Yann Yvin ha sido odiado y amado. Su fuerte carácter no ha dejado a ningún participante del programa de cocina MasterChef (Canal 13) tranquilo. Los veredictos hacia los platos sacan ronchas entre los “aspirantes” y en las redes sociales se ha convertido en uno de los más populares gracias a su característico acento y las críticas, que no siempre son tomadas con buena cara.
A pesar de eso, la personalidad de Yvin no es siempre así. En el programa “me siento exactamente igual cuando estoy en una (cocina). Eso sí, soy peor de lo que me ven actualmente en la tele”, admite.
El curriculum
El Francés, como es apodado por algunos de los aspirantes, lleva en Chile 18 años. En este periodo ha estado al mando de ocho restaurantes en todo Santiago. Abrió cafés, estuvo a cargo de la cocina del Club de Polo San Cristóbal, preparó cenas a políticos y empresarios, entre ellos el ex presidente Ricardo Lagos.
A unos tempranos 15 años entró a las salas de la Escuela Hotelera de París, la cocina del Palacio del Elíseo fue la encargada de verlo dar sus primeros pasos como chef, en esos tiempos cuando Franccois Mitterrand era presidente de Francia.
Partió como ayudante del ayudante del chef, pero esto fue clave para concentrar una personalidad de exigencia y calidad. “Para pelar una papa en Francia debes hacerlo con excelencia, porque ese trabajo es la base del plato final. Y si lo inicial está mal hecho, el resultado será el mismo”, señaló. Al dejar el trabajo en el palacio presidencial comenzó a pasear por las cocinas de hoteles cinco y cuatro estrellas.
En 1996 se movió al noreste de París y montó Auberge le Tournesoleil. Una casa que remodeló en un pequeño pueblo con trescientos habitantes, donde la comida típica era el plato principal. Pero un par de años más tarde le aburriría la estancia fija y quiso comenzar a conocer sus raíces gastronómicas.
El primer país que escogió para su gira por el mundo fue Vietnam, lugar de nacimiento de sus abuelos, para continuar con otros países asiáticos. Visitó Togo, Costa de Marfil, y otros destinos africanos. Luego giró hacia centroamérica y viajó a México, donde quiso abrir un restaurante. Regresó a París con un deseo de volver a América del Sur.
Yann visitaba la embajada chilena cada semana, no sabía ni hablar ni entender el español, pero un portero le ayudó a comenzar a leer. El diario escogido era El Mercurio, de ahí comenzó una familiarización con el cambio de dinero, los alimentos, la gastronomía chilena, la sociedad y la cultura. “Hice una planilla Excel con precios, productos, etcétera y me vine nomás”, comenta a la revista Caras.
Dejó a su pareja en Francia, con su primera hija de tres semanas para llegar a Chile y recorrerlo en busca de experiencias gastronómicas. Su primer negocio fue Estación La Dehesa.
Cocina chilena
Entre sus otras actividades a Yann le fascina el buceo. Este deporte le ayuda a conectarse con el mar y encontrar pescados y mariscos. “Me conecto con el medio ambiente, el mundo bajo el mar me mueve. No soy Greenpeace, pero como buzo veo mucha basura y me da vergüenza”. Viaja constantemente a Juan Fernández en busca de alimentos que no están en el continente.
Yvin ve potencial en la comida chilena. “Aseguro que en unos años más un plato de porotos granados va a costar más de diez lucas y se servirá en los restoranes más pitucos de Santiago”, dijo.
A pesar de su frustración al encontrar que en Chile los chefs utilizaban los mismos insumos para la mayoría de sus platos, el Francés reconoce que se viene una corriente de jóvenes que se atreven y son creativos. “En Chile hay variedad de productos de buena calidad. Por ejemplo, ir a comer congrio a Algarrobo y te lo tapan con una mierda de salsa margarita, pierdes el sabor auténtico del pescado”, manifestó.
“Hace un par de años comenzó una nueva corriente de chefs más jóvenes que se atreven a preparar nuevas cosas, recorren el mundo para regresar con una visión más abierta y entienden lo que se tiene acá”, agrega.
MasterChef
“Nuca había estado frente a una cámara, fue estresante. Tuve que ‘luchar’ con mi demonio para decir las frases exactas o bien conjugadas, porque claramente mi español es bastante pobre. Mi familia lo encuentra divertido, es una aventura en un rubro que no conocía”, admite.
Para Yvin el programa que va segundo en rating con 15 puntos, “no es hueveo, es un trabajo que al principio tomé de una forma más liviana, pero me equivoqué, porque es algo mucho más intenso”.
Programas como MasterChef y TopChef, según Yann, ayudan a la profesión a ser valorada. “Cuando llegué a Chile, ser cocinero no era el sueño de un padre para su hijo. Hoy el chef tiene prestigio, tiene un trabajo totalmente normal, éxito y algunos son televisivos”, comentó.
Aspirantes
El chef reconoce que la calidad de los aspirantes es baja. “Son amateur, ok, pero es un país que recientemente descubre su propia gastronomía. En general es un nivel bien bajo, pero está bien, porque es entretenido partir con gente así para que ‘se transformen’ en chefs de calidad. No sabemos cuántos peldaños vamos a subir, pero se viene algo interesante”.
Su personalidad con los aspirantes ha sido muy ruda, Yann señala que lo criticaron muchísimo por las “faltas de respeto”, sin embargo “es mi manera de ser”, admite. En los siguientes capítulos “vieron otro lado; que soy el primero en reconocer que algo está bueno o malo. De hecho, tuve que contener un poco mi personalidad, esto no es nada comparado a lo que puedo llegar a ser”.
Algunos de los episodios con más controversia sin duda ha sido en el que los concursantes se ven ante las recetas nacionales y según el jurado fallan. “No lo tolero. Cuando un chileno hace un mal plato local me enfurece, no lo entiendo. Con dieciocho años en el país, me doy el derecho de poder juzgar un plato cuando está mal”, argumenta.
Favoritos, trabajo, futuro
Como jurado, Yann reconoció que le sorprendió el trabajo de Leonora porque se afinó, “Para mí es una mujer muy amachotada que al principio sólo me la imaginé cocinando una empanada”, reveló.
Por otro lado, Ignacio “tiene un mundo en su cabeza, pero su dificultad es traducirlo en un plato”, y Oscar “que está loco por la cocina”.
Aún quedan diez episodios de MasterChef por ser emitidos, y aunque se está hablando de una segunda temporada, una carrera en la televisión no es algo que le interese al francés. En sus planes está emigrar otra vez junto a su familia. El destino: Montreal, Canadá. “Mi hija se dedica al circo, y ésa es una de las razones por las las que nos mudaremos, porque acá es mal visto”, explicó.
Planea abrir un Wine & Bar en Francia que sea una antología de sus dieciocho años en Chile, con platos típicos del país, pero en porciones moderadas, a un estilo moderno.
Sin embargo no piensa en volver a Francia, pero si continuar recorriendo el mundo “mientras tenga esa energía de hacer diferentes cosas, voy a seguir”.