Para más de alguno las fotos de su amigo/a con su pareja en Facebook, resultan un tanto molestas. Saber por ejemplo lo que comen, a dónde van, y hasta incluso ver esos besos melosos frente a la cámara. ¿Pero qué significa esta sobreexposición de la relación en redes sociales?
Eso fue lo que quiso descubrir un equipo de la Universidad de Albright, en Pensilvania (Estados Unidos), que encuestó a un grupo de voluntarios con relaciones de hasta 30 años de duración.
A ellos se les hizo un test de personalidad, basada en la extraversión, neuroticismo (inestabilidad emocional), apertura, amabilidad y reciprocidad; algo que los psicólogos conocen como el modelo de las cinco grandes.
Los resultados demostraron que quienes basan su felicidad y autoestima exclusivamente en su relación de pareja, son más propensos a jactarse de su amorío en Facebook.
Este tipo de personas, las que los psicólogos denominan con síndrome de RCSE (Relationship-Contingent Self-Esteem), publican estados acerca o con su pareja no para recibir la aprobación de sus amigos, sino que para sentir que la relación y su vida misma va bien.
Otro resultado tuvo que ver con los introvertidos, los que también son más dados a publicar detalles de su vida amorosa en Facebook. Gwendolyn Seidman, profesora asistente de Psicología en la Universidad de Albright y autora del estudio, explicó al sitio estadounidense de noticias The Atlantic, que estas personas “podrían estar más cómodos expresando su afecto en línea o utilizando Facebook”.
Según recalca la especialista, en ningún caso significa que las personas que más sobreexponen su vida amorosa en Facebook estén mintiendo sobre ella, de hecho -dice- quienes más comparten son precisamente los que más felices se encuentran con su relación que los que no.
“Mucha gente dirá ‘Oh, eso es una farsa’, pero se sorprenderían al saber que ello está asociado a ser genuinamente feliz con su relación”, concluyó.
Así que la próxima vez que veas esos estados o fotos de dos tortolitos, tendrás que aceptar que lo que hacen es simplemente gritar “a los cuatro vientos” su felicidad, aunque detrás de ello se escondan problemas de inseguridad y autoestima.