Hace algunos años, cuando se reportaron los primeros casos de la presencia del llamado “chupacabras” en varios países latinoamericanos, muchos de los detractores y escépticos de la mítica figura dijeron que se trataba solo de un “bluff” o “farol” (término utilizado en los juegos de cartas para denominar las tretas, ardides o mentiras al momento de jugar una partida, principalmente de poker). Muchos dijeron que era invención de los diferentes gobiernos, incluyendo Estados Unidos, para desviar la atención de los temas realmente importantes.
Cada cierto tiempo las autoridades de nuestros vecinos del norte, Perú y Bolivia, realizan declaraciones apelando claramente al nacionalismo de su gente y eso, sin duda, repercute en la aprobación o desaprobación de su gestión.
Sin ir mas lejos, es cosa de echar un vistazo a los sondeos peruanos de principio de año para encontrar que desde 2013 la tendencia en las encuestas del presidente Ollanta Humala fue a la baja. Por ejemplo, en noviembre de ese año la desaprobación alcanzó un 71%, publicó en su momento Infobae.
Luego, en febrero de 2014, posterior al fallo de La Haya sobre los límites marítimos, la popularidad de Humala se disparó en un 39%.
Sin embargo, solo un mes después, desde marzo de 2014 en adelante la popularidad volvió a caer, primero en un 25% y luego en un 28%. Finalmente, en junio de este año, su aprobación volvió a descender en un 3%, según la empresa de sondeos Datum recogida por AméricaTV.
¿Será coincidencia que cada vez que hay una baja en la popularidad de las autoridades peruanas, se apunta a problemas con Chile, y que probablemente ésta no sea la excepción?
Cuando se argumenta que un trozo de tierra, el denominado “triángulo terrestre”, será oficialmente declarado como territorio peruano, en palabras del propio presidente de este país, no se hace otra cosa que apelar al nacionalismo y a la reivindicación histórica que han argumentado los gobernantes peruanos, manipulando y jugando con los sentimientos nacionalistas -validos, por cierto- de los habitantes del otrora Imperio Inca.
Pero cuando un grupo nacionalista peruano en Tacna anuncia una marcha a un territorio que su propio presidente anexó unilateralmente a su país, interpretando los tratados a propio provecho, llama profundamente la atención que después sea ese mismo gobierno el que pida calma, mesura, reflexión y que además no respalde la movilización. Es como tirar la piedra y esconder la mano.
Si además hablamos de conflictos limítrofes, sería bueno recordar que al interior del Perú hay temas no resueltos que además han dejado muertos y heridos. Uno de estos hechos involucra lo que los medios peruanos calificaron como una “batalla campal” y ocurrió a fines de junio de este año.
Fue un enfrentamiento que duró poco más de tres horas, entre los pobladores de Chosica y Jicamarca, en el distrito de Huarochirí, el cual dejó como saldo dos muertos y 15 heridos. La situación se generó cuando “el burgomaestre de Chosica, Luis Bueno, pretendió inaugurar un comedor para niños justamente en un lugar ubicado en la zona de conflicto entre ambas jurisdicciones, lo que provocó que los vecinos se atacaran a pedradas” consigna el portal Perú21.
Otra situación (menos sangrienta) es la que ocurre en el norte del Perú, donde también existen diferencias limítrofes entre el distrito de Santa María con Huacho, lo que se viene arrastrando desde hace 95 años y que aún no tiene solución. Incluso el Instituto Geográfico Nacional del Perú debió confeccionar una nueva carta para aclarar las diferencias limítrofes.
Chile en este momento está en una compleja disyuntiva. Hace poco un grupo de parlamentarios norteamericanos solicitó que nuestro Gobierno aclare su situación diplomática con Israel.
¿Será relevante para nuestra diplomacia esta situación? El Tratado de 1929 en su artículo 12 dice: “Para el caso en que los Gobiernos de Chile y el Perú no estuvieren de acuerdo en la interpretación que den a cada una de las diferentes disposiciones de este Tratado, y en que, a pesar de su buena voluntad, no pudieren ponerse de acuerdo, decidirá el Presidente de los Estados Unidos de América la controversia“.
Entonces, claramente la presión de los senadores norteamericanos podría eventualmente repercutir en una mediación futura entre Chile y Perú por este conflicto.
Si a esto le sumamos que en el Perú hay por estos días un periodo de elecciones regionales y municipales queda la sensación de que, tal como el mítico ser que succiona la sangre de los animales aparecía coincidentemente cuando se generaban temas de tal relevancia que no era conveniente que se supieran o expandieran, pareciera que los conflictos limítrofes con otros países se transforman en el “caballito de batalla” o, para estos efectos, en el “chupacabras de batalla” de los gobiernos del norte.
Por eso, quizás sería pertinente que el mismo presidente Ollanta Humala se hiciera cargo y parte de sus propias palabras. Sea prudente, señor presidente, lleve las cosas con calma, con mesura y reflexione ante lo que está haciendo y diciendo.
Francisco Ovalle, Radio Bío Bío en Valparaíso y Viña del Mar.