Los separatistas prorrusos intensificaron el sábado los ataques contra las ciudades estratégicas del este de Ucrania, cuando faltan pocas horas para que entre en vigor el alto el fuego, previsto para las 22h00 GMT.
Los principales combates se registraban en Debaltseve, una ciudad ferroviaria estratégica entre las capitales rebeldes de Donetsk y Lugansk, y el puerto de Mariupol, a orillas del Mar Azov, indicó el ejército de Ucrania.
“Los rebeldes destruyen Debaltseve. Los tiros de artillería contra los edificios de viviendas y administrativos no cesan. La ciudad está en llamas”, dijo el jefe de la policía de la ciudad.
La evolución de la situación en esos dos puntos de tensión y en las ruinas del aeropuerto de Donetsk, son un test importante para el alto el fuego pactado el jueves pasado en el marco de los acuerdos de Minsk 2.
El alto el fuego se obtuvo tras una maratónica sesión de negociaciones entre los presidentes de Ucrania, Petro Poroshenko, Rusia, Vladimir Putin, Francia, François Hollande, y la canciller alemana Angela Merkel.
El sábado “los rebeldes, con lanzacohetes múltiples y tanques, lanzaron varios asaltos” contra las posiciones ucranianas en el sudeste de Debaltseve, donde las tropas ucranianas están prácticamente rodeadas, indicó el ejército.
En Debaltseve hay sistemas de defensa antiaérea “rusos y no separatistas”, dijo por su lado el embajador estadounidense en Ucrania, Geoffrey Pyatt.
Los voluntarios del regimiento Azov, que defiende Mariupol, afirmaron por su parte que “blindados rusos sin identificación penetraron en territorio ucraniano desde Novoazovsk”, ciudad costera fronteriza con Rusia y bajo control rebelde a 30 km de Mariupol.
“El enemigo comenzó a atacar a partir de las 05H00 (03H00 GMT) nuestras posiciones en Chirokiné. Utilizan tanques y artillería”, afirmó Azov en un comunicado.
Chirokin se encuentra a 10 km de Mariupol, cuya captura sería una etapa clave para construir un puente terrestre entre Rusia y Crimea, la península ucraniana anexada en marzo.
En Donetsk, bastión de los rebeldes, se registraron durante la mañana del sábado numerosos tiros de artillería.
“Hubo más disparos que de costumbre. Siempre es así antes de un alto el fuego”, dijo a la AFP Marina Vassilievna, 52 años, camino al mercado.
El viernes, los combates dejaron un balance de 28 muertos en el este de Ucrania.
Poroshenko acusó a los rebeldes de “atacar los acuerdos de Minsk” al bombardear a las poblaciones civiles del este del país.
Kiev y los países occidentales afirman que el Kremlin alienta la subversión de los rebeldes del este, suministrándoles armas y tropas. Algo que Moscú niega.
El texto de los acuerdos “Minsk 2″ llegó tras 10 meses de hostilidades que han provocado casi 5.500 muertos.
El presidente ucraniano también acusó a Rusia de seguir presente en el este de Ucrania.
“Desgraciadamente, tras los acuerdos de Minsk, la operación ofensiva de Rusia aumentó significativamente”, lamentó Poroshenko, en referencia al ataque de los rebeldes con lanzacohetes contra la ciudad de Artemivsk, situada a más de 30 kilómetros de la línea del frente.
El cese al fuego, que está previsto para las 22H00 GMT de este sábado, será la primera prueba del compromiso de Kiev y los rebeldes con la firma de un pacto, cuya tinta sigue fresca.
Estados Unidos volvió, por su parte, a acusar a Moscú de seguir desplegando armas pesadas en el este de Ucrania.
“Estamos muy preocupados por la continuación de los combates (…) y por informes sobre tanques y sistemas de misiles suplementarios que han llegado estos últimos días del otro lado de la frontera, de Rusia”, declaró la portavoz del departamento de Estado, Jennifer Psaki.
En este sentido, el G7, el Consejo Europeo y la Comisión Europea pidieron el respeto estricto de los acuerdos.
El jefe adjunto de la administración presidencial ucraniana, Valery Chaly, aseguró,que “si fracasa el alto el fuego, Ucrania recibirá ayuda militar de Occidente”.
La mayoría de los expertos opinan que el nuevo acuerdo de paz es insuficiente, ya que no prevé mecanismos concretos para resolver cuestiones litigiosas. No se aborda, por ejemplo, el control de la frontera con Rusia, de la cual 400 kilómetros están en manos de los rebeldes y por la que, según Kiev y Occidente, Rusia hace llegar armas y tropas.