“¡El infierno pasó por Valparaíso!”, exclamó Mónica Vergara sentada en la puerta de su casa, reducida a escombros por el enorme incendio que entre el sábado y el domingo devoró unas 500 viviendas y provocó la muerte de al menos 11 personas.
Una densa capa de humo y una lluvia de cenizas cayeron sobre el puerto de Valparaíso, un día después del enorme incendio que dejó miedo y destrucción entre miles de personas que volvieron a sus casas para comprobar que lo habían perdido todo.
El retorno no fue fácil. Tras pasar la noche en albergues o en carpas, los damnificados tuvieron que trepar por las empinadas calles de los cerros que sufrieron el incendio.
“El fuego bajó de los cerros, se metió por en medio de las casas en cosa de segundos, fue terrible. Hubo explosiones toda la noche, balones de gas y quién sabe qué, tuvimos mucho miedo”, declaró Claudia Valladares, pobladora del cerro Mariposas, cuya casa tuvo daños menores.
En el cerro La Cruz, centenares de personas lloraban desconsoladamente a las puertas de sus domicilios destruidos.
“Lo perdí todo, un bombero me salvó a mí y a mis cuatro hijos, pero lo perdí todo”, dijo Mónica Vergara, quien apenas había regresado a Chile desde España hace seis meses, afectada por la crisis económica que vivió Europa.
Con apenas lo puesto, ella y sus hijos recorrían lo que quedó de su hogar: una pared, parte del techo, y algunos pedazos de metales aún incandescentes. El resto de sus pertenencias se transformaron en cenizas.
“Lo que más me duele son los recuerdos, todos los perdí en este infierno que pasó por Valparaíso”, sostuvo la mujer, de 47 años de edad.
En el cerro, circundado por pastizales y quebradas de por lo menos 50 metros, colgaban los restos de decenas de viviendas, que despedían un fuerte olor a madera quemada y en las que familias enteras intentaban rescatar algunas pertenencias.
“Ahora sólo queda pararse otra vez. No nos queda más que mirar hacia adelante, como buen porteño”, declaró Patricio González, quien sacaba pedazos del techo de lata de lo que alguna vez fue su casa.
Solidaridad de la población
El incendio afectó al menos seis de los más de 40 cerros que conforman Valparaíso, declarado Patrimonio de la Humanidad de la Unesco. El resto de la población que no sufrió con el siniestro, se organizó para ayudar a los más de 10.000 damnificados.
Automóviles pasaban con bocinas para anunciar los lugares de acopio de comida, ropa y todo tipo de ayuda para quienes se quedaron sin hogar. En tanto, decenas de jóvenes armados con palas y rastrillo, subieron hasta los cerros con el fin de ayudar a sus pobladores.
“Esto no es solidaridad, es ayudar a un compatriota, y evitar que el fuego siga afectando a nuestra ciudad”, dijo Carlos, uno de los voluntarios.
Equipos de bomberos continuaban este domingo combatiendo el fuego ante las altas temperaturas que hicieron reavivar las llamas en algunos puntos.