Ser seguro de sí mismo es una gran virtud que en la actualidad pocas personas reconocen tenerla, pues se ha ido desvaneciendo y ha sido remplazada por la inseguridad tan propia de muchos hombres y mujeres, que ante algún episodio de estrés dejan aflorar aquellas inseguridades típicas que van en contra su personalidad.
Es en este contexto que los conceptos de baja autoestima e inseguridad saltan a la vista, convirtiéndose en los grandes gestores de posibles fracasos laborales o personales; los cuales se manifiestan a través de un determinado lenguaje corporal y comportamientos recurrentes que generan un quiebre en la forma de ser y pensar del individuo.
Ante esto hay que preguntarse: ¿por qué hay un alto grado de inseguridad femenina? Este comportamiento puede ser explicado por procesos metabólicos específicos de las mujeres, afirma el Dr. Ross Geller, investigador de la Universidad de Princeton; quién dirigió un estudio enfocado en indagar las causas y fuentes de las dudas y del estrés presente en ellas.
El mismo autor determinó que la mujer está sometida a un mayor estrés a nivel bio-funcional. Esto, dado que la actividad en la zona cerebral que regula la percepción del tiempo y de la realidad, recibe un estímulo 3 veces superior al percibido por el hombre; hecho que genera mayor consciencia pero también una híper-sensibilidad.
Tal investigación reveló que la condición de estrés e inseguridad más común en las chicas (miedo al paso del tiempo, a no encontrar una pareja, a no triunfar profesionalmente, a no poder tener hijos, etc.) pueden ser rastreadas en estos procesos metabólicos propios de la condición femenina.
Asimismo, hay que indicar que aquellas mujeres que han tenido un apego no seguro, en relación a su figura significativa, desarrollan personalidades inestables al momento de relacionarse con un tercero; pues ellas se perciben como mujeres que no son queribles por el resto.
Es en este plano en que este tipo de mujeres se relacionan bajo el siguiente parámetro: imagen de sí e imagen del otro. La imagen de sí mismo está relacionada con el nivel de ansiedad acerca de ser rechazado o abandonado. Desde esa perspectiva quienes poseen una visión positiva de sí mismas tenderían a experimentar baja ansiedad respecto de esta posibilidad, dado que se consideran dignas de ser amadas y cuidadas por el resto.
Sin embargo, aquellas personas que poseen una visión negativa de sí mismas, tenderían a manifestar preocupación y temor frente al abandono de quien es la figura de apego, y en parte se sienten indignas y menoscabadas frente a los demás”, indicó Claudia Contreras, psicóloga del Servicio de Psicología Integral de Universidad del Desarrollo
Por su parte, la imagen del otro estaría asociada al grado de “evitación” que la persona manifiesta respecto de las relaciones cercanas; de manera que aquellos que tienen una imagen positiva del otro, en términos de su confiabilidad y disponibilidad, tendrán mayor facilidad para establecer relaciones interpersonales.
“En cambio, quienes tienen una visión negativa del resto y poseen un comportamiento poco receptivo, tenderán a evitar involucrarse más íntimamente con un tercero. Estas dos dimensiones, ansiedad y evitación, pueden ser medidas con cuestionarios de auto-reporte confiables y válidos asociados al funcionamiento interpersonal”, sostuvo la profesional de la UDD.
Acá la angustia podría manifestarse en relación a evadir situaciones generadoras de esta ansiedad, haciendo que el individuo sea capaz de evitar compromisos laborales que podrían generar una futura instancia de crecimiento laboral. Asimismo, tal problemática le impide la relación correcta con el resto, ocasionándole a la persona mayor torpeza en el ámbito social, mayor tiempo de soledad y retraimiento en sus quehaceres cotidianos.
Tales conductas son claves gestores de fobias sociales y aislamiento, trastornos que dificultan la forma de relacionarse de manera óptima; tales comportamientos predisponen a un mayor número de trastornos de ansiedad generalizada o depresiones en todos sus níveles.
