Marks and Spencer, la cadena de grandes almacenes británicos, estaba este lunes en el centro de la polémica después de que una empleada musulmana se negase a vender alcohol a un cliente.
La empresa admitió que permite que sus empleados rechacen vender cerdo o alcohol -prohibidos por el islam- por razones religiosas y se vio amenazada de boicot por miles de británicos.
El episodio que desató la controversia saltó a la luz el domingo, cuando un cliente explicó en las páginas del Sunday Telegraph que una cajera de Marks and Spencer no quiso cobrarle una botella de champaña.
La cajera le pidió que esperara a que una compañera suya le cobrase.
“Tenía la botella de champagne en la mano y una señora, que llevaba velo, se deshizo en disculpas pero me explicó que no podía atenderme en la caja. Me dijo que esperara a que otra empleada estuviera disponible. Me sorprendió un poco. No me había ocurrido nunca”, dijo el comprador a la edición dominical del diario The Daily Telegraph.
Marks and Spencer lamentó lo ocurrido pero lo atribuyó a que no se había seguido su política de asignar a los empleados religiosos “tareas adecuadas”.
“Lamentamos que en el caso señalado no se siguiera nuestra política interna”, explicó la empresa.
“Como empresa secular, tenemos una política integradora que da la bienvenida a todas las creencias religiosas tanto de nuestros trabajadores como de nuestros clientes”, sostuvo.
Las explicaciones no convencieron a las cerca de 8.000 personas que se sumaron a una campaña de boicot (“Boycott Marks and Spencer”).
La polémica puso de manifiesto las diferentes políticas de las empresas británicas a la hora de manejar este tema.
Al igual que M&S, los supermercados Asda, Morrisons y Tesco explicaron que los trabajadores musulmanes pueden objetar ser asignados a la venta de ciertos productos. Sin embargo, el presidente de John Lewis, otro importante minorista británico, dijo que el personal no debería negarse a atender a los clientes.
“Esto va un paso más allá del sentido común”, dijo Andy Street a BBC radio.