El británico Ken Loach, que cumplirá 78 años en junio, viajó a la Irlanda de los años 30 para “Jimmy’s Hall”, un poderoso filme político que logró contagiar el jueves a Cannes de alegría y ganas de vivir.
La película, que entró en la competencia por la Palma de oro en el penúltimo día de este certamen que anuncia el sábado sus premios, se basa en la historia verdadera del carismático Jimmy Gralton.
Un activista político que puso en su contra a la todopoderosa iglesia católica y a los ricos terratenientes de un condado de Irlanda por alentar a la población a divertirse y disfrutar en un “hall”, un auditorio comunal fabricado con madera y latón.
“El arma de Jimmy Gralton no era de guerra, era un gramófono”, anotó Loach tras el pase de prensa de su película, que se sitúa diez años después de “El viento que agita la cebada”, su cinta sobre el conflicto por la independencia de Irlanda con la que conquistó en 2006 la Palma de oro de Cannes.
“Queríamos explorar qué había pasado con esos sueños de paz y reconciliación”, dijo en una rueda de prensa en Cannes el realizador británico, que para esta cinta – la 12ª que trae al certamen de Cannes – volvió a trabajar con el guionista Paul Laverty, un abogado y cineasta escocés que ha colaborado con él en diez películas.
Además de Jimmy, el otro protagonista de la cinta – que fue cálidamente acogida por la crítica- es el “hall”, en el que los habitantes de ese bello rincón de Irlanda se reunían para bailar, discutir, aprender poesía, practicar boxeo o escuchar jazz, la nueva música que Granton había traído de Nueva York, donde trabajó unos años en la construcción.
El auditorio era visto por la Iglesia y los ricos propietarios como un lugar satánico, peligroso, que era necesario destruir.
El feroz duelo entre Gralton, apoyado por la comunidad de Leitrim, y los jerarcas religiosos y terratenientes centra el filme, que tiene el sabor de la veracidad y naturalidad que marcan las películas de este cineasta con récord de películas premiadas en Cannes: además de la Palma de oro, Loach ha conquistado tres premios del Jurado (“Agenda oculta” en 1990, “Lloviendo piedras” en 1993, “La parte del Angel” en 2012 y un premio a mejor guión en 2002 por “Sweet sixteen”).
La película de Loach es una de las tres últimas a estrenarse en este certamen, en el que 18 filmes aspiran a la Palma de oro, entre ellas la argentina “Relatos salvajes”.
Amenaza a la iglesia y a los terratenientes
“El ‘hall’ era un espacio para espíritus libres, donde la gente podía bailar y divertirse. Y por eso era blanco de ataques”, dijo el cineasta, subrayando que “la alianza entre la Iglesia y los grandes propietarios de la tierra no toleraban ningún espacio para la disidencia”.
“Hallar un espacio para una voz alternativa era en ese entonces un desafío. Y sigue siendo uno de los principales desafíos de nuestro tiempo” reafirmó Loach en la rueda de prensa, en la que tranquilizó a los asistentes asegurando que ésta no será su última película de ficción, como había dado a entender hace unos meses, anunciando que iba a consagrarse a documentales.
“Esta no es mi última película. Pero primero veremos el Mundial (en junio) y luego vamos a ver que trae el otoño”, dijo Loach, pronto octogenario.
Loach confesó a reporteros que “es difícil” dejar el cine de ficción. “Dije eso, que me iba a retirar, en un momento de presión, cuando no teníamos casi nada filmado, y la montaña frente a nosotros era muy alta. Y pensé, ‘no puedo volver a hacer todo esto de nuevo’”, dijo el realizador, que vino por primera vez a Cannes en 1969 con “Kes”.
En una entrevista con AFP, la víspera del estreno de su filme, el cineasta opinó que si bien su película es “pesimista en el largo plazo”, da lugar a “optimismo, porque los chicos en la película no se han rendido, y desafían a los poderes” de la Iglesia y a los dueños de la tierra, que acaban expulsando a Jimmy de Irlanda. “Hay optimismo en el hecho de que la gente siempre resiste. Pero las fuerzas contra nosotros son muy fuertes, así que no debemos subestimarlas”, advirtió.