La Orquesta Sinfónica de Chile, bajo la dirección de Leonard Grin, su conductor titular y el aporte del pianista letonés residente en nuestro país, Armando Abols, brindaron una soberbia interpretación del Concierto número 4 en Sol mayor, Op. 58 de Ludwig van Beethoven , en la presentación especial realizada en el teatro del Centro de las Artes 660 de Corpartes, en que también se escucharon las Sinfonías “La Pasión” de Joseph Haydn y la Coral o de los Salmos, de Igor Stravinsky.
Los fondos recaudados de este Concierto, están destinados en beneficio del Colegio El Golf, institución que entrega educación especializada a niñas con necesidades educativas especiales (NEE) desde 1990.
Abols y la Sinfónica hicieron honor a Beethoven con una ejecución magistral del concierto número 4 bajo la guía impecable de Grin y en que el solista exhibió grandes características de soltura, afinación, calidad técnica y pleno seguro dominio del teclado. Incluso reiteradamente aplaudido debió tocar dos “encores” para corresponder al entusiasmo del público, con obras del letonés Janis Medins y del ruso Sergei Prokofiev.
El programa partió con la Sinfonía N° 49 de Haydn llamada “La Pasión”, en referencia a su carácter profundo, reforzado por el hecho que sus cuatro movimientos están en fa menor. Otra línea indica que esta sinfonía haya estado asociada a las actividades musicales de Pascua en la corte de Esterházy.
En esta obra, la Sinfónica lució aplicada, con varios puntos altos en las cuerdas y una valiosa conducción de Grin, que se sintió muy cómodo y tranquilo en el podio, con una composición que dominaba en plenitud.
Al final, el público se deleitó nuevamente, esta vez con la “Sinfonía de los Salmos”, composición estrenada en 1930, una de las obras corales más sobresalientes de la historia de la música y de la cual su autor, Igor Stravinsky. comentó: “No es una sinfonía en la que he incluido Salmos para ser cantados. Por el contrario, es el canto de los Salmos lo que estoy convirtiendo en sinfonía”.
La obra está planteada en tres partes que se basan en textos latinos de los Salmos 38, 39 y 150. La primera es una plegaria. La segunda, una doble fuga: la orquestal y la coral. La tercera contiene el Alleluya, que logra cotas de emotividad.
Stravinsky plasma aquí una obra religiosa moderna en que Grin tuvo una buena respuesta de una formación orquestal con pocos instrumentos de cuerda, una disposición bastante original, la cual incluye piano y arpa. La música es de diálogo permanente entre músicos y cantantes, con ritmos alternados y una sonoridad enérgica. En general, la obra agradó porque aporta el estilo de su famoso compositor.