Una huelga de transportes en Argentina anunciada para el martes próximo amenazaba este jueves en transformarse en una masiva protesta contra el impuesto a los salarios al sumarse decenas de sindicatos.
El gobierno realizaba negociaciones contrarreloj para desactivar el reclamo en el último tramo del mandato de Cristina Kirchner de cara a las presidenciales del 25 de octubre.
“Trato por todos los medios de encontrarle una salida”, admitió este jueves el jefe de Gabinete, Aníbal Fernández en rueda de prensa.
Además del transporte público terrestre, se verá perturbado el servicio aéreo al sumarse el sindicato de azafatas, los propietarios de taxímetros, camioneros, expendedores de combustible, trabajadores bancarios, portuarios, estatales, médicos y gastronómicos, entre otros.
“Sería injusto si diría que un trabajador reclama la subida del mínimo no imponible y lo calificara de político. Todo tiene que ver con la política, pero en este caso me quiero quedar con el pensamiento que lo que se está buscando es mejorar el nivel de ingreso para los trabajadores…”, dijo Fernández.
La protesta es para exigir un cambio en las escalas que gravan los salarios con el llamado impuesto a las ganancias que tributan los trabajadores con ingresos mensuales desde 15.000 pesos (unos 1.700 dólares), pero con resultado regresivo sobre los menores ingresos.
La escala se mantiene invariable pese a la presión inflacionaria que erosiona el poder de compra salarial y licúa los aumentos que se negocian en colectivas anuales, agitando el malhumor social sobre todo de la clase media.
Argentina registró en 2014 una inflación acumulada de 23,9%, según datos oficiales que difieren en más de 10 puntos con mediciones de legisladores opositores, que situaron el alza de precios en 38,5%.
“Se ha armado una especie de fetiche con el impuesto a las ganancias”, advirtió este jueves el ministro de Economía, Axel Kicillof, en diálogo con radio Metro.
Kicillof recordó que el impuesto “afecta a una porción reducida que son los que más ganan”.
El reclamo ha sido el caballito de batalla de los gremios opositores nucleados en la poderosa central de trabajadores CGT que lidera Hugo Moyano, exaliado de Kirchner y devenido en acérrimo opositor.
Su sector se sumó el miércoles a la protesta y lo mismo hizo la otra central opositora, la CTA que nuclea entre otros a empleados del Estado.
De su lado, el titular de la Unión Tranviarios Automotor (UTA), Roberto Fernández, advirtió que “lo único que desactivará la huelga será una modificación” del impuesto.