Según relata el Génesis, Dios ordenó a Noé fabricar una barca y subir a ella con sus tres hijos y las respectivas esposas de los cuatro, más parejas de diversos animales, porque “pasados aún siete días, yo haré llover sobre la tierra cuarenta días y cuarenta noches; y raeré de sobre la faz de la tierra a todo ser viviente que hice.”
De acuerdo al primer libro de la Biblia, Noé debía hacer esto para salvarse del castigo que Dios haría caer sobre la humanidad; y él obedeció. De esta manera, transcurrido el tiempo señalado la barca logró soportar el diluvio y posteriormente se posó sobre el Monte Ararat. Noé, al cabo de cuarenta días, abrió la ventana del arca, y valiéndose de un cuerpo y una paloma supo si podía posarse sobre tierra.
Pero ésta no es la única versión sobre el supuesto Diluvio Universal, pues según una investigación de Irene González Hernando, licenciada en Historia del Arte de la Universidad Complutense de Madrid, en el sur de Mesopotamia una de las más conocidas es la que se relata en el Poema de Gilgamesh, “contenido en la tablilla XI y fechado en la segunda mitad del II milenio a.C., que parece ser la fuente de inspiración más cercana del diluvio bíblico”.
Se relata también que en los primeros años del siglo VI a.C., los dioses -enojados con la humanidad- deciden inundar la tierra. Uno de ellos, Ea, se apiada de Utnapishtim, a quien le dice que construya una nave donde debe resguardarse con su familia y animales. Luego de seis días y noches de intensa lluvia, el mar vuelve a estar tranquilo y la barca llega a salvo a la cima del monte Nitsi.
Sin duda, hay un sinfín de otras versiones que narran un diluvio, mas no están comprobadas.
Desde el mundo científico aún no se confirma la existencia de un gran Diluvio Universal, pero sí apoyan más la teoría de una gran inundación; lo que según la NASA, “pudo tener su origen en un meteorito”, indica ABC. La opción que barajan, es que éste “habría hecho explosión sobre la capa de hielo que cubría Norteamérica, derritiéndolo y causando una serie de tsunamis que hubieran afectado a determinadas partes del globo”, relata el medio español.
La discusión sobre si ocurrió o no volvió a ponerse sobre la mesa cuando en 2011, investigadores dieron a conocer el hallazgo de lo que aseguraron era el “Arca de Noe” en Turquía, específicamente, dentro de un glaciar del Monte Ararat. De acuerdo a lo que señalaron, la estructura de madera tenía 7,5 metros de ancho y 37,5 metros de longitud, aproximadamente.
“Mediante las imágenes captadas por satélites militares y de la Agencia Central de Inteligencia, y de radar que penetra el suelo, se ha localizado el Arca de Noé a 5.059 metros de altura en las laderas del Ararat”, señaló en ese entonces Daniel McGivern, presidente de Shamrock-The Trinity Corporation, en conferencia de prensa.
Más allá de todo esto, una de las tesis más aceptadas es la planteada por William Ryan y Walter Pitman, geólogos norteamericanos que señalan en su libro “El diluvio de Noé” (Noah’s flood) que todo se habría originado hace unos 7 mil 500 años en un lago que posteriormente pasó a ser el Mar Negro. Cuando los glaciares se derritieron, subió el nivel del mar “haciendo crecer el caudal a un ritmo de entre 15 y 30 centímetros por día, generándose una gran inundación”, señala ABC. Otra habla de un tsunami originado luego de una gran actividad sísmica en la zona del Mediterráneo.
Según manifestó a BioBioChile Gabriel Zagal, Docente en Formación Cristiana de Duoc UC, el relato del Diluvio Universal se utiliza para expresar que en muchas culturas religiosas la divinidad es expresión de misericordia con quienes son justos, y castigo con quienes niegan su propia humanidad”.
A esto agrega que “Por eso que es un completo error creer que estas ciencias son impositivas, sino al contrario, están siempre abiertas a nuevas concepciones. Así como se discute que la humanidad haya sido forjada de una pareja única, en este caso es lo mismo. Quizá ocurrieron varios diluvios en diversas culturas y como el mito era la herramienta de explicación lo escribieron, y al confrontar posteriormente los datos se universaliza el relato”, enfatizó Zagal.