Alemania introducirá un salario mínimo nacional, afirmó este jueves la canciller Angela Merkel, que señaló que se trata de una concesión a los socialdemócratas, sus futuros socios de gobierno.
El ministro de Economía francés saludó poco después este anuncio, calificándolo de posible “enfoque más cooperativo” de las políticas económicas de la Unión Europea.
“Vamos a decidir cosas que, teniendo en cuenta mi programa, no considero justas, entre ellas un salario mínimo generalizado”, dijo la canciller conservadora en un discurso en Berlín, al evocar las negociaciones con los socialdemócratas.
Pero “una apreciación realista muestra que los socialdemócratas no concluirán las negociaciones” sin un salario mínimo, una de sus reivindicaciones centrales.
“Voy a hacer todo, la Unión Democrática Cristiana (CDU) va a hacer todo” para minimizar los efectos de ese salario mínimo en el empleo, agregó Merkel en un discurso ante decenas de patrones.
En cambio, Merkel dijo que se oponía al alza de los impuestos de los más ricos, otra demanda de los socialdemócratas, y que no iba a renunciar a la disminución de la deuda alemana, proyecto central del gobierno para los próximos cuatro años.
Merkel dijo además que el gobierno de coalición que está gestando con los socialdemócratas no era la “constelación ideal” pero sí la consecuencia del “resultado del voto” de los alemanes en las elecciones del 22 de septiembre pasado.
En Alemania no existe un salario mínimo nacional y los sueldos se negocian por rama industrial o de servicios. En algunos sectores los trabajadores cobran menos de cinco euros por hora.
En la campaña electoral, el Partido Socialdemócrata de Alemania (SPD) propuso un salario mínimo de 8,5 euros por hora.
El ministro de Economía francés Pierre Moscovici saludó este jueves el anuncio de Merkel. “Es una señal (…) tal vez de un enfoque más cooperativo de las políticas económicas en Europa”, declaró en París, donde participó en un coloquio financiero.
Moscovici juzgó necesario “reequilibrar” la zona euro, lo cual pasa, según él, por “reformas estructurales” para los países con déficits corrientes, como Francia, y por “una demanda interna más fuerte en los países que tienen superávits fuertes”, como Alemania.