“La inseguridad es producto de la falta de confianza, y la disminución de ésta genera temores, dudas y, si además va a acompañada de un sentimiento de ineptitud puede llegar a paralizarnos”, afirmó la psicóloga.
A diario se deben tomar diferentes decisiones, pues es imposible definir de manera macro lo que se desea, sino que hay elecciones de carácter cotidianas que debemos tomar. Pero al primar la inseguridad la capacidad de decisión se reduce al límite, generando lo que denominamos: miedo a equivocarse.
Es así como se manifiesta el miedo a equivocarse, a fracasar, a defraudar al resto y comprobar que se es capaz de hacer algo bien. Son dudas que nacen en conjunto con aquellos pensamientos negativos que se presentan siempre cuando hay una baja autoestima que llegan a distorsionar la realidad y nuestra propia personalidad.
¿Qué delata tal inseguridad?
Cuando se es insegura se manifiestan determinados comportamientos que llegan a descubrir tal problema, es por eso que el sitio de bienestar Salud 180, hace un listado de las conductas que reflejan tal falta de seguridad.
1. Contacto Visual: una mujer que tiene inseguridad en sí misma, se le dificulta mantener un contacto visual con su interlocutor; razón por la que tiende a mirar hacia abajo o a otro lado cuando la confrontan. Pese a que la conversación sea de carácter normal y no amenazadora.
2. Risa nerviosa: alguien insegura sonríe de manera inusual sin razón alguna y mira a su alrededor para ver si hay alguien más se comporta de igual manera. El motivo de tal conducta es la falta de seguridad tanto en ella como de la situación vivida; razón por la que se recurre a la risa como una forma de “romper el hielo”.
3. Comerse las uñas: aunque es una conducta casi general, hay que reconocer que todas las personas que son inseguras poseen ese mal hábito. En ellas ese comportamiento resulta más evidente y queda demostrado en lo maltratadas que llegan a lucir en sus manos.
4. Cruzarse de brazos: dada la inseguridad presente en aquellas mujeres, cruzar los brazos frente a sus cuerpos en señal de que buscan protegerse; lo ven como una técnica para resguardarse de un “posible” golpe.
5. Sonrojarse y transpirar: estas dos características son totalmente declaratorias, ya que el color en las mejillas es un claro indicio de nerviosismo y la sudoración de cuerpo y rostro es otro reflejo de la incomodidad temprana manifestada.
6. Tartamudeo: el nerviosismo y falta de seguridad presente en la mujer, hará que ésta hable con pausas o se enrede de manera constante al momento de querer dar a conocer algo. Además de ello, necesitará de una confirmación por parte de su interlocutor como una forma de aprobación.
¿Cómo se logra recuperar la seguridad?
Cuando se supera la inseguridad las personas son capaces de tomar decisiones claras y concretas con relación a su vida; reconociendo así su valor como tal, afrontando los problemas que se presenten a diario y aprendiendo de los errores.
Si bien no se busca la perfección en todos sus ámbitos, hay que señalar que sí se desea la felicidad. Por eso, uno de los mejores ejercicios para ganar seguridad se realiza a través de un diálogo interno que debe tener cada individuo.
Al tener la autoestima baja el diálogo interno que prima es de carácter negativo, instancias que resaltan los pensamientos del tipo, “me va a salir mal”, ” voy a hacer el ridículo”, “seguro que me equivoco”. Tales ideas deben ser transformadas hasta convertirlas en algo positiva como por ejemplo: “Por qué iba a hacer el ridículo”, “lo que importa es lo que yo pienso, no que lo crea el resto” o “todo el mundo se equivoca”.
Si nos anticipamos a lo bueno, en lugar de a lo malo, se estará poniendo toda la energía de nuestro lado, por lo que hay más posibilidades de conseguir lo que queremos y sentirnos mejor.
Por eso, ser optimistas y atreverse a realizar las cosas perdiendo los posibles miedos es el gran consejo de los expertos hacia el problema de la inseguridad.