El doble suicidio de una pareja de ancianos, ocurrido el pasado jueves en París, conmocionó a Francia y reabrió un encendido debate en el país galo: la eventual legalización de la eutanasia y el suicidio asistido.
Los cuerpos sin vida de Georgette y Bernard Cazes, ambos de 86 años, fueron hallados el pasado viernes en una pieza del lujoso Hotel Lutetia por un empleado, quien les llevaba desayuno.
El fallecido matrimonio yacía tranquilamente sobre la cama de la habitación, tomado de las manos y con sus cabezas cubiertas por bolsas de plástico.
Junto a ellos se encontraban dos documentos: una carta para sus familiares y otra dirigida a las autoridades legales de Francia, demandándoles “el derecho a morir de una manera digna” y lamentando no haberse ido “serenamente” debido a que la ley francesa no permite el suicidio asistido.
En comunicación con los medios locales, un hijo de la pareja comentó que sus padres llevaban planeando “por años” su muerte debido al temor que tenían de separarse, y que habían elegido el Hotel Lutetia por razones personales.
Bernard, un economista, filósofo y alto funcionario, y Georgette, profesora de latín y literatura, llevaban casados más de 60 años. Hasta el momento, se desconoce si sufrían de una enfermedad grave o incurable.
Se reabre el debate en Francia
Tras conocerse la muerte de los ancianos, el debate en torno a la eutanasia y el suicidio asistido en Francia se reabrió a nivel de ciudadanos y de medios de comunicación.
Uno de los que habló en torno al tema fue France 24, el cual detalló que de momento ambos son ilegales en dicho país. No obstante, en los países vecinos de Suiza, Luxemburgo y Bélgica el suicidio asistido es legal o se ha despenalizado.
En 2012, el presidente Francois Hollande ordenó un estudio que concluyó que la eutanasia activa -el acto realizado por un profesional médico u otra persona que causa la muerte del paciente- debía mantenerse completamente prohibido.
No obstante, la población piensa diferente sobre estos temas. Según distintas encuestas, entre el 56% y 92% de los franceses creen que el Gobierno debería legalizar el suicidio asistido para personas que sufren de enfermedades terminales o incurables.