La socialista Anne Hidalgo, hija de inmigrantes españoles, conquistó la alcaldía de París en las elecciones municipales de este domingo en Francia, convirtiéndose en la primera mujer al frente de la capital, según estimaciones al cierre de las urnas.

“Ha sido la victoria de los valores republicanos, de la autenticidad, de la izquierda fiel a sí misma y eficaz en su acción”, dijo Hidalgo tras la victoria y aseguró ser “consciente del desafío que representa” ser la primera mujer a la cabeza de la capital francesa.

Hidalgo se impuso con el 54,5% de los votos a su rival de derecha, Nathalie Kosciusko-Morizet, según una estimación de los institutos Ifop y Sas.

Junto a Ana Botella, alcaldesa de Madrid, o Carolina Tohá, alcaldesa de Santiago de Chile, Hidalgo se convierte en una de las pocas mujeres del mundo que dirigen las capitales de sus respectivos países.

Remplazará a su mentor, el también socialista Bertrand Delanoe, alcalde de la capital desde 2001, según esas cifras.

La alcaldesa electa de París, que dejó con dos años de edad la España franquista para instalarse con sus padres obreros en la ciudad francesa de Lyon, hizo alianza para esta segunda vuelta con los ecologistas, compañeros de gobierno de los socialistas a nivel nacional.

Esa alianza le permitirá dirigir la Ciudad Luz, tras una primera vuelta desfavorable, en la que su rival, cercana al ex presidente Nicolas Sarkozy, fue la más votada.

Ex inspectora de trabajo, Hidalgo entabló una estrecha colaboración con Delanoë, que tras ser reelegido en 2008 la convirtió en número dos de la alcaldía y en 2009 la designó como su sucesora.

La victoria en París es uno de los pocos consuelos del partido socialista francés en las municipales, que sufrió en el resto del país una dura derrota frente a la derecha, alimentada por la impopularidad del presidente François Hollande.

Semblanza

Anne Hidalgo es una feminista discreta que sus padres bautizaron como Ana María. Subió paso a paso en el aparato del partido y ahora se convertirá en la líder de una urbe de 2,2 millones de habitantes, epicentro del poder en Francia y la ciudad más turística del mundo.

Nacida el 19 de junio de 1959 en la localidad gaditana de San Fernando, en el sur de España, durante la dictadura franquista, Hidalgo llegó con dos años de edad con su familia a un barrio obrero de Lyon, antes de instalarse en París en 1984.

Tras obtener un diploma en derecho social, trabajó primero como inspectora de trabajo y luego como consejera de la ex ministra socialista Martine Aubry, quien puso en marcha en Francia la semana laboral de 35 horas.

Hidalgo, que se considera ante todo una feminista, no entró en el Partido Socialista hasta 1994, seducida por el rigor del entonces candidato a las elecciones presidenciales Lionel Jospin.

Cuando la izquierda vuelve al poder en 2012, bajo la presidencia de Hollande, su nombre circula para ser ministra. Pero finalmente decide quedarse en la alcaldía de París para lanzarse a la conquista de la capital.

Durante la campaña sufrió las burlas de sus rivales, que incluso la llamaron “conserje”, en referencia a las muchas inmigrantes españolas que llegaron durante el siglo XX a la capital francesa para trabajar como porteras de edificios.

Considerada por los que trabajan con ella como “honesta”, “seria” y modesta”, Hidalgo tuvo que luchar dentro del aparato del partido para hacerse lugar y salir de la sombra de Bertrand Delanoe. Aunque no todo el mundo tiene esta visión de ella.

“Creo que es bastante autoritaria, una mano de hierro en un guante de terciopelo. Detrás de su aparente flexibilidad, siempre busca el enfrentamiento”, asegura el vicepresidente ecologista del Parlamento, Denis Baupin, que trabajó con ella durante diez años en la alcadía de París.

Hidalgo quiere seguir con la acción de Delanoe y prometió durante la campaña 10.000 nuevas viviendas sociales, 5.000 nuevas plazas de guardería, un mejor acceso mejor a la sanidad y todo ello sin subir los impuestos locales.

Sus adversarios critican el cambio de París durante los últimos años, una ciudad que consideran aséptica, donde los habitantes más pobres han sido sustituidos por los llamados “bobo” (a la vez bohemios y burgueses) que se desplazan en las bicicletas de alquiler puestas a disposición por el ayuntamiento.