Los diputados alemanes aprobaron este viernes por mayoría aplastante la extensión por cuatro meses del programa de ayuda financiera a Grecia, acordada el martes por la eurozona.
En total, 542 diputados votaron a favor de prolongar, hasta el 30 de junio de 2015, el programa de apoyo a Grecia, 32 lo hicieron en contra y 13 se abstuvieron.
No cabía ninguna duda sobre el visto bueno del Bundestag, a pesar de la línea dura adoptada por Berlín en sus negociaciones con Atenas.
Los partidos de la coalición -conservadores de la canciller Angela Merkel y socialdemócratas- disponen del 80% de los 631 escaños de la cámara baja, y la oposición -Verdes e izquierda radical- también apoyaba el texto.
Antes de la votación, el ministro de Finanzas, Wolfgang Schäuble, lanzó un alegato a favor de Europa y exhortó a los parlamentarios a aprobar el texto, aunque reconoció que no era “una decisión sencilla”.
“Pido a los diputados que no voten en contra, porque causaríamos demasiados daños a nuestro pueblo y a nuestro porvenir”, afirmó Schäuble ante el Bundestag, en medio de numerosos aplausos.
Sin chantajes
Los diputados decidieron prolongar cuatro meses el programa de ayudas que elaboraron los acreedores internacionales de Atenas en 2012.
Schäuble intentó tranquilizar a una opinión pública que se opone en su mayoría -cerca del 80%- a una nueva ayuda a Atenas, insistiendo en el hecho de que no se trata de conceder “miles de millones a Grecia” o de modificar los términos del anterior contrato con el país.
“Se trata, ante todo, de conceder un plazo a Grecia para poder cerrar con éxito el programa” de ayudas de 2012, que preveía un préstamo de 140.000 millones de euros al país mediterráneo, recordó.
El acuerdo de extensión del préstamo fue alcanzado el martes al cabo de un intenso pulso entre Berlín y Atenas, en el que ambos endurecieron el tono, sobre todo, Schäuble y su homólogo griego, Yanis Varoufakis.
El gobierno de Alexis Tsipras, elegido a finales de enero con la promesa de poner fin a la política de austeridad impuesta por los acreedores internacionales del país y defendida firmemente por Alemania, se tuvo que comprometer a aplicar nuevas reformas y medidas de ahorro a cambio de la nueva ayuda financiera.
Este viernes, Schäuble volvió a criticar al gobierno griego, asegurando que la solidaridad entre países europeos no significa “que uno pueda chantajear al otro”, y pidió a Atenas que siga “las medidas (de rigor) necesarias”.
‘Imprecisión productiva’
Merkel, que sólo tuvo un breve encuentro con Tsipras en Bruselas, ya había avisado el miércoles de que quedaba “aún mucho trabajo” después del acuerdo cerrado el martes.
Por su parte, Varoufakis declaró este viernes que había presentado un programa de reformas deliberadamente impreciso para conseguir el visto bueno de los parlamentos de la eurozona.
Atenas tuvo que entregar, a principios de semana, una lista de reformas, a cambio de recibir 7.200 millones de euros del programa de ayudas, que aún estaban pendientes de cobro.
El documento elaborado por Atenas no contiene plazos ni compromisos cifrados, pero es una decisión deliberada, explicó Varoufakis en el canal de televisión Antenna TV, hablando de “una imprecisión productiva”.
“Estamos orgullosos de (su) nivel de imprecisión”, añadió el ministro, que explicó que varios de sus homólogos europeos le pidieron que no diera cifras para no impedir la aprobación de sus parlamentos.
Desde el principio de los planes de rescate a Grecia en 2010, los alemanes siempre relacionaron las ayudas con estrictas condiciones, insistiendo en que el país había provocado sus propios males, al favorecer la corrupción y el clientelismo.
Otros países del norte de Europa, como Holanda, Finlandia o los países bálticos, también adoptaron un tono muy duro con Atenas.
También Portugal y España, con gobiernos conservadores, se sumaron al coro de críticas contra el gobierno griego y exigieron que cumpla a rajatabla sus compromisos, en parte porque temen que un posible éxito de Tsipras le dé alas a la izquierda en ambos países.