¿Cómo es que aquellas personas que se encuentran en posiciones de poder -que obtuvieron muy buenos resultados en pruebas de ingreso a sus respectivos trabajos y quizás se graduaron de sus carreras con excelentes notas- realizan actos o acciones que consideradas llanamente estúpidas?
Falta de liderazgo, no revisar un simple lista de pasos a seguir para hacer las cosas de forma correcta, insistir en no escuchar al resto cuando dan sus opiniones aún siendo totalmente obvias, pueden ser algunas de las razones
Y es que la inteligencia demostrada en pruebas de conocimiento no siempre está ligada a nuestra capacidad para liderar un equipo o tomar decisiones correctamente.
Como menciona la cadena británica BBC, Robert Sternberg de la Universidad Cornell en Estados Unidos, comenta que gran parte de los sistemas educacionales no están hechos para que pensemos por cuenta propia a lo largo de nuestras vidas.
“Las diversas pruebas que se nos aplican -como los exámenes de ingreso a las universidades- son sólo un modesto intento por adivinar cuáles fueron las notas que obtuvimos durante nuestro tiempo en colegios o liceos”, menciona Robert, añadiendo que “todo el tiempo se ve gente con excelentes notas pero con una horrible capacidad para el liderazgo; son sin duda muy buenos técnicos pero sin sentido común y quizás mejor ni hablar de la ética. Ellos llegan a ser presidentes o vice-presidentes de enormes corporaciones y son increíblemente incompetentes”.
¿Pero que se puede hacer? Sternberg y otros especialistas están haciendo campaña para lograr un nuevo tipo de educación que le enseñe a la gente a pensar más efectivamente,. junto a las tareas académicas más tradicionales. Aquí se describen 5 de sus ideas las que, independiente de nuestra inteligencia, quizás nos puedan ayudar a ser un poco menos tontos.
Reconoce tus puntos ciegos
Al igual que la querida caricatura de antaño “El oso Yogi”, tendemos a pensar para nuestros adentros muy seguido: “¿Soy más listo que el oso común?”
Esto es algo a lo que llaman “superioridad ilusoria” y como se nos suele dar a diario, está muy arraigado entre los que realmente menos superiores son. En su defensa podrían decir que son más inteligentes por las excelentes notas finales obtenidas durante su paso por la educación media o lo bien que les fue en el último certamen. Si es así, podrían estar sufriendo de “prejuicio de la confirmación” – la tendencia a sólo tomar en cuenta la evidencia que apoya un punto de vista propio. ¿Poco convencido? Entonces un psicólogo podría diagnosticar “prejuicio de punto-ciego”, es decir, la tendencia a negar nuestros propios defectos.
Lamentablemente todos sufrimos de algún tipo de sesgo inconsciente que no nos deja ver el espectro completo de algo al momento de tomar una decisión, ya sea al adquirir una casa nueva u opinar sobre la situación de Medio Oriente.
Afortunadamente, los psicólogos han descubierto que se nos puede entrenar para lograr identificarlos. La parte mala es que hay más de 100 a considerar, pueden partir por darles un vistazo a algunos en este enlace.
Prepárate para comer una buena dosis de humildad
“Un hombre jamás debería estar avergonzado de sí mismo sí ha estado equivocado, lo que dicho en otras palabras, ese hombre es más sabio hoy de lo que era ayer”, según la frase escrita por el poeta del siglo XVIII Alexander Pope. En la psicología actual este tipo de pensamiento es considerado clave y parte de lo que llamamos “apertura de mente”. Entre otras cosas mide que tan fácil logras lidiar con la incertidumbre y que tan rápido estás dispuesto a cambiar tus pensamientos basándote en nueva evidencia. Este es un rasgo que algunas personas encuentran extremadamente difícil de cultivar pero logra grandes recompensas el poder hacerlo
La humildad intelectual viene en muchas formas pero en su centro está la habilidad para cuestionarnos los límites de nuestro conocimiento. ¿En que supuestos estás basando tus decisiones? ¿Qué tan verificables son? ¿Qué información adicional debería buscar para hacer más imparcial mi punto de vista? ¿Has visto ejemplos de situaciones similares para poder compararlas? Estas simples preguntas podrían parecer muy básicas, pero si nos las hacemos antes de tomar decisiones el resultado podría ser radicalmente distinto.
Discute contigo mismo
Si la autocrítica no es tu punto más fuerte hay una estrategia simple para lograr vencer esto: Escoge el punto de vista totalmente opuesto y comienza a criticar tu propio pensamiento desde ese punto de vista.
Esta verdadera “discusión mental” que podría generarse, puede empezar a acabar con algunos sesgos populares; como el exceso de confianza y el “anclaje” que es la tendencia a estar convencido de algo al primer asomo de alguna evidencia que veamos.
Una táctica similar, pero distinta, podría ser “ponerte en los zapatos de otro” e imaginar desde ahí, su punto de vista. Esto podría ser particularmente útil cuando lidiamos con problemas personales, donde solemos dar consejos mucho más sabios a otros que a nosotros mismos.
Piensa en “Que pasaría si”…
El mayor problema que los expertos ven en la mayoría de los sistemas educacionales actuales es que no se nos enseña a utilizar nuestras habilidades para ser más prácticos o creativos.
A pesar de ya no estar ligados a un sistema donde todo es sólo memorizar, muchos profesores aún no enseñan el tipo de flexibilidad necesaria en la vida real. Una forma de entrenar esto podría ser volver a imaginar eventos claves. Por ejemplo los estudiantes de historia podrían escribir un ensayo explorando “¿Qué hubiera pasado si Alemania hubiese ganado la segunda guerra mundial? o “¿Qué hubiese ocurrido si Chile hubiera perdido la guerra del Pacífico? Si esto no es lo suyo, escribir un relato del tipo “El día en que el presidente renunció” o “El día en que mi esposa desapareció” podría ser un buen punto de partida.
Esto podría parecer nada útil, pero el punto de todo esto es forzarte a considerar diferentes eventualidades y crear una hipótesis. Este “pensamiento contrafactual” es utilizado en los niños pequeños cuando juegan a “ser algo” como astronautas o caballeros, ayudándoles a aprender de todo, desde habilidades sociales hasta las leyes de la física.
No es algo que todos hagamos de adulto, pero practicarlo nos podría ayudar mucho a lidiar con lo que no esperamos.
Nunca subestimes la “lista de verificación”
Las pequeñas distracciones y pasar por alto algunas cosas podrían lograr que nuestro mejor potencial se vea totalmente opacado. Cuando nos encontramos en situaciones estresantes es muy fácil olvidar cosas básicas y una pequeña lista de verificación o “checklist” nos puede, literalmente, salvar la vida.
En el hospital Johns Hopkins, por ejemplo, hay una lista de 5 puntos básicos de higiene que los doctores debían ver y verificar cada vez que iban a entrar a operar. Esto logró reducir los porcentajes de infecciones post-operatorias de un 11% a un increíble 0%.
Una lista similar pero con procedimientos básicos a la hora de aterrizar y despegar logró disminuír a la mitad las muertes por estas maniobras en pilotos estadounidenses en la Segunda Guerra Mundial.
Practica estos simples pasos y podrías comenzar a encontrar talentos de los cuales no tenías idea que poseías.