Las mujeres egipcias, romanas y griegas usaban una serie de ungüentos o plasmas a base de vegetales y tierra para curar sus heridas o para usar en el cuerpo. Así, las primeras mascarillas se usaron con fines medicinales, con propiedades curativas.
Más tarde las mujeres descubrieron que la piel absorbía los ingredientes con que estaban hechas las máscaras y se percataron de los resultados de estos productos, que mantenían su piel saludable y fresca.
Hoy en día las mascarillas son consideradas unos de los tratamientos de belleza más efectivos y, sobre todo, prácticos.
Ya que estas no sólo actúan en las capas superficiales de la piel, sino que hay varios cosmetológicos que son específicamente para capas más profundas.
Las máscaras, en general, ayudan a combatir el envejecimiento cutáneo, exfoliar y purificar la piel, combatir el acné y a dar un efecto tensor y alisado.
Al igual que los sérum -producto de belleza facial-, muchas mascarillas tienden a reparar la piel fatigada, es decir, la calman y la desintoxican.
Lo mejor de todo es que para su uso sólo son necesarios unos pocos ingredientes naturales y alrededor de cinco minutos para poner la mezcla sobre el rostro que luego adquiere vitalidad y frescura.
Avena y yogurt: Especial para pieles propensas al acné
La preparación de esta mascarilla es muy fácil, sólo necesitas un poco de avena y yogurt natural.
Cocina en unos minutos avena instantánea, cuando se enfríe mezcla con media taza de yogurt. Aplícalo en tu rostro por 15 minutos y lograrás sacar las impureza.
La gracia de esta mascarilla es que gracias al ácido láctico que contiene el yogurt, ayuda a secar de forma rápida las espinillas sin producir irritación.
Mascarilla para retrasar signos de envejecimiento
Para esta mascarilla sólo necesitarás rosas. Para prepararla debes triturar los pétalos de cinco de estas flores frescas hasta formar una pasta.
Luego debes aplicarla en tu rostro por 15 minutos y retira con agua fría y disfruta este secreto milenario.
Piel tersa
Para hacer una mascarilla que la piel tersa y suave al instante, prueba mezclando dos cucharadas de miel de abeja, una clara de huevo y una cucharada de jugo de limón hasta lograr una pasta, que aplicarás en tu cara con suaves movimientos circulares.
Déjala actuar por 20 minutos y retírala con un poco de leche descremada tibia y disfruta de los resultados.