El fútbol es conocido como el deporte más “lindo” del mundo, y a veces sorprende con historias que trascienden del medio y llegan hasta las emociones más profundas e intensas de quienes lo disfrutan día a día.
Es lo que sucedió en Argentina, en un partido disputado entre San Lorenzo y Bolívar, por la Copa Libertadores. En el encuentro, una joven y su padre, fanáticos del “ciclón”, fueron a alentar al equipo de sus amores sin saber que terminado el encuentro, sólo uno regresaría a casa.
En el encuentro, que tuvo a San Lorenzo por primera vez disputando una semifinal en la Libertadores, el padre de Lucía Daniela Bodo, hincha y socia, sufrió un problema de salud cuando el conjunto argentino marcó el tercer gol que cerraría su victoria por 4-0 ante Bolívar.
A raíz de su muerte, la joven publicó una emotiva carta en el sitio Mundo Azulgrana, relatando el hecho que le costó la vida a su padre en pleno partido, según recoge el portal Canchallena del diario La Nación.
“Mi nombre es Lucia Daniela Bodo, Socia n°44030. Hace más de 12 años que voy a la cancha con mi papá, Juan Carlos Bodo Socio n° 44028. Gracias a San Lorenzo hemos compartido sentimientos y experiencias únicas. Mi papa no me solía abrazar seguido, sin embargo, bajo las luces del Nuevo Gasómetro en cada gol lo tenía rodeándome en sus brazos”.
Así partió la emocionante carta que Lucía quiso compartir con los medios, detallando su relación con su padre y su estrecho amor por el club.
“En el 3-0 me dijo que se sentía mal y que iba al baño. Lo seguí. Lo seguí por esas cosas de la vida, porque cada vez que fue al baño siempre me decía que me quedara sentada. Pero esta vez lo seguí. Ya en el entrepiso de la Sur, se sentó en el suelo y con una cara de preocupación rara me dijo que le dolía el pecho…”
Además, la joven comentó el momento cuando su padre comenzó a sentir un fuerte dolor en el pecho, por lo que tuvo que ser atendido en el hospital, donde falleció más tarde.
A continuación te dejamos con la emotiva carta de esta hincha de San Lorenzo:
Mi nombre es Lucia Daniela Bodo, Socia n°44030. Hace más de 12 años que voy a la cancha con mi papá, Juan Carlos Bodo Socio n° 44028. Gracias a San Lorenzo hemos compartido sentimientos y experiencias únicas. Mi papa no me solía abrazar seguido, sin embargo, bajo las luces del Nuevo Gasómetro en cada gol lo tenía rodeándome en sus brazos.
Mi viejo no lloraba nunca, aunque últimamente con sus problemas de salud, más de una vez lo vimos lagrimear. Sin embargo, no sentía vergüenza de hacer pucheros y dejar caer las lágrimas ante un resultado agónico, una clasificación épica o un éxito social como el día en que volvimos a Boedo.
Mi viejo era quien quería ser ahí, solo ahí, en la butaca 20 de la fila 7 del sector preferencial en la platea Sur. Y yo, su hija del medio, fui la única testigo de eso por años.
El miércoles 23/07, luego de más de 1 mes de vigilia y ansiedad por ver a su San Lorenzo querido al fin en la semifinal de una Copa Libertadores, fuimos a la cancha como lo hemos hecho cada vez durante estos 12 años. Tuve la suerte, profunda suerte, de que nos abrazáramos 3 veces en la misma noche: la primera en el gol de Matos, la segunda en el de Emanuel Mas y la tercera con la definición del Pichi Mercier. Esa tercera, yo no lo sabía y el tampoco, sería la última.
En el 3-0 me dijo que se sentía mal y que iba al baño. Lo seguí. Lo seguí por esas cosas de la vida, porque cada vez que fue al baño siempre me decía que me quedara sentada. Pero esta vez lo seguí. Ya en el entrepiso de la Sur, se sentó en el suelo y con una cara de preocupación rara me dijo que le dolía el pecho. Corrí, grité, transpiré la camiseta como los 11 que mientras tanto le regalaban a mi viejo la clasificación a la final. Hasta que encontré una ambulancia. En la ambulancia, que hizo lo más rápido que pudo hasta el hospital Piñeiro, mi papá se estaba dando por vencido, no paraba de mirarme y de hacerme entender que había estado donde quería estar y con quien quería estar. Antes de bajar de la ambulancia, le dije que San Lorenzo estaba ganando 4-0 (el cuarto lo escuché de lejos) y me dijo: “Bueno, mejor así”.
Así es como quería dejar las cosas, con el sueño de la Copa Libertadores casi servido para que yo lo disfrute por los dos. Mejor así, como dijo el, mejor así que vinimos a ver a nuestro amado San Lorenzo hoy, juntos, y nos abrazamos tantas veces. Mejor así que murió una hora después con la azulgrana puesta y con la tranquilidad de que yo estaba cerquita, muy cerquita suyo. Mejor asi que lo último que vió fue el gol del Pichi Mercier y mi cara diciéndole a los ojos que todo iba a estar bien.
Esta es la historia más triste que me tocó relatar en mis 27 años. Pero es la historia que quiero que conozcan. La de un cuervo de ley, que murió en los tablones, fiel a su amor San Lorenzo. Es la historia de un socio refundador, de un guardian de la vuelta a Boedo, que desde hace rato ya tiene pagado su metro cuadrado. Es mi historia, la de una chica que amaba ir a la cancha con su papá y que a partir del miércoles pasado solo lo hace desde sus recuerdos.
No pretendo nada con este mail. Solo contarles la historia, porque el Club también es mio y quiero compartirlo con ustedes. Que las autoridades de San Lorenzo sepan la calidad de socios, de hinchas que tienen. Que entre todos sigamos haciendo grande a la institución porque realmente, es grande por su gente, por gente como mi viejo.
¡Gracias!
Lucía Bodo