Este 21 de mayo se conmemora en nuestro país el Combate Naval de Iquique, que recuerda la gesta heroica del comandante Arturo Prat Chacón, quien combatió con la Esmeralda hasta su último aliento por Chile en la Guerra del Pacífico.
En Perú la fecha es recordada con igual entusiasmo, pues es aquí donde gana renombre el comandante del Huáscar, Miguel Grau Seminario, quien con inteligencia y un avanzado buque monitor, logra derrotar a la corbeta de madera chilena.
Pero 13 años antes de que esto ocurriera, poco se sabía de lo que ambos habían vivido juntos, cuando debieron unir fuerzas para enfrentar a la poderosa España, que intentaba recuperar sus ex colonias.
Fue justamente Perú el que comenzó una serie de enfrentamientos con España, desembocando -antes del Combate Naval de Papudo (1865)- en la victoria de los revolucionarios, quienes sacaron a Juan Antonio Pezet de la Presidencia y dejaron como nuevo jefe de gobierno a Mario Ignacio Prado. Éste hace un pacto militar con Chile, para enfrentar de manera conjunta a España, en un acuerdo que luego se sumarían Ecuador y Bolivia.
Así entonces, se envía la escuadra peruana a Chiloé, donde se incluía el Huáscar, la Independencia, Unión, Apurímac y Amazonas, entre otras. Tras meses de movimientos, finalmente el 7 de febrero de 1866 se congregan las fuerzas chilenas y peruanas quienes reciben la visita de las fragatas enemigas Villa de Madrid y la Blanca, en lo que se llamó el Combate Naval de Abtao.
El avistamiento temprano de las naves españolas sirvió a la flota aliada chileno-peruana, para prepararse y dar los primeros golpes. Fueron horas de batalla por artillería, que terminaron con la retirada de Villa de Madrid y la Blanca, las que retornaron a Valparaíso, marcando un triunfo para Lima y Santiago.
Según recuerda el sitio educativo Educarchile, en el Combate Naval de Abtao lucharon por el mismo bando los jóvenes oficiales Arturo Prat y Carlos Condell, quienes años después se convertirían en los encargados de comandar la Esmeralda y la Covadonga en Iquique. Lo mismo con Miguel Grau, a bordo de la Unión, y Juan Guillermo Moore, en el Apurimac, quienes liderarían más tarde el Huáscar y la Independencia.
El Caballero de Los Mares
Durante el Combate Naval de Iquique, Grau dejó en claro su respeto por Arturo Prat, quien pereció al abordar el Huáscar tras recibir una bala en una de sus rodillas y luego un certero golpe de un marinero. El comandante peruano intentó salvar a Prat, pero ya era tarde, según reconocería en una carta a su cuñada.
“El valiente Comandante de la Esmeralda murió como un Héroe en la cubierta de este buque, en momentos en que emprendió un abordaje temerario. Yo hice un esfuerzo supremo por salvarlo, pero desgraciadamente, fue ya tarde. Su muerte me amargó la pequeña victoria que había obtenido y pase un día muy afligido”., escribió Grau.
Pero esta hidalguía no sería solo por eso. Y es que sabiendo la desigualdad de condiciones, dio tiempo a los chilenos de rearmarse y rendirse, para evitar más bajas. Al volver a la batalla, el Huáscar se hace de la victoria de la Esmeralda, que se hunde a las 12:10 de ese día, “con su bandera jamás arriada” y disparando hasta más no poder sus últimos cañones.
Sabido el triunfo, Grau mandó a recoger a todos los náufragos de la Esmeralda, que agradecieron el gesto según registró uno de los corresponsales del diario El Comercio que iban a bordo del monitor peruano.
“Al abordar los prisioneros chilenos las embarcaciones que fueron en su auxilio, dieron un ¡Viva el Perú! y encomiaron el valor y generosidad de los peruanos para con los rendidos…”, escribió el periodista Modesto Molina.
Este hecho le hizo valer al capitán Miguel Grau el apodo de “El Caballero de Los Mares”, quien además instruyó que todos los objetos personales de Prat fueran enviados a su viuda Carmela Carvajal, a quien le envió una carta alabando la valentía de su par chileno.
Monitor “Huáscar”, Pisagua, Junio 2 de 1879
Dignísima señora:
Un sagrado deber me autoriza a dirigirme a usted y siento profundamente que esta carta, por las luchas que va a rememorar, contribuya a aumentar el dolor que hoy, justamente, debe dominarla. En el combate naval del 21 próximo pasado, que tuvo lugar en las aguas de Iquique, entre las naves peruanas y chilenas, su digno y valeroso esposo, el Capitán de Fragata don Arturo Prat, Comandante de la “Esmeralda”, fue, como usted no lo ignorará ya, víctima de su temerario arrojo en defensa y gloria de la bandera de su Patria. Deplorando sinceramente tan infausto acontecimiento y acompañándola en su duelo, cumplo con el penoso deber de enviarle las, para usted, inestimables prendas que se encontraron en su poder y que son las que figuran en la lista adjunta. Ellas le servirán indudablemente de algún pequeño consuelo en medio de su gran desgracia, y para eso me he anticipado a remitírselas.
Reiterándole mis sentimientos de condolencia, logro, señora, la oportunidad para ofrecerle mis servicios, consideraciones y respetos con que me suscribo de usted, señora, muy afectísimo seguro servidor.
Miguel Grau Seminario
El bombardeo de Condell
Esto se contrapone con lo hecho por el comandante Condell, quien tras arrancar y lograr hacer encallar a la Independencia en Punta Gruesa, decide regresar y bombardear a la nave, que debió empezar a evacuar a todo sus tripulantes, y quedándose con apenas 20 antes de que le viniera a apoyar el Huáscar.
Totalmente destrozada y con la Covadonga perdida en el horizonte, Grau rescata a Moore y termina por concluir el día de enfrentamientos determinando quemar la Independencia.