Este 18 de febrero se celebra el “Día Internacional del Asperger”, fecha instituida en el calendario en 2006 y que busca hacer valer el derecho de todo ser humano a ser incluido y respetado en sociedad.
Sin embargo, aún queda mucho trabajo en esta materia. Son miles de personas alrededor del mundo las que desconocen este trastorno, e incluso lo tienden a confundir con el autismo. Esto último porque ambos son “trastornos generalizados del desarrollo” y se manifiestan de forma similar en las personas.
Entonces, ¿Cuáles son sus principales diferencias? Te las dejamos aquí:
1. En cuanto al lenguaje: Los niños que padecen Asperger desarrollan un lenguaje adecuado, pero no se interesan en desarrollarlo con fines sociales. Es común que se sientan presionados al conversar con sus familiares o amigos, por lo que no mirarán a los ojos o responderán con frases “hechas”, es decir, no espontáneas.
Incluso pueden hablar de sí mismos en tercera persona o tener un tono de voz “robótico”, que para el resto que no lo comprende puede incluso resultar gracioso.
En el caso de los autistas, las anomalías y conductas pre lingüísticas empiezan a notarse en los primeros tres meses de vida. Por ejemplo, son frecuentes los llantos incontrolados sin motivo, casi no hay presencia de balbuceo y los sonidos que emiten no tienen intención comunicativa. Incluso pueden presentar mutismo hasta los dos años y si necesitan algo llevan al adulto de la mano hasta el lugar.
Otras de las características comunes en su lenguaje es ecolalia o repetición de palabras o frases dichas por otros en de inmediato o en contextos inadecuados, se refieren a sí mismos en tercera persona, no utilizan una gran variedad de verbos en su vocabulario, la entonación de sus frases puede ser inapropiada
2. Desarrollo social: Existe evidencia científica de que los asperger procesan las caras de las personas como si fueran objetos. Por lo tanto, les cuesta empatizar con el otro y entender el lenguaje no verbal.
Por este motivo es común que les cueste relacionarse con sus pares y tener amigos, ya que tienen que poner atención por separado tanto a la comunicación verbal como a la no verbal. En muchos casos no les es tan lógico que las conversaciones tienen un inicio y un final, y que no se debe cambiar abruptamente de tema.
Respecto al caso de los autistas, las deficiencias en la interacción social suelen notarse desde los primeros años. Cuando son bebés muchos no extienden los brazos al ser cogidos ni se acoplan al cuerpo del adulto.
En edades más adultas, se caracterizan por estar ensimismados, es decir, resistirse al contacto físico y carecer de empatía con el resto. Se resisten al contacto físico, salvo con personas puntuales, y parecen inconscientes de las actividades y estados de ánimos del otro.
3. Comportamiento motriz: Las personas que padecen asperger pueden presentar muecas, espasmos o tics faciales inusuales. En algunos casos su coordinación es pobre, e incluso les puede costar realizar actividades que requieren de motricidad fina, como abrocharse los zapatos o abotonarse un chaleco.
Quienes sufren de autismo por lo general tienen una marcha equina, presentan estereotipas o gestos rítmicos y repetitivos (como balanceo, movimiento de dedos, girar alrededor de sí mismos), e incluso conductas autolesivas como pellizcarse, golpearse la cabeza, entre otras. Son también frecuentes conductas atípicas como caminar de puntillas o asumir posturas extravagantes.
4. Diagnóstico: El autismo tiende a diagnosticarse antes de los tres años, mientras que el asperger tiene un diagnóstico tardío. Incluso hay personas que se enteran de que padecen este trastorno cuando son adultas.
5. Áreas de interés: Las personas autistas muestran un interés excesivo por actividades manipulativas y viso – espaciales. Los asperger prefieren la acumulación de datos e información acerca de un tema que los apasiona.
6. Uso de la imaginación: Quienes padecen de autismo tienen dificultad para realizar actividades o juegos simbólicos o imaginativos. Por el contrario, las personas asperger desarrollan ampliamente su imaginación pero en solitario, ya que les cuesta interactuar con sus pares.
7. Inclusión: La mayoría de las personas autistas no tienen interés por pertenecer a un grupo ni establecer lazos, incluso les asusta estar en lugares con mucha gente y se asustan con facilidad ante ruidos extraños.
Éste no es el caso de quienes padecen asperger ya que si quieren ser aceptados por sus pares, sin embargo frecuentemente son rechazados debido a que sus actitudes no son comprendidas.
¿Y qué hay de la inteligencia? Tanto las personas asperger como las autistas pueden llegar a ser brillantes y destacar en las artes o ciencias. Lo importante es no olvidar que ambos trastornos presentan un espectro, es decir, no todos quienes están en su interior tienen las mismas características, habilidades ni capacidades.