China registró una nueva desaceleración de su economía en el primer trimestre del año, evidenciando sus dificultades para transformar su modelo de desarrollo sin provocar un frenazo de su crecimiento.
El Producto Interno Bruto (PIB) de la segunda economía del planeta tuvo un crecimiento de 7,4% en el periodo enero-marzo, muy por debajo del 7,7% del registrado el cuarto trimestre de 2013, indicó el miércoles la Oficina Nacional de Estadística (ONE).
Este resultado es el más bajo desde el tercer trimestre de 2012 (cuando había crecido también un 7,4%), aunque supera ligeramente la previsión media, de 7,3%, de 13 analistas consultados por la AFP.
Marca también la cuarta desaceleración de los últimos seis trimestres, en momentos en que las autoridades chinas buscan cambiar un modelo que aseguró durante décadas un crecimiento de dos dígitos, pero que estuvo centrado en grandes proyectos de inversión, más que en el consumo.
“La economía en conjunto progresó en una horquilla apropiada mientras continuaban los ajustes estructurales, las transformaciones y mejoras (del modelo económico)”, comentó Sheng Laiyun, portavoz de la ONE, que se congratuló por la “estabilidad” del mercado laboral.
Después de un crecimiento del 7,7% en 2012 y en 2013 -su mínimo desde 1999-, Pekín se fijó para 2014 un objetivo del 7,5%, que sería el índice de crecimiento más bajo del gigante asiático desde hace casi un cuarto de siglo.
Los analistas descartan sin embargo que los líderes del régimen chino adopten medidas significativas de incentivos por el momento, aunque podrían hacerlo en caso de que la desaceleración provoque un riesgo de aterrizaje forzoso.
El primer ministro Li Keqiang “seguramente ya tenía una idea de los resultados del primer trimestre cuando la semana pasada descartó mayores estímulos”, escribió Julian Evans-Pritchard, analista de Capital Economics.
“Pero los datos de hoy muestran que el crecimiento salarial continúa superando al de la producción, lo cual sugiere que el mercado laboral, principal preocupación de las autoridades, sigue estando sano”, agregó.
Las autoridades pretenden que los gastos de consumo y otras formas de demanda privada aseguren en el futuro un crecimiento más equilibrado y sostenido, aunque subrayan que esa transformación no debe hacerse en detrimento de la creación de empleo.