El comercio de pescados y mariscos recibe de buena gana el aumento en el flujo de compradores en Semana Santa. En primera instancia este incremento se atribuía exclusivamente a la abstinencia del consumo de carne por parte de muchos creyentes, tendencia que con los años ha ido a la baja.
Fuera del ámbito formal, el dejar la carne de lado para estas fechas responde a una necesidad de penitencia, según explicó a BioBioChile, Gabriel Zagal, docente de formación cristiana de DuocUC: “El tema de la abstinencia es algo de la tradición para que el cristiano practique ciertos actos que lo alejen del pecado. Entonces, si te gusta mucho la carne y es algo apetecible por ti, se te invita a dejarla como signo de penitencia, es decir, como signo de que tú con ello estás haciendo un acto de caridad”, afirmó.
Algunas luces sobre las instancias en las que se debe ejercer el ayuno las entrega el Nuevo Testamento. Uno de estos puntos lo marca la intervención de Jesús cuando le fue recriminado que sus discípulos no practicaban el ayuno. “¿Acaso los amigos del esposo pueden estar tristes mientras el esposo está con ellos? Llegará el momento en que el esposo les será quitado, y entonces ayunarán”, es la respuesta que citan las escrituras.
Pero, más que ser solo una herencia o un mandato tácito, el ayuno y el no comer carne son prácticas que se encuentran reglamentadas. El Código de Derecho Canónico, en su canon 1.251, explicita que la abstinencia de carne debe guardarse todos los viernes, mientras que el ayuno y abstinencia rigen para el Miércoles de Ceniza y Viernes Santo.
Al ayuno, establece el canon 1252 del mismo Código, deben someterse quienes tengan entre los mayores de edad que tengan hasta 59 años, mientras que la abstinencia debe ser cumplida por los mayores de 14 años.
Algunas voces apuntan a la veneración por Freyja, presente en la mitología escandinava y germana y a quien se le atribuía el poder de influir en la fertilidad, la belleza y el amor. Se la conmemoraba los viernes con el consumo del pescado, uno de sus símbolos, sentando la base para la tradición cristiana.
El aumento de las ventas obviamente no escapó de los ojos de los productores y comerciantes. Al respecto, el Sernac detectó diferencias que pueden llegar hasta un 200% en el precio de los pescados, cifra que alcanza el 170% en el caso de los mariscos, de acuerdo a un sondeo realizado por la entidad.