Durante las últimas 2 semanas, la excavación del túnel que dará paso a una autopista subterránea en la ciudad estadounidense de Seattle se ha mantenido suspendida debido a un gran objeto que impide el paso a “Bertha”, la principal taladradora del proyecto.
El problema: nadie sabe a ciencia cierta de qué se trata.
Y el misterio se hace aún mayor al considerar que “Bertha” no es una señora armada con un taladro. Se trata de una gigantesca máquina de 5 pisos de alto que requiere un equipo de 20 personas, y cuyas aspas metálicas deberían ser capaces de moler todo a su paso.
“Nos estamos centrando en crear las condiciones que nos permitan acceder a la cámara frente a la excavadora, para ver de qué se trata la situación”, dijo al New York Times el jefe del proyecto, Chris Dixon, explicando que debido al tamaño de la máquina, no resulta fácil ver con qué elemento tropezó.
Por ahora, todos en la obra simplemente se refieren a él como “el objeto”. Sin ánimo de crear expectativas o temores, Dixon anticipó que -aún siendo extraño en una ciudad construida sobre sedimento lodoso- el obstáculo podría ser una roca gigante, vestigio de los glaciares que esculpieron la zona durante la última edad de hielo, hace más de 17.000 años.
Sin embargo tanto historiadores como residentes de Seattle tienen otras teorías o quizá, esperanzas.
“Creo que se trata de un trozo de la historia de la ciudad. Y mantendré eso hasta que se pruebe lo contrario”, especuló Ann Ferguson, curadora de la Biblioteca Pública de Seattle, quien confía en que el misterioso objeto sea una edificación parte del casco histórico de fines del siglo XIX, cuando la zona se urbanizó rápidamente para recibir a los viajeros que se dirigían a Alaska y Canadá durante la fiebre del oro.
Su idea no es descabellada. Después de todo, la sección donde “Bertha” vio impedido su paso es el área más superficial de la excavación, a sólo 13 metros bajo tierra.
Otros representantes de la ciudadanía han propuesto que el problema puede provenir de antiguos trenes olvidados en la zona, o incluso de bóvedas con licor o armas, cuyos dueños los enterraron durante la época de la ley seca en Estados Unidos, cuando Seattle era una puerta al contrabando desde Canadá.
Pero quizá la idea que más hace soñar a los habitantes de Seattle es la propuesta por el geólogo local David Williams, quien recordó como uno de los naufragios más famosos del puerto lacustre de la ciudad, el del Windward, encallado en 1875, podría por fin haber sido hallado.
Aunque romántica, su idea choca -literalmente- con la realidad de que siendo un navío de madera antigua, probablemente habría sido despedazado con facilidad por la voluminosa excavadora.
“Confío en que no sea así. Sería grandioso poder dar con un nuevo misterio”, confidenció Williams.
Habrá que esperar aún un par de semanas para averiguarlo, mientras los ingenieros desarrollan un plan para poder observar más allá del monumental equipo que separa las entrañas de la ciudad.