Familiares de varios extranjeros condenados a la pena capital en Indonesia, entre ellos un brasileño, se despidieron el martes de los reos, antes de su ejecución prevista en las próximas horas pese a las presiones internacionales para evitar su muerte.
Dos australianos, una filipina y cuatro nigerianos, así como el brasileño y un indonesio, integran el grupo, todos ellos condenados por tráfico de drogas. Varias ambulancias cargadas con féretros blancos vacíos se hallaban ya en la prisión.
“No lo volveré a ver. Se lo llevarán a medianoche y lo fusilarán”, dijo a la prensa Raji Sukumaran, madre del australiano Myuran Sukumaran, de 34 años.
Los condenados recibieron la notificación de la ejecución a última hora del sábado, con un preaviso de al menos 72 horas. Los fusilamientos tienen lugar habitualmente poco después de medianoche (14H00 de Chile).
Los medios australianos publicaron fotografías de cruces mortuorias destinadas a los féretros de los condenados, con fecha del 29.04.2015.
El preso brasileño es Rodrigo Gularte, de 42 años, detenido en 2004 al tratar de entrar en el aeropuerto de Yakarta con seis kilos de cocaína escondidos en tablas de surf. Su familia ha presentando varios informes médicos para demostrar que sufre esquizofrenia y que, por tanto, no debería ser ejecutado.
Otro brasileño, Marco Archer, fue ejecutado en enero por narcotráfico, lo que provocó un rifirrafe diplomático entre Brasil e Indonesia.
También condenado a muerte por tráfico de drogas, el francés Serge Atlaoui, de 51 años, fue retirado este fin de semana de la lista de ejecuciones inminentes debido a un recurso judicial.
Pero el portavoz del fiscal general indonesio, Tony Spontana, reafirmó el martes a la AFP que en caso de que se rechace el recurso, Atlaoui será ejecutado solo y que las autoridades “no esperarán mucho”.
El presidente indonesio, Joko Widodo, intransigente sobre la aplicación de la pena de muerte por tráfico de estupefacientes, hizo oídos sordos a los llamamientos de clemencia y a las presiones diplomáticas internacionales para evitar las ejecuciones.
Los familiares de los condenados fueron a verlos por última vez el martes a la cárcel de la isla de Nusakambangan, “el Alcatraz indonesio”.
“Dolor profundo”
El condenado australiano Andrew Chan, de 31 años, se casó el lunes con su compañera indonesia durante una ceremonia con familiares y amigos en el complejo penitenciario, su último deseo.
La familia de la condenada filipina Mary Jane Veloso también fue a despedirse de esta mujer de 30 años, madre de dos niños, que asegura que viajó a Indonesia para trabajar como empleada doméstica pero que fue engañada por una red de narcotraficantes.
Un clérigo filipino dio la bendición a los allegados de Veloso antes de partir a la isla. “La familia estaba tan silenciosa. Es verdaderamente triste. Hay un dolor profundo”, dijo a la AFP el religioso, Harold Toledano.
El presidente filipino Benigno Aquino pidió clemencia la víspera a su homólogo indonesio, y el campeón de boxeo filipino Manny Pacquiao, estrella en su país y muy popular en Indonesia, suplicó igualmente en un video a Jokowi que no ejecutara a Veloso.
Pero Jokowi rechazó los llamamientos tras consultar con el fiscal general indonesio, Muhamad Prasetyo, quien fue categórico: “No cambiaremos de opinión”.
El presidente indonesio defiende que su país se halla en una situación de emergencia frente al problema de las drogas y que es necesaria una “terapia de choque”.
La pena capital por narcotráfico o incluso por posesión de pequeñas cantidades de droga también se aplica en otros países de Asia del Sudeste como Malasia, Vietnam, Tailandia y Singapur.