Estados Unidos estudia implementar sanciones contra Venezuela si no se dan las condiciones para un diálogo profundo que resuelva la crisis en el país y se abra un “espacio democrático” para la oposición, señaló este jueves la subsecretaria de Estado, Roberta Jacobson.
Aunque las considera un recurso extremo, Jacobson dijo que las sanciones podrían llegar a ser una “herramienta muy importante” si las posibilidades de diálogo entre el Gobierno y sus adversarios se estancan y no se abre un “espacio democrático para la oposición”.
“Claro que tenemos que pensar en eso y estamos pensando en eso”, señaló la diplomática en una videoconferencia con periodistas, en la que advirtió que Estados Unidos evalúa algún tipo de “medida pacífica” que “no incluye acción militar”.
Pero Washington buscará primero concertar un esfuerzo interamericano, añadió Jacobson, a pesar de que las propuestas de Estados Unidos para paliar la crisis venezolana han sido recientemente bloqueadas por la mayoría de los países de la OEA.
Hace dos semanas, el secretario de Estado, John Kerry, ya había advertido sobre posibles sanciones contra Venezuela.
Jacobson reiteró la preocupación del gobierno estadounidense por la situación en Venezuela, donde enfrentamientos en protestas contra el gobierno han dejado una treintena de muertos, 400 heridos y más de 1.500 procesados.
Además, dos alcaldes opositores fueron destituidos y condenados a prisión, en el marco de una ofensiva judicial que alcanzó también al dirigente opositor Leopoldo López, preso desde hace más de un mes por incitar a la violencia en las protestas.
En particular, Jacobson advirtió sobre los manifestantes detenidos “sin cargos” y sobre la situación de la diputada María Corina Machado, suspendida de su cargo por la Asamblea Nacional tras participar como “representante alterna” de Panamá en la Organización de Estados Americanos.
Maduro rechazó la mediación del organismo, al que acusa de estar en la órbita de Estados Unidos, y recibió el martes en Caracas a una delegación de cancilleres de la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur), que se ha reunido con el gobierno y sectores opositores.
Las protestas, que han ido perdiendo intensidad en las últimas semanas, están azuzadas por la crisis económica y la alta criminalidad, pero Maduro las considera como “un golpe de Estado en desarrollo” con apoyo norteamericano.
Esas acusaciones han avinagrado aún más las relaciones entre Caracas y Washington, que carecen de embajadores desde 2010, a pesar que Estados Unidos es el principal comprador de crudo venezolano.
Un posible acercamiento entre los países tendrá que esperar a que se disipe el conflicto venezolano, señaló Jacobson. “Es muy difícil ahora”, afirmó.