El candidato socialista a la presidencia de Brasil, Eduardo Campos, fallecido el miércoles a los 49 años en un accidente aéreo a menos de dos meses de las elecciones, aspiraba a convertirse en el líder de una tercera vía política en el país.
Proveniente de una tradicional familia de políticos de izquierda y considerado desde muy joven como una gran promesa de la política brasileña, Eduardo Henrique Accioly Campos nació el 10 de agosto de 1965 en Recife, capital de Pernambuco, hijo de un poeta, Maximiliano Campos (1941-1998) y una exdiputada y actual magistrada del Tribunal de Cuentas del país, Ana Arraes.
Campos falleció el miércoles al estrellarse el jet ejecutivo en el que viajaba, en la ciudad portuaria de Santos, en el estado de Sao Paulo.
Su abuelo Miguel Arraes, un conocido político, igualmente afiliado al Partido Socialista Brasileño (PSB), había muerto también un 13 de agosto, en 2005, a los 88 años.
Estudiante precoz que se formó en economía a los 20 años, Campos decidió en esa época dedicarse a la política, y en 1986 renunció a una maestría en Estados Unidos para involucrarse en la campaña que eligió gobernador de Pernambuco a su abuelo, quien en la dictadura había sido depuesto de ese cargo.
A los 29 años fue electo diputado, y hasta 1998 ejerció como secretario de gobierno y luego de Hacienda en la administración de su abuelo.
Simpático, afable y con una excelente relación con todos los políticos brasileños, entre estos el expresidente Luiz Inacio Lula da Silva que nunca escondió su admiración por él, Campos se convirtió en 2005 en gobernador de su estado natal Pernambuco, cargo para el que fue reelecto en 2010. Fue uno de los gobernadores más populares de Brasil.
Campos fue aliado del gobierno del Partido de los Trabajadores (en el poder) desde la llegada de Lula a la presidencia en 2003. En 2004, antes de ser electo gobernador, fue su ministro de Ciencia y Tecnología. Incluso en el PT se le reconocía como una futura promesa presidencial.
Pero abandonó la coalición de gobierno en setiembre pasado, para ser candidato a las presidenciales del próximo 5 de octubre junto a la popular exministra de Medio Ambiente Marina Silva como candidata a vicepresidente.
Silva podría asumir su lugar como presidenciable si así lo confirma el PSB.
Al lado de Marina Silva, que fue la revelación de las presidenciales de 2010 cuando consiguió 20 millones de votos, Eduardo Campos prometía a sus electores exactamente lo que los brasileños quieren oír: mayor crecimiento económico tras cuatro años de moderada alza del PIB, reducción de la inflación, renovación política y protección del medio ambiente.
Tercero en las encuestas, lideradas por la presidenta Dilma Rousseff y el socialdemócrata Aecio Neves, Campos pretendía irrumpir en unas presidenciales que desde hace 20 años han sido una disputa electoral casi bipartidaria entre el Partido de la Socialdemocracia Brasileña (PSDB) y el PT.
“El PSDB y el PT gobiernan el país hace 20 años. Si queremos llegar a un nuevo lugar, no podemos ir por los mismos caminos”, dijo Campos en la última entrevista que concedió, la noche del martes a la televisión Globo.
Rousseff declaró luto por tres días y suspendió su campaña por el mismo período. “perdimos un gran brasileño, un gran compañero”, dijo. También Neves declaró sentir una “inmensa tristeza” por la pérdida de un amigo.
“Brasil pierde uno de sus más talentosos políticos, que siempre luchó con idealismo por aquéllo en lo que creía. La pérdida es irreparable e incomprensible”, afirmó.
Los políticos de su partido se declararon “destrozados” por la muerte “del joven y prometedor estadista”.
Padre de cinco hijos, el último nacido en enero con síndrome de Down, y casado con Renata Campos, una economista y auditora del tribunal de cuentas de su estado, Eduardo Campos había cumplido 49 años el pasado 10 de agosto, coincidiendo con el Día del Padre en Brasil.