No todos gozamos de buena salud, y en mayor o menor medida, nos convertimos en seres dependientes de la medicina convencional, es decir, la aceptada por el sistema sanitario de cada país. Es por esto que ya se nos hace normal ver a personas consumiendo variados medicamentos -unos para compensar a otros- durante los periodos de enfermedad, u observar como el gran número de farmacias instaladas en las ciudades pasan repletas y bajo una constante demanda de productos.

Sin embargo, existen otras alternativas que pueden servir como ayuda para los tratamientos convencionales, y que están reconocidas por la Organización Mundial de la Salud (OMS) y por entidades oficiales de cada país, como el caso del Minsal en Chile.

Hablamos de la ‘Medicina Tradicional’ (MT) y de las ‘Medicinas Complementarias – Alternativas’ (MCA), que se presentan como una ayuda para la medicina convencional y que desde principios de siglo han sido promovidas por la Organización Mundial de la Salud, entidad que ha instado a que sus países miembro inviertan recursos, creen políticas, elaboren reglamentos para productos y profesionales, e integren a sus sistemas de salud estas prácticas, tal como consta en la ‘Estrategia de la OMS sobre Medicina Tradicional 2014-2023′.

Según detalla la entidad de alcance mundial, la Medicina Tradicional es “todo el conjunto de conocimientos, aptitudes y prácticas basados en teorías, creencias y experiencias indígenas de las diferentes culturas, sean o no explicables, usados para el mantenimiento de la salud, así como para la prevención, el diagnóstico, la mejora o el tratamiento de enfermedades físicas o mentales”. Es decir, la medicina indígena de cada país, pero considerada tradicional sólo en el territorio de origen de esas culturas.

Con respecto a las Medicinas Complementarias Alternativas, señala que estas “hacen referencia a un conjunto amplio de prácticas de atención de salud que no forman parte de la propia tradición del país y no están integradas en el sistema sanitario principal”, por lo que la Medicina Tradicional de un país podría ser considerada Medicina Complementaria – Alternativa en otro, como el caso de las prácticas orientales utilizadas en Chile.

Eso sí, el Minsal utiliza la definición de la Colaboración Cochrane, que si bien no dista de la entregada por la OMS, incluye el factor religioso ceremonial al señalar que se aceptan las “teorías y creencias” que acompañan a estas prácticas de salud, “diferentes a aquellas intrínsecas al sistema de salud políticamente dominante de una sociedad particular en un período histórico dado”.

Hospital Intercultural Kallvu Llanka

Hospital Intercultural Kallvu Llanka

Medicina Tradicional

En nuestro país se busca la integración de la Medicina Tradicional, la cual paulatinamente se ha ido incluyendo en los niveles primarios de salud, que comprenden a los Centros de Salud (CES), Centros de Salud Familiar (CESFAM), Centros Comunitarios de Salud Familiar (CECOSF), Postas Salud Rurales (PSR) y SAPU (Servicio de Atención Primaria de Urgencia).

Hay casos como los de los Servicios de Salud de Iquique, Concepción, Talcahuano, Osorno y Chiloé, que se han preocupado de fortalecer el enfoque intercultural y han capacitado a sus funcionarios para que conozcan la medicina indígena. Y también hay otros como el del Hospital Doctor Ernesto Torres Galdames de Iquique, donde derechamente se llevan a cabo prácticas tradicionales como el Parto Andino de la tradición Aymara.

A esto se suman situaciones como las de los Cesfam de Nancagua y de Cunaco, entre otros, donde se han implementado prácticas de medicina Mapuche. Sin embargo, los emblemas de esta integración son los Hospitales Interculturales, instalados en Cañete, Nueva Imperial y Hanga Roa.

Estas iniciativas siguen la línea del compromiso adquirido por Chile con la firma del Convenio 169 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) sobre Pueblos Indígenas a través de su artículo 25, que establece que los Servicios de Salud deberán, en cooperación con los pueblos interesados, ofrecer a la comunidad sus métodos de prevención, prácticas curativas y medicamentos tradicionales en los niveles primarios de salud, manteniendo al mismo tiempo estrechos vínculos con los demás niveles de asistencia sanitaria.

Medicinas Complementarias – Alternativas

Agencia UNO

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En el año 2005 fue creado el Decreto nº 42 del Código Sanitario, que reglamenta el ejercicio de las prácticas médicas alternativas (complementarias) como profesiones auxiliares de la salud.

A partir de este decreto que se utiliza como reglamento macro, se reconoció algunas profesiones auxiliares de la salud como el caso de la Acupuntura, mediante el Decreto Nº 123 de 2008, la Homeopatía con el Decreto Nº 19 de 2010 y la Naturopatía con el Decreto Nº 5 de 2013.

Así se configuró la primera etapa que, según los datos oficiales, actualmente registra 54 homeópatas (ver lista), 52 naturopatas (ver lista) y 569 acupunturistas a 2013 con 103 actualizaciones (ver lista) en 2014 autorizados por el Minsal.

Pero se sigue avanzando en la regulación, por lo continúan los estudios sobre las Terapias Florales (como el uso de flores de Bach) y la Mesoterapia, para determinar si, mediante decretos, ingresan a las profesiones auxiliares del Minsal.

Agencia UNO

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Uno de los hitos en torno a la relación entre el sistema de salud y las MCA fue el primer Censo-Encuesta Nacional de Medicinas Complementarias/Alternativas que se realizó en 2010, y estuvo a cargo del Centro de Estudios de Opinión Ciudadana de la Universidad de Talca (CEOC-UTalca). En la instancia se encuestó a 2071 terapeutas y se obtuvieron tendencias a nivel nacional, con las cuales se determinó que las regiones Metropolitana, de Valparaíso y del Bío Bío son las tres con más terapeutas.

Además se descubrió que un 37% de los encuestados tenía títulos profesionales o técnicos relacionados con el área de la salud, y se dio a conocer que la mayoría de ellos se inclinaba por la Terapia Floral y el Reiki.

Según los nuevos estudios encargados por la División de Políticas Públicas Saludables y Promoción del Minsal, la cifra de profesionales o técnicos del área de salud que ejercen terapias alternativas se elevó sobre el 45% en los últimos años, en los cuales también se determinó que al menos el 50% de quienes trabajan realizando estas terapias en establecimientos pertenecientes a la red asistencial de salud, son contratados y remunerados, versus los que realizan la labor de manera voluntaria.

AFP

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En 2013 se realizó un “Estudio para Validar un Protocolo de Implementación de Terapias Complementarias/Alternativas en la Red Asistencial”, el cual fue licitado, elaborado y publicado en ese año. Si bien las fichas subjetivas iniciales y finales (FSI-FSF) de los pacientes chilenos incluidas en el estudio daban cuenta de una mejoría en los pacientes a los cuales se les aplicaron las MCA, que por lo general no tienen sustento científico y se basan en costumbres y tradiciones de otras culturas, el Minsal aún trabaja en determinar los alcances de una forma más profunda, y regularlas de mejor manera a través de un protocolo de mayor envergadura.

Claramente es una tarea que tiene mucho camino por recorrer, en especial cuando más de 200 establecimientos de la Red Asistencial Pública de Salud, entre hospitales y consultorios, ya han implementado estas terapias, de las cuales no todas están oficialmente aceptadas, pero si son reguladas por el Decreto Nº 42 de 2005.

Cabe destacar que otras terapias populares aplicadas en centros de salud son la Auriculoterapia, Biomagnetismo, Chi Kung, Evaluación Energética Integrativa, Hierbas Medicinales, Kinesiología Holística, Magnetoterapia, Masoterapia, Meditación, Reiki, Sintergética, Terapia Floral, Terapia Neural y Tuina, entre muchas otras.

La mirada de la Asociación Escéptica de Chile

La organización, dedicada a la difusión de la ciencia y el pensamiento crítico, cree que “es de vital importancia el saber discriminar entre aquellas terapias de salud que funcionan y aquellas que no; objetivo para el que, en sus aproximados dos siglos de historia, la ciencia aplicada a la medicina nos ha brindado importantísimos avances que previenen millones de muertes anuales e invaluables mejoras en nuestra calidad de vida”.

Además señala que “la población de aquellos países que eligieron basarse en evidencias al definir su sistema de salud, se ha visto beneficiada con vacunas, higiene, agua potable, antibióticos, fármacos y técnicas quirúrgicas que nos han facilitado el legar al olvido los azotes naturales que incluso nuestros abuelos padecieron”.

“Los actuales brotes de sarampión, polio y tos convulsiva causados por la psicosis antivacunas nos obligan a refrescar la memoria y reconocer que podemos empeorar. Lamentablemente, no todas las sociedades han conseguido gozar de tal alivio. Siendo el conocimiento científico un patrimonio cultural de toda la humanidad, no en todas logra primar el derecho humano de acceso a la cultura”, agrega.

Además aseguran que “la Naturaleza no entiende de tradiciones, sino que de causalidad. Medicina es aquella que funciona, con evidencia que la soporte; cuando no la hay, sus revendedores la apellidan “alternativa”, como si una taza de café vacía fuese acaso una alternativa a una taza de té llena. No hay tal cosa como “medicina oriental” o “hindú” más que como un mero reconocimiento de su origen, así como no hay “gravedad japonesa”, “termodinámica polinésica” o “electromagnetismo amazónico”.

A juicio de la Asociación, “resulta particularmente grave que los gobiernos, en vez de mejorar la aplicación de la medicina científica, dediquen los escasos recursos públicos de salud para promover la magia, amparándose en la tradición y la creencia acrítica, proveyendo tratamientos inefectivos para dejar convencidos a los pacientes de un estado de salud ficticio o infundado. Afortunadamente, algunos han recapacitado, tales como Inglaterra (Science and Technology Committee – Fourth Report. “Evidence Check 2: Homeopathy”) y Australia («NHMRC draft information paper: Evidence on the effectiveness of homeopathy for treating health conditions», National Health and Medical Research Council).

“El justificado rechazo a vivir hoy en un ambiente contaminado en ciudades agobiantes y con un sistema de salud precario, debe motivarnos para el desarrollo sustentable y la atención digna, pero no justifica el romanticismo naturista. Aunque no guste, el lujo que nos estamos dando como sociedad de desestimar las lecciones de nuestra historia natural, en nada impedirá, e incluso facilitará, el que acaezca la consecuencia natural de dar por efectivo aquello que no lo es. Tal error de discernimiento, naturalmente, cuesta la vida”, sentencian.