No haría falta una encuesta para que la mayoría de los chilenos considerara nuestra bandera como la más linda del mundo, y si bien es motivo de orgullo contar con un emblema patrio que conjuga lo mejor de nuestro país, lo cierto es que alrededor de su belleza se esconde un mito alimentado por versiones periodísticas de épocas remotas.
Corría el 1907 cuando en una fiesta al aire libre, en una playa, a los lugareños no se les ocurrió mejor cosa que organizar un concurso para definir cuál bandera era la más bonita del mundo entonces conocido.
En dicho lugar un infaltable chileno hizo que su hija exhibiera nuestro emblema patrio, ganando la discusión respecto a que nuestra bandera blanco, azul y rojo, junto a la estrella solitaria, era lejos la más linda.
El “concurso” fue conocida por un reportero de la Revista Zig-Zag, publicando la historia en nuestro país un 6 de octubre de 1907 según consta en El Mercurio, dando origen al mito.
EL FAMOSO “CONCURSO”
Según la leyenda, se trató de un concurso internacional, pese a que nunca existieron bases y su jurado fue un grupo de aristócratas que compartían con sus familias en un lugar de veraneo. Si fue por aclamación o por votos, todo queda en el halo de misterio del mito.
Quizás eso de “internacional” tiene que ver con que la situación se registró en Blakenberghe, actualmente parte de la costa norte de Bélgica, un balneario del país europeo.
Lo cierto es que dos familias de chilenos estaban en el lugar, la de la señora Rojas de Bachcker y la de don Felipe Casas Espíndola, quienes emocionados con el improvisado reto, presentaron la bandera.
Lo que se cuenta del evento señala que nuestro emblema fue preparado en seda, con una caña con asta de oro, y que fue exhibida por la hija de la señora Rojas de 12 años, quien orgullosa posó para las cámaras de la época, siendo su imagen quizás el único vestigio del mito.
De esta forma, nuestra bandera consiguió el primer premio, tal como lo relata la crónica publicada en la revista Zig-Zag:
“El porta estandarte de esa bandera una vez más victoriosa, fue una hijita de la señora Rojas, una linda chilenita de doce años, a la cual se le hizo una ovación, llevándola por toda la ciudad con la bandera premiada flotando a esos lejanos vientos del norte, la bandera de Chile”, indica el artículo.
“Nuestra vanidad ha quedado grandemente satisfecha con este triunfo. Por insignificante que se le considere, hay que confesar que él ha contribuido con éxito a dar a conocer nuestro país en el Viejo Mundo”, señala la nota.
LA NOTA PERIOÍSTICA
La historia fue conocida por un reportero quien rápidamente la publicó en nuestro país con el título de “Concurso de banderas en Bélgica: Triunfó la de Chile”.
El artículo relata que “nos ha llegado del Viejo Mundo la grata nueva que nuestra querida insignia republicana ha obtenido el primer premio en un concurso internacional de banderas verificado en la pintoresca ciudad de Blankenberghe, uno de los balnearios mas concurridos de la costa del Báltico, en Bélgica”.
No obstante, dicha información tenía dos imprecisiones, en primer lugar se trató de un concurso local y por otro lado el balneario no está ubicado precisamente frente al Báltico.
Hechas estas aclaraciones, lo concreto es que el concurso si existió, tal como lo reconoce el historiador Joaquín Edwards Bello, quien sin embargo duda que Chile haya conseguido el primer lugar.
Pero más allá de las discusiones, lo cierto es que hace unos años, en 2007, un diseñador y filósofo de Nueva Zelanda, Josh Parsons, ideó un ranking de banderas según su diseño, figuras, contraste y geografía, entre otras variables, según publicó Las Últimas Noticias.
¿Y nuestra bandera? Si bien esta vez no quedó en el primer lugar, alcanzó un meritorio 14º lugar.