocimientos mínimos.
“Solo existe regulación sobre el espacio físico donde se hace el tatuaje, el piso lavable y el material estéril, pero no hay evaluación de tatuadores”, asegura Gedeon Espinoza.
El conocimiento del cuerpo
Si la persona quiere asegurar el éxito del tatuaje debe estar muy al tanto de su cuerpo, manifiesta el tatuador Patricio Aguayo. Entre los puntos que debe poner suma atención el individuo, agrega, es la cicatrización y la tolerancia al dolor.
El primer punto es fundamental, porque de ello dependerá cómo se vea finalmente el tatuaje. “La persona que no tenga una buena cicatrización no le recomiendo nunca tatuarse, que investigue bien su cicatrización. Todos de forma natural deberíamos cicatrizar lo más rápido posible”, afirma.
En esto coincide el dermatólogo Héctor Fuenzalida, quien señala que si no existe una cicatrización apropiada, el diseño del tatuaje se puede distorsionar. “En las condiciones propias del paciente se debe tener en cuenta su genética respecto a la cicatrización. Pudiera haber una cicatrización anormal donde pudiera haber tatuajes y donde pueden llegar a cicatrices hipertróficas (abultadas) o a cicatrices queloides (que abarca más allá de la zona afectada)”.
La tolerancia al dolor también debe ser un criterio a considerar, agrega Aguayo. Si bien subraya que el tatuaje tiene niveles de dolor tolerables, el umbral cambia dependiendo de la persona y solo la misma persona lo conoce de acuerdo a lo que ha experimentado. Eso sí, no existe una regla general para todos los casos.
“Yo conozco personas que se ven como deportistas adrenalínicos y sufren con cada tatuaje, así como también otras que se quedan dormidas. Hay clientes que ‘chillan’ de inmediato porque tienen una predisposición instaurada muy fuerte al dolor, pero hay otros clientes, sin distinción de género, que tú los tatúas y no sufren, les duele solo lo que les tiene que doler. Saben soportar muy bien y eso hace que la sesión sea mucho mejor”, explica.
Evitar el verano a la hora de tatuarse
Pese a que no existe una “mejor estación” para tatuarse, tanto desde el punto de vista dermatológico como entre los mismos tatuadores coinciden en que a toda cosa los procedimientos de este tipo no se deberían efectuar en el verano.
“Siempre se recomienda que los procedimientos en piel ojalá no sean en el verano porque [además de los pigmentos que se introducen en el tatuado], el exceso de sol también puede pigmentar la piel de forma natural, lo que mancha las heridas”, señala el doctor Fuenzalida
La misma línea sigue Gedeon Espinoza, quien reconoce las dificultades para “esconder” del sol un tatuaje recién hecho en verano. Además, sostuvo que se debe sopesar el tiempo de recuperación del tatuaje y la regeneración de la piel sobre la zona intervenida.
“Si me tatúo en invierno el ambiente es más húmedo, el tatuaje sana y después genera una capa de piel encima que lo vuelve a cubrir, por lo que ya estará normal cuando llegue el verano. Si me tatúo en verano, por mucho que sane en dos semanas el sol tendrá de inmediato contacto directo con los pigmentos del tatuaje y no estará la capa de piel que lo cubra”, expresa.
La vigilancia de la herida
Cuando ya se realizó el tatuaje, lo normal es que la herida bote un líquido amarillento. Esto no debería ser de mayor preocupación, ya que corresponde al exudado que ayuda al proceso de cicatrización, según un informe de la World Union of Wound Healing Societies.
“Este líquido es parte de lo esperado”, afirma el dermatólogo Héctor Fuenzalida. Éste surge cuando existe una alteración de la normalidad de la piel y “lleva nutrientes, defensa y cicatrizante”.
Patricio Aguayo subraya que el exudado es fundamental para el sellado de la herida, y las 24 horas posteriores son fundamentales para el futuro del tatuaje.
“Lo ideal”, afirma, “es que, tras el tatuado, se utilice un parche film que contribuya a sellar y aislar la herida. Yo recomiendo reemplazar el parche cada dos horas, porque si bien hay personas que tienen una muy buena cicatrización y el líquido les sella muy rápido, hay otras que necesitan estar limpiándolo un poco más constante, porque exudan más”.
Eso sí, el exceso de humedad es peligroso y si la persona no se preocupa de secar la herida, sobre el tatuaje puede aparecer una alergia, espinillas u otro tipo de lesiones que podrían alterar la zona. “En base a mi experiencia, me he dado cuenta que ese tipo de alergia es porque la persona se deja el parche demasiados días o pasan muchas horas sin cambiar el parche durante las primeras 24 horas”, agrega Aguayo.
El doctor Fuenzalida, por su parte, también repara en que el parche requiere un control con el objetivo de evitar problemas mayores.
“Si ese film lleva a ocluir completamente la piel, y si no lo estoy controlando médicamente con alguien que sepa podría ser que se produzca una infección y yo no me de cuenta, y llegue a una celulitis infecciosa, que es mucho más compleja”, afirma.
Por su parte, el dermatólogo subraya que el tatuaje debe ser manipulado lo menos posible para mantener la zona limpia, lo que debe ser complementado por la aseptización previa.
Una vez que la herida selle, los tatuadores suelen recomendar cremas como Bepanthol, de venta libre y que contiene algunos componentes que no necesariamente aceleran la cicatrización, pero pueden ayudar a esta etapa. El agua debería bastar para la limpieza, evitando jabones fuertes que dañen la piel.
Cuidado del cuerpo, de adentro hacia afuera
La persona que recién se ha sometido a un tatuaje debe velar por su alimentación y los productos que ingiere, según la recomendación de los tatuadores. En este punto es fundamental evitar las grasas, el alcohol y el tabaco, los que dificultan el proceso de cicatrizado.
Una tarea delicada es el secado del exudado que brota de la herida. Para ello debe emplearse papel desechable con cuidado, tocando con suavidad la zona sin arrastrar para evitar la alteración de la piel. No conviene ocupar una toalla de uso cotidiano por el riesgo de infecciones, ni menos algodón seco debido a los restos que éste puede dejar en la herida.
Del mismo modo, también se recomienda evitar por algunos días los ejercicios de fuerza en donde pueda haber una presión sobre la herida y ocasione que ésta se abra nuevamente o no sane con normalidad.
¿Y si me arrepiento del tatuaje?
Es responsabilidad del interesado, antes de ponerse en manos del tatuador, investigar sobre la persona que dirigirá el procedimiento, los cuidados de higiene del local y, sobre todo, estar seguro del diseño que se fijará en la piel. Lo anterior debería bastar para no remarcar el tatuaje.
Por su parte, el doctor Fuenzalida señala que las alternativas para quienes deseen eliminar sus tatuajes hoy son más amplias que antaño.
“Está la cirugía clásica de extirpación del lunar completo, lo que es un poco agresivo hacerlo y decirlo, sacar completamente el tatuaje. Pero también hay térmicas de dermoabrasión, de desgaste de la piel”, sostiene, aunque advierte que en todas estas opciones quedarán restos o vestigios, por lo que no se puede borrar totalmente el diseño.
Un cuidado apropiado y las precauciones evitarán que el tatuaje se decolore, se altere, y termine siendo una molestia más que la expresión material del deseo de la persona que busca concretar en su piel lo que cruzó muchas veces por su cabeza.