El marido de la técnica sanitaria española infectada por ébola denunció este lunes los errores y la falta de control político en la gestión del primer contagio fuera de África y reclamó depurar responsabilidades.
El caso de Teresa Romero, que ya ha superado la enfermedad, “es una historia plagada de errores, desaciertos y sobre todo de falta de control político”, denunció en una rueda de prensa en Madrid su marido, Javier Limón.
Ingresado en observación durante 21 días junto a otra quincena de personas que estuvieron en contacto con Romero, Limón, y los pacientes aún bajo vigilancia, abandonaron este lunes el hospital Carlos III de Madrid, donde sigue recuperándose su mujer.
“Llega un momento nuevo, un momento de exigir responsabilidades y de limpiar la imagen de Teresa. Teresa no ha sido nunca culpable, solo se le puede achacar su amor a la profesión y su entrega a los demás”, añadió.
En su comparecencia, Limón reclamó la dimisión del responsable de la Sanidad de Madrid, Javier Rodríguez, que acusó a Romero de mentir sobre su salud y puso en duda su capacidad.
“Es una enorme falta de respeto personal y profesional a una persona que se ha jugado la vida para ayudar a los demás”, dijo el marido.
Acompañado por su abogado, José María Garzón, Limón se mostró dispuesto a llevar ante la justicia estas supuestas negligencias y difamaciones, aunque aún están estudiando qué acciones tomar.
Romero, de 44 años, fue la primera persona infectada por el ébola fuera de África y sigue hospitalizada para superar los efectos “colaterales” de la enfermedad, especialmente en sus pulmones.
El contagio se produjo mientras trataba a un misionero español afectado por esta fiebre hemorrágica, repatriado de Sierra Leona el 22 de septiembre y fallecido el 25.
A raíz de la infección, que suscitó numerosas críticas hacia las autoridades sanitarias y miedo a nuevos casos, se hospitalizó preventivamente a una quincena de personas en riesgo de contagio.
También se sacrificó al perro de la familia, llamado Excalibur, en contra de la voluntad de Limón, lo que propició un encendido debate en España y también a nivel internacional.
“A nadie le importó lo relevante que era un animal para una familia como nosotros, que no tenía hijos. Excalibur fue ejecutado sin ni siquiera darme la oportunidad de reclamar”, lamentó.