Las decenas de corrimientos de tierras registrados esta semana en Hiroshima (suroeste de Japón) han causado 50 muertos, y 38 personas seguían desaparecidas la mañana del domingo a pesar de la presencia de 3.000 socorristas profesionales ayudados por numerosos benévolos, según los servicios de rescate y los medios de comunicación.
El balance de este desastre no deja de agravarse, pero la búsqueda de víctimas no avanza. La noche del sábado al domingo, unas 1.300 personas permanecieron la pie del cañón buscando sobrevivientes aunque las esperanzas sean ahora muy pocas, cuatro días después del siniestro
La lluvia volvía a caer y las operaciones fueron suspendidas para evitar una nueva catástrofe.
Unos 2.800 socorristas (bomberos, soldados, oficiales de policía) con ayuda de un equipo de 250 especialistas en búsqueda de víctimas enviados por el Ayuntamiento de Tokio
El cuerpo de un hombre de 83 años fue encontrado el sábado a 17 km del lugar donde lo vieron desaparecer, arrastrado por una torrentera, contó la televisión NHK.
Consecuencia de lluvias torrenciales, entre 30 y 50 torrentes de barro y bloques de piedra se deslizaron por las pendientes de una montaña recubierta de árboles la noche del martes al miércoles arrastrando a su paso casas, habitantes y vehículos.
Los barrios mas afectados en los distritos de Asaminami y Asakita, al norte de Hiroshima, fueron evacuados.
Un millar largo de habitantes seguían en refugios públicos y el ayuntamiento prevé realojarlos gratuitamente.
Hasta 4.500 personas se vieron concernidas por las órdenes de evacuación.
Estos corrimientos de tierras son de las peores catástrofes naturales registradas en Japón desde la tragedia de marzo de 2011 aunque el balance no sea comparable (más de 18.000 muertos por el tsunami del 11 de marzo de 2011).
Los peligros de desastre de este tipo existen en numerosas provincias de Japón pero la región de Hiroshima es la que, por la naturaleza de sus suelos, se considera la más vulnerable.