El ejército de Sudán del Sur luchaba el miércoles contra fuerzas rebeldes por el control de una ciudad clave y contra los últimos focos insurgentes en otra estratégica localidad, en momentos en que la ONU autorizó aumentar sus cascos azules en el país.
Los enfrentamientos, que han dejado miles de personas muertas en las últimas semanas, según la ONU, comenzaron el 15 de diciembre, después de que el presidente Salva Kiir acusara a su ex vicepresidente Riek Machar –al que destituyó en julio– de intento de golpe de Estado. Machar lo niega y acusa al presidente de querer eliminar a sus rivales.
Sudán del Sur -un país rico en petróleo pero con una población muy pobre- vive en permanente inestabilidad desde su independencia de Sudán.
Los militares luchaban este miércoles contra las fuerzas rebeldes en la ciudad de Malakal, capital del estado de Alto Nilo, el cual produce gran parte del petróleo de Sudán del Sur, mientras otras tropas gubernamentales, expulsaban los últimos focos rebeldes de la ciudad estratégica de Bor, reconquistada el martes, dijo un ministro.
“Tomamos la ciudad de Bor durante la noche, justo antes del amanecer, y esta mañana continúan las operaciones contra algunos focos rebeldes en la zona del aeropuerto”, dijo a la AFP el ministro de Información, Michael Makwei.
Por otra parte, el gobierno niega haber perdido el control de la ciudad de Malakal en beneficio de los rebeldes. “Las fuerzas del gobierno y los rebeldes luchan desde esta mañana en Malakal”, añadió Makwei. “No es verdad que los rebeldes la hayan tomado”, puntualizó.
La reconquista de Bor, que los rebeldes tomaron aparentemente sin mayor resistencia, puso fin a una semana de asedio. Unos 17.000 civiles habían huido hacia los ya sobrecargados campamentos administrados por la ONU.
En lo que respecta a los muertos, el jefe de la misión humanitaria de la ONU en Sudán del Sur estimó que eran miles. “No tengo ninguna duda de que son miles”, aseguró el jefe de la misión humanitaria de la ONU en el país, Toby Lanzer, a los periodistas.
La Alta Comisionada de la ONU encargada de los Derechos Humanos, Navi Pillay, había anunciado el martes el hallazgo de una fosa común en Bentiu, capital del Estado petrolero de Unidad (norte) y también bajo control rebelde.
“Descubrimos una fosa común en Bentiu, y habría otras dos en Juba”, la capital, precisó Pillay en un comunicado publicado en Ginebra.
El Alto Comisionado afirmó en Ginebra que se habían hallado unos 15 cuerpos en la fosa común y unos 20 más cerca de un río, en un lugar poco distante de la fosa común.
Por su parte, la misión de la ONU en Juba se mostró más cauta que Pillay: aunque confirmó que había unos 15 muertos, precisó que “dichas atrocidades aún están siendo investigadas”.
Por su parte, el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas autorizó en las últimas horas del martes el envío de casi 6.000 cascos azules suplementarios para reforzar la misión de la ONU en Sudán del Sur (Minuss) y poder proteger mejor a los civiles.
El Consejo adoptó por unanimidad de sus 15 miembros una resolución que eleva el techo autorizado de efectivos militares de la Minuss de 7.000 a 12.500 soldados. El número de policías alcanzará además a 1.323 hombres frente a los 900 efectivos actuales.
La Minuss se convertirá así en la tercera misión de mantenimiento de la paz de la ONU en el mundo por número de cascos azules, tras las de la República Democrática del Congo y Darfur.