Un nuevo ataque aéreo contra milicianos islamistas tuvo lugar en el sur de Trípoli, pero nadie sabe a ciencia cierta de dónde vienen los aviones que parecen apoyar a los nacionalistas que defienden el aeropuerto de la capital libia.
La nueva incursión aérea tuvo lugar en la noche del viernes, cinco días después de un primer bombardeo, también nocturno, que conmocionó a la población de Trípoli y suscitó interrogantes que han quedado sin respuesta.
Los milicianos atacados y el gobierno provisional no han logrado identificar a los dos aviones que lanzaron el ataque del lunes. Este gobierno tiene su sede en Tobruk, a 1.600 km al este de Trípoli, y carece de real autoridad sobre el país.
El sábado, tras el nuevo ataque aéreo contra posiciones islamistas cerca del aeropuerto de Trípoli, un portavoz islamista repitió que ignoraba quiénes eran sus autores.
“Aún no hemos identificado al avión que llevó a cabo esta incursión ni a los que nos atacaron el lunes”, declaró Mohamed al Ghariani, portavoz del grupo islamista “Fajr Libia” (“Aurora de Libia”)
Según él, el avión atacó un cuartel general del ejército en el sur de Trípoli y un depósito de mercancías cercano, dejando por lo menos 10 combatientes islamistas muertos y unos 20 más heridos.
Los islamistas, parte de los cuales vienen de Misrata (este de Trípoli), habían conquistado pocos días antes este cuartel general que hasta entonces controlaban combatientes nacionalistas de Zenten (oeste).
El general disidente Jalifa Haftar, hostil a los islamistas y favorable a los nacionalistas de Zenten, reivindicó la primera incursión aérea.
No obstante, especialistas consideran que no cuenta con la capacidad militar necesaria para llevar a cabo ataques de este tipo.
Para estos expertos, los aviones que tiene Haftar en Bengasi, a 1.000 kilómetros al este de Trípoli, no tienen suficiente autonomía para llevar a cabo ataques de este tipo y tampoco están equipados para operar durante la noche.
El gobierno libio afirmó que estaba investigando lo ocurrido para identificar a los aviones que llevaron a cabo el primer ataque, pero, desde entonces, no ha brindado mayores precisiones.
Ghariani da por descontado que estos ataques procuran ayudar a los milicianos de Zenten, los cuales, según él, tienen dificultades para rechazar a los hombres de “Fajr Libia” que procuran tomar el control del aeropuerto internacional de Trípoli.
Los combates en torno al aeropuerto, cerrado desde el inicio de los enfrentamientos, el 13 de julio, son los más violentos de los últimos tres años en la capital libia.
Los medios de comunicación difunden todo tipo de teorías sobre estos misteriosos aviones. Así, se habla de una intervención de países occidentales, pero Francia, Italia y Estados Unidos han desmentido cualquier tipo de participación.
Para los islamistas, no se puede descartar una participación de países extranjeros, después de que el parlamento elegido el 25 de junio pidiera una intervención exterior para proteger a los civiles.
También se ha hablado de países vecinos, en particular Egipto, hostil a los islamistas. Acusadas por numerosos islamistas libios, las autoridades de El Cairo no han realizado declaraciones al respecto.
Por su parte, Argelia ha dicho en varias oportunidades que no intervendrá en Libia.
También se ha hablado de la posibilidad de que Haftar haya hecho reparar en Rusia bombarderos Sukhoi capaces de llevar a cabo ataques de este tipo o de que los combatientes de Zenten hayan contratado a mercenarios y alquilado aviones de un ejército para llevar a cabo estos ataques.
Casi tres años después del derrocamiento de Muamar Gadafi, con la ayuda de países como Francia, Estados Unidos y Gran Bretaña, las autoridades libias de transición no han logrado controlar a las milicias armadas.