El enfrentamiento político entre partidarios y adversarios del gobierno del gobierno tailandés tomó un giro violento el sábado, con la muerte de una persona en circunstancias confusas, en la víspera de un asalto anunciado por la oposición a la sede del gobierno.
Hace un mes que comenzó la movilización contra la primera ministra, Yingluck Shinawatra, y su hermano Thaksin, el ex primer ministro derrocado por un golpe de Estado en 2006 pero que permanece en el centro de la vida política del reino a pesar de su exilio.
Tras la ocupación y el asedio esta semana de los ministerios y administraciones civiles y militares, la situación se volvió violenta el sábado y la policía tuvo que pedir refuerzos al ejército.
Se espera el despliegue de 3.000 militares “para patrullas comunes con la policía con el fin de asegurar la paz y la estabilidad”, según declaró el portavoz de la policía, Piya Utayo.
El sábado a última hora del tarde, a pesar de los llamamiento a la calma de Yingluck a ambas partes, unos manifestantes antigubernamentales atacaron un autobús que transportaba a partidarios de los “camisas rojas” fieles a Thaksin, según periodistas de la AFP.
Decenas de opositores arrojaron piedras y sillas de plástico contra el autobús lleno de simpatizantes de la primera ministra, atrapados en el tráfico, cerca de un estadio en el que unos 70.000 partidarios del gobierno, según la policía, estaban concentrados en apoyo al Ejecutivo.
La situación era muy tensa en los alrededores del estadio protegido por la policía antidisturbios.
En ese contexto fue que un hombre de 21 años murió de dos disparos a poca distancia de la instalación deportiva en circunstancias todavía confusas, indicó la policía del barrio a la AFP. Otras tres personas, que llevaban el silbato característico de los manifestantes antigubernamentales, resultaron heridos de bala.
Unas horas antes, unos 2.000 manifestantes trataron de forzar la entrada a la casa del gobierno, haciendo pilas de sacos de arena para pasar por encima de los alambres de púas instalados por las fuerzas de seguridad, explicó Piya Utay, quien advirtió de que “habrá un intento de azuzar la violencia en varias zonas”.
Los manifestantes empezaron a dispersarse durante la noche, y llamaron a volver el domingo, día de la “victoria”, anunciada por los líderes de la revuelta.
Más de 10.000 manifestantes antigubernamentales, según la policía, estaban repartidos el sábado por diferentes puntos de la megalópolis de 12 millones de habitantes.
El número de manifestantes podría crecer considerablemente el domingo, tras el peak de 150.000 personas alcanzado el domingo anterior, víspera del aniversario del rey Bhumibol, el 5 de diciembre. Los líderes de la revuelta llamaron a un último esfuerzo antes de esta respetada celebración que podría marcar una pausa en las manifestaciones.