Y se salió con la suya. Birdman (o la inesperada virtud de la ignorancia) no sólo se llevó la estatuilla a mejor película, sino que también otras tres, incluyendo mejor director, reconociendo el aporte de Alejandro González Iñárritu a una cinta que es interesante en varios sentidos.
Birdman, que aún puede verse en las salas nacionales, es una comedia negra que relata la historia de Roger Thompson (Michael Keaton), un actor blockbuster de Hollywood (Birdman es su franquicia superheróica ganadora) que decide incursionar en el mundo teatral de Broadway, lugar receloso de las celebridades probadas en cámara, pero inexpertas en las tablas.
Para este cometido, invierte todo su capital, y horas insanas de dedicación. No sólo eso, sino que Thompson decide llevar a cartelera una obra sobre los avatares que él mismo padece: la identidad y el sentido de las cosas, una historia sobre el resurgimiento, algo que él mismo intenta.
En términos narrativos y visuales genial es, por ejemplo, la falsa continuidad aportada por una cámara que visualmente sigue la historia y nos propone lo que debemos ver. Pero esto no es todo, porque además vemos a Thompson batallar internamente con la voz en off de su papel cinematográfico protagónico, que lo empuja a la audacia de una manera poco ortodoxa. Estos dos recursos, fundamentales para el ritmo, otorgan a la cinta una narrativa que parece ser arrinconada.
El elenco de Birdman es otro pilar que sostiene una producción que se dio el lujo de contar con Edward Norton como el protagónico de la obra con un ego gigante, Emma Stone como la hija algo droga de Thompson que sigue a su padre con no mucho convencimiento y Zack Galifianakis que tiene un papel no cómico buenísimo como el manager de Thompson. Tampoco dejar de lado a Naomi Watts, actriz de la obra que es quien sugiere al personaje de Norton como protagonista, luego de un impasse que hace caer al actor principal.
Es genial, por ejemplo, la metalectura de la cinta en cuanto a lo contemporáneo de Hollywood, citando actores de otras superproducciones que están ocupados (Fassbender con Los Vengadores) o cómo se refleja la pesadez de Norton en Birdman, que en parte es la conocida pesadez de Norton en Hollywood en general.
González Iñárritu puede decir que ya ha cumplido a cabalidad su objetivo de posicionarse como el gran director que es, pero a quien el Oscar era esquivo. Después de la tremenda Babel (2006) y Biutiful (2010), recibe lo que merece. Y la película, sí, es muy divertida. Totalmente recomendada.
Vlado Rosas
Periodista, Diplomado en Estudios de Cine PUC, Máster en Comunicación y Educación, U. Autónoma de Barcelona.