Las fuerzas kurdosirias expulsaron el sábado de Kobane a los yihadistas del grupo Estado Islámico (EI), dos días después de que estos penetraran en esta estratégica ciudad siria fronteriza con Turquía y mataran a más de 200 civiles.
Tras un asalto sorpresa lanzado el jueves contra esta ciudad norteña, los yihadistas se habían atrincherado en varios edificios, tomando a cientos de civiles como rehenes. Estos últimos lograron finalmente huir con ayuda de las fuerzas kurdas, según activistas y el Observatorio Sirio de Derechos Humanos (OSDH).
Gracias a la llegada de refuerzos, “los combatientes de las Unidades de Protección Popular kurdas (YPG, principal fuerza kurdosiria) retomaron las posiciones del EI”, precisó esta ONG con sede en Gran Bretaña y una extensa red de informadores en todo el territorio sirio.
Las YPG “hicieron estallar un instituto, el último lugar donde los yihadistas se habían parapetado” con sus rehenes, tras asegurarse de que no quedaban civiles dentro, precisó el Observatorio.
El periodista y activista Rudi Mohamad Amin confirmó a la AFP a través de internet que las YPG habían “retomado el control de toda la ciudad”.
Según el OSDH, las YPG rastrean ahora las calles de Kobane en busca de yihadistas escondidos tras su retirada.
“El EI logró su objetivo”
“No podemos hablar de derrota (de los yihadistas) en la medida en que el EI ha logrado ejecutar su plan en Kobane, que consistía en cometer una masacre. Ha sido expulsado de la ciudad” pero después de masacrar a civiles, recordó el director del Observatorio, Rami Abdel Rahman.
Rahman dijo que el EI mató a un total de 206 civiles, en el último balance divulgado el sábado, y causó más de 300 heridos.
El OSDH estima que se trata de una de las “peores matanzas” del EI en Siria.
Hubo “120 civiles ejecutados en sus casas”, 18 más abatidos “a corta distancia”, y una ejecución de otros 26 habitantes de una ciudad cercana al inicio del asalto, según la ONG, que también dio cuenta de varios cadáveres encontrados durante el sábado.
“Los yihadistas no quieren controlar la ciudad, vienen sólo para matar al mayor número de civiles de la peor manera”, afirmó un activista, Mostafa Ali.
El EI sufrió en enero en Kobane su primer revés desde el inicio de su expansión en Siria, país devastado por la guerra civil desde hace cuatro años, cuando las fuerzas kurdosirias los expulsaron de la ciudad, ayudados por los bombardeos de la coalición internacional dirigida por Estados Unidos, tras cuatro meses de combates sangrientos.
El nuevo ataque inesperado a Kobane fue explicado por los analistas como una “venganza” y una maniobra de distracción por parte de los extremistas, que han sufrido una serie de derrotas estos últimos días a manos de las YPG en el norte de Siria. Estas últimas se encuentran a solo 56 kilómetros al norte de Raqa, principal bastión del EI en Siria.
En el noreste y sur del país, las fuerzas del régimen de Bashar al Asad, que acumulan derrotas desde hace tres meses, luchan ahora por mantener el control en dos capitales provinciales, tras haber perdido Raqa (norte) e Idleb (noroeste).
En Hasaké, capital de la provincia homónima fronteriza entre Turquía e Irak, las fuerzas kurdas se unieron a las del régimen para repeler a los yihadistas, que entraron el jueves y se hicieron con el control de dos barrios de la ciudad.
En la provincia de Hama (centro) al menos 40 miembros de las fuerzas progubernamentales sirias murieron el viernes, en una serie de ataques del EI contra sus retenes, según el OSDH.
En la ciudad de Deraa, al sur, donde surgió la revuelta de marzo de 2011 contra el régimen, los combates continuaban entre los soldados y rebeldes que intentan apoderarse de toda la urbe